Arte y poesía: vigencia de toda expresión lúdica, gesto o acto non servil en tiempos tan obscuros como los actuales. Disertaciones sobre el culto añejo de ciertos antagonismos: individuo vs estado, ocio y contemplación vs labor de androides, dinero vs riqueza. Ensayos de libre tema, sección sobre ars poética, un muestrario de literatura universal y una selección poética del editor. Luis Alejandro Contreras Loynaz.
Al parecer, sigue causando escozor aquella glosa que versa sobre la no-violencia que parte de los pensamientos de Thoreau y que fueron asumidos por Gandhi en la India. Así que reitero lo publicado hace ya casi nueve años.
Salud!
lacl
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JUEVES, 4 DE NOVIEMBRE
DE 2010
Aunque tarde la
publico, es una exigencia que me hago. La fuerza de la verdad es una glosa
tomada del diario Tal Cual, en ocasión del fallecimiento de Franklin Brito.
Comulgo con ella en todos sus puntos.
lacl
LA FUERZA DE LA VERDAD
Santiago L. García
Si Gandhi hubiese
nacido en la Venezuela actual, hubiese fracasado. En la primera huelga de
hambre hubiese muerto. Como se sabe, la eficacia del satyagraha (la “fuerza de
la verdad”) estribaba fundamentalmente en que ocurrió dentro de un marco
jurídico y judicial inglés que apelaba a los ideales de la ilustración
kantiana. Por eso, no hubiese funcionado en el contexto y bajo el ideal de
justicia del sistema nazi, como él mismo lo supo. Ni dentro del parapeto
completamente insincero y cínico del sistema judicial venezolano actual, frente
al cual toda huelga o paro puede llevar a la aniquilación de sus protagonistas
pero sin ceder ni un ápice el control del poder.
El satyagraha de Gandhi
implicaba desobedecer leyes injustas a cualquier riesgo, pero sin dar lugar al
resentimiento o al odio personal. La fuerza de la verdad implicaba oponerse a
otra fuerza pero considerando siempre un respeto humano por los hombres que
defienden lo contrario quizás convencidos de que tienen razón.
De allí que toda
violencia es mala. No puede haber una violencia mala y otra buena porque
siempre toda violencia denigra o degrada la condición humana de quien la recibe
(y de quien la inflige). Simone Weil decía que “el frío del acero es igualmente
mortal tanto en la empuñadura como en la punta”. Hay en toda violencia una
parte irreductible de injusticia con respecto a quien la soporta y esta
injusticia es en sí misma injustificable. Hay un contenido inhumano en todo
acto de violencia que pervierte mi relación con el otro.
Fue Gandhi quien nos
proporcionó el término de no-violencia. El mismo tradujo la palabra en
Sánscrito ahimsa por la palabra en Inglés “non-violence”. Según nos explica
Jean-Marie Muller, el término está compuesto por el prefijo negativo a y del
sustantivo himsa que significa el deseo de violencia que existe en cualquier
ser humano. Para Muller, es urgente tomar conciencia de este deseo de violencia
que radica en nosotros y que contradice, a veces inconscientemente, nuestra
vocación hacia la humanidad. Nos toca, entonces, reconocerlo, amaestrarlo,
autorregularlo, no rechazarlo. Será necesario transformarlo, transmutarlo,
convertirlo para que su propia energía deje de ser destructiva y se vuelva
constructiva. Agrega que la estructura de la lucha no-violenta es tripolar. Se
crea lo que llama una “triangulación” del conflicto. El tercer polo del
conflicto es la opinión pública. Hay, por lo tanto, tres actores: los
resistentes, los que toman las decisiones y la opinión pública. Pero en los
primeros debe haber mucha serenidad, dignidad y coraje, como lo hubo en todos
los indios que acompañaron a Gandhi.
Franklin Brito, a su
modo, pareció comprender esto. Murió sin rencores, sereno y dignamente.
Agregamos para pacientes escuchas una maravillosa versiónde la ópera de Monteverdi, bajo la conducción de Jordi Savall.
lacl
JARS - LA JUVENTUD DEL RAPSODA -
El cielo de esmalte, 1929.
Yo vivía feliz en medio de una gente rústica. Sus orígenes
se perdían en una antigüedad informe.
Deliraban de júbilo en el instante del plenilunio. Los
antepasados habían insistido en el horror del mundo inicial, antes de nacer el
satélite.
Una joven presidía los niños ocupados en la tarea de la
vendimia. Se había desprendido del séquito de la aurora, en un caballo de
blonda crin. Los sujetaba por medio de un cuento inverosímil y difería adrede
su desenlace.
Escogía el jacinto para adornar sus cabellos negros, de un
reflejo azul. Yo adoraba también la flor enferma de un beso de Eurídice en un
momento de su desesperanza.
Me esforcé en conjeturar y descubrir el nombre y
procedencia al darme cuenta de su afición a la flor desvaída. La joven disfrutaba
el privilegio de volver de entre los muertos, con el fin de asistir a las
honras litúrgicas del vino. Desapareció en el acto de evadir mis preguntas
insinuantes.
.
Eurídice mordida por la víbora - Sabino de Medina y Peñas, 1865
Creo que nunca he escuchado una afinación tan ajustada, tan
sensible, hasta el punto de tornarse doliente, pues duele de tanto feeling que
le pone esa voz a las palabras. La experiencia de escuchar una letra en su voz
la hace única, irrepetible. Las palabras cobran vida, restallan, titilan, se
quedan resonando en nuestros pechos y en esa esfera donde los sonidos se nos
quedan habitando en ecos y destellos, como hospedándose en un baúl de
murmullos. Hay algunas fallas de origen, pero a pesar de ello se puede apreciar
casi que con los poros esos detalles que señalamos...
Me he tenido que amarrar las manos para no seguir
disparando sus cantos, pues dirán:
-Bueno y a este señor qué le pasa que no suelta a la Elis?
Está obsesivo.
Pero a riesgo de parecer excesivo es que voy a seguir
compartiendo algunos de esos cantos de esta amada Sibila que canta con el
corazón de la tierra. Porque no creo, en realidad, que se trate de una obsesión
sino de mera extrañeza de lo natural, como reza esta canción (palabra cierta!)
al final, cuando vuelvo a escucharla, justo cuando acababa de escribir estas
palabras...
Abajo va el enlace para quien quiera ir y escuchar un
corazón entregado, antes dejamos la letra.
Les dejamos pues con Essa Mulher ....
Salud!
lacl
Essa Mulher
Elis Regina
De manhã cedo essa senhora se conforma
Bota a mesa, tira o pó, lava a louça, seca os olhos
Ah, como essa santa não se esquece, de pedir pelas mulheres
Pelos filhos, pelo pão
Depois, sorri meio sem graça
E abraça aquele homem, aquele mundo
Que a faz, assim feliz
De tardezinha, essas menina se enamora
Se enfeita se decora, sabe tudo, não faz mal
Ah, como essa coisa é tão bonita
Ser cantora, ser artista
Isso tudo é muito bom
E chora tanto de prazer e de agonia
De algum dia qualquer dia
Entender de ser feliz
De madrugada, essa mulher faz tanto estrago
Tira a roupa, faz a cama, vira a mesa, seca o bar
Ah, como essa louca se esquece
Quanto os homens enlouquece
Nessa boca, nesse chão
Depois, parece que acha graça
E agradece ao destino aquilo tudo
Que a faz tão infeliz
Essa menina, essa mulher, essa senhora
Em que esbarro a toda hora
Nos espelhos casuais
É feita de sombra e tanta luz
De tanta lama e tanta cruz
Que acha tudo, natural
Unas palabras de Ludovico Silva sobre Ramos Sucre.
Salud!
lacl
“Al contacto con este gran poeta, los jóvenes creadores
sintieron que había, décadas atrás, quienes los respaldaran en su empeño de
transformar los esquemas poéticos que, de una u otra manera, pese a la
revolución del grupo “Viernes” persistía en nuestras letras. No solamente se
desterró el temor sacramental a los metros y a la rima (desterrados en cuanto a
“ obligación”, por supuesto, y no de un modo absoluto), sino que de una
vez por todas comenzaron a surgir por doquier libros de poesía (en prosas),
entre los cuales Los cuadernos del destierro, de Rafael Cadenas, se destaca
como paradigma. Se volvió, bajo este impacto, a leer a Rimbaud y a los surrealistas
y se asimiló en nuestro país, de una vez por todas, el espíritu de la lírica
moderna. Corresponde a Ramos Sucre, de este modo, un sitial como gran
adelantado, y por ello no debe sorprender a nadie que en su época fuese
considerado como un ente extraño poseído por calenturas y demonios. Lo que
había hecho no era otra cosa que incorporar la poesía venezolana a la
modernidad. Su cultura y sus dones poéticos le ayudaron, aunque la fragilidad y
la cortedad de su existencia —“ antes de tiempo y casi en flor cortada” , que
diría Garcilaso— le impidieron llevar su revolución hasta el punto en que sólo
pudieron llevarla después grandes poetas como Vallejo y Neruda”
Ludovico Silva. “Ramos Sucre y nosotros” . Revista Nacional de Cultura, n° 219,
Caracas, marzo-abril, 1975, pp. 64-65.
Citado en el prólogo de José Ramón Medina a las Obras Completas de José Antonio
Ramos Sucre, editado por Ayacucho.
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Dejemos un poema de Ludovico, de su poemario IN VINO
VERITAS y, a continuación, un texto emblemático de la obra de Jose Antonio
Ramos Sucre, dado el apretado crisol de su poética y el peso pronosticador
de su obra posterior, PRELUDIO.
lacl
Poema
que todos pueden leer, Ludovico Silva.
Ellos creen que he muerto. Nunca se han desvivido.
Para tener recuerdos hay que saber de olvido.
Ignoran cuanto dicen, no saben lo que quiero.
El día que yo pacte conmigo mismo, muero.
Veo ríos que van hacia su mar, tranquilos;
veo arañas que urden, en soledad, sus hilos.
Veo paisajes crueles. Mares que se levantan
y enormes animales que todo lo quebrantan;
tumbas que se estremecen y expulsan siglos, dioses
que modulan, cantando, viejas y extrañas voces.
Voces del tiempo de la vida y de la muerte!
Qué tristeza, Dios mío, que yo no pueda verte!
He preferido el canto de los mares divinos
donde vivientes hablan misterios eleusinos.
El mar, donde los muertos flotan. Allí florecen
todos los sembradíos que en la tierra perecen.
Yo no he muerto, yo vivo -y esa es mi diferencia-
de estructura y verdades, y nunca de apariencias.
Si alguien dice que he muerto, que se muera leyendo
estas cosas extrañas que estoy escribiendo.
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Preludio, José Antonio Ramos Sucre
Yo quisiera estar entre vacías
tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige,
impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los
recuerdos: ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas y son lobos
aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.
El movimiento, signo molesto de la
realidad, respeta mi fantástico asilo; mas yo lo habré escalado del brazo con
la muerte. Ella es una blanca Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la
luna, visitará la mar de mis dolores. Bajo su hechizo reposaré eternamente y no
lamentaré más la ofendida belleza ni el imposible amor.
La Torre de Timón, 1925.
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Agregamos otra fábula poética
de Ramos Sucre, en la que si bien se denotan algunos vasos comunicantes con un
antecesor como Edgar Allan Poe en la atmósfera, el tema o la persecución del
victimario (que no siempre en el arrepentimiento, pues la crueldad en la
poética de Ramos Sucre fue más una cuestión de estilo o, si lo prefieren, un
recurso para lacerar crueldades), también se prefigura lo que, algunos años
después de haber sido publicada, se popularizaría como modus operandi para el
crimen en masa: aquel de tener una fosa bien dispuesta para quienes son
conducidos como ovejas al matadero.
Salud.
lacl
LA
VIDA DEL MALDITO, José Antonio Ramos Sucre
Yo adolezco de una generación ilustre; amo el dolor, la belleza y la crueldad,
sobre todo esta última, que sirve para destruir un mundo abandonado al mal.
Imagino constantemente la sensación del padecimiento físico, de la lesión
orgánica.
Conservo recuerdos pronunciados de mi infancia, rememoro la faz marchita de mis
abuelos, que murieron en esta misma vivienda espaciosa, heridos por dolencias
prolongadas. Reconstituyo la escena de sus exequias, que presencié asombrado e
inocente.
Mi alma es desde entonces crítica y blasfema; vive en pie de guerra contra los
poderes humanos y divinos, alentada por la manía de la investigación; y esta
curiosidad infatigable declara el motivo de mis triunfos escolares y de mi vida
atolondrada y maleante al dejar las aulas. Detesto íntimamente a mis
semejantes, quienes sólo me inspiran epigramas inhumanos; y confieso que, en
los días vacantes de mi juventud, mi índole destemplada y huraña me envolvía
sin tregua en reyertas vehementes y despertaba las observaciones irónicas de
las mujeres licenciosas que acuden a los sitios de diversión y peligro.
No me seducen los placeres mundanos y volví espontáneamente a la soledad, mucho
antes del término de mi juventud, retirándome a ésta, mi ciudad nativa, lejana
del progreso, asentada en una comarca apática y neutral. Desde entonces no he
dejado esta mansión de colgaduras y de sombras. A sus espaldas fluye un delgado
río de tinta, sustraído de la luz por la espesura de árboles crecidos, en pie
sobre las márgenes, azotados sin descanso por un viento furioso, nacido de los
montes áridos. La calle delantera, siempre desierta, suena a veces con el paso
de un carro de bueyes, que reproduce la escena de una campiña etrusca.
La curiosidad me indujo a nupcias desventuradas, y casé improvisadamente con
una joven caracterizada por los rasgos de mi persona física, pero mejorados por
una distinción original. La trataba con un desdén superior, dedicándole el
mismo aprecio que a una muñeca desmontable por piezas. Pronto me aburrí de
aquel ser infantil, ocasionalmente molesto, y decidí suprimirlo para
enriquecimiento de mi experiencia.
La conduje con cierto pretexto delante de una excavación abierta adrede en el
patio de esta misma casa. Yo portaba una pieza de hierro y con ella le coloqué
encima de la oreja un firme porrazo. La infeliz cayó de rodillas dentro de la
fosa, emitiendo débiles alaridos como de boba. La cubrí de tierra, y esa tarde
me senté solo a la mesa, celebrando su ausencia.
La misma noche y otras siguientes, a hora avanzada, un brusco resplandor
iluminaba mi dormitorio y me ahuyentaba el sueño sin remedio. Enmagrecí y me
torné pálido, perdiendo sensiblemente las fuerzas. Para distraerme, contraje la
costumbre de cabalgar desde mi vivienda hasta fuera de la ciudad, por las
campiñas libres y llanas, y paraba el trote de la cabalgadura debajo de un
mismo árbol envejecido, adecuado para una cita diabólica. Escuchaba en tal
paraje murmullos dispersos y difusos, que no llegaban a voces. Viví así
innumerables días hasta que, después de una crisis nerviosa que me ofuscó la
razón, desperté clavado por la parálisis en esta silla rodante, bajo el cuidado
de un fiel servidor que defendió los días de mi infancia.
Paso el tiempo en una meditación inquieta, cubierto, la mitad del cuerpo hasta
los pies, por una felpa anchurosa. Quiero morir y busco las sugestiones
lúgubres, y a mi lado arde constantemente este tenebrario, antes escondido en
un desván de la casa.
En esta situación me visita, increpándome ferozmente, el espectro de mi
víctima. Avanza hasta mí con las manos vengadoras en alto, mientras mi continuo
servidor se arrincona de miedo; pero no dejaré esta mansión sino cuando sucumba
por el encono del fantasma inclemente. Yo quiero escapar de los hombres hasta
después de muerto, y tengo ordenado que este edificio desaparezca, al día
siguiente de finar mi vida y junto con mi cadáver, en medio de un torbellino de
llamas.
Del libro LA TORRE DE TIMON, 1925.
En la voz de Alfredo Escalante. Una buena lectura de esa glosa arrobadora.
A veces
me sucede, creo que me sucede más de lo debido o de lo aceptable según alguna
norma humana que -por suerte- o no conozco o desconozco: el corazón no me cabe
en el pecho, quiere descabritarse, quiere desbocarse, irse corriendo a todo
galope o volando como un gavilán, mientras canta a todo pulmón, en una lengua
indescriptible, el mar de leva que lleva por dentro.
…
Atardecer,
empinándome sobre el humano quehacer.
lacl,
10 Abril de 2019
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Y la inmensidad del sonido … E a imensidão
do som … Y la inmensidad del sonido … E a imensidão do som …
¿Cómo
gobernar un corazón que como un brote revienta? ¿Cómo contenerlo entre
linderos, cual si se tratase de un brioso caballo que pretendiéramos mantener encerrado
en un establo? No es posible amarrar a ese potro cuando dice a soñar. No es
posible avasallarlo ni, por fortuna, domesticarlo. Es indomesticable. Aunque
ello no quiera decir que no sea amable y noble amante. Pero necesita praderas
sin linderos, necesita millas sin fin, necesita correr al aire libre, necesita
saberse efímero e incontenible en ese raptus del alma que de pronto se le subleva
en la sangre. Y no hay ser humano que no haya sentido alguna vez, extrañamente,
ser ese potro sin riendas que corre feliz y sin destino…
Salud,
lacl, 10 Abril de 2019
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La glosa
del descabrite, causada por este brote musical…
Única,
su voz todo lo compensa... Puro corazón! Uno siente cómo revienta la vida
frágil e indetenible, dolorosa y jovialmente a la vez... Dejo debajo una
versión al ras, algo literal... No me atrevo a paladear este "reviento" en soledad...
Todo retoño, botón o corazón revienta en brote, inopinadamente, de allí esta
maravillosa letra.
Rebento
Canta: Elis Regina - Compositor: Gilberto Gil
Subtantivo
abstrato
O ato, a criação, o seu momento
Como uma estrela nova e o seu barato
Que só Deus sabe, lá no firmamento
Rebento
Tudo o que nasce é rebento
Tudo que brota, que vinga, que medra
Rebento raro como flor na pedra,
Rebento farto como trigo ao vento
Outras vezes rebento simplesmente
No presente do indicativo
Como a corrente de um cão furioso,
Ou as mãos de um lavrador ativo
Às vezes mesmo perigosamente
Como acidente em forno radioativo
Às vezes, só porque fico nervoso, rebento
Às vezes, somente porque estou vivo!
Rebento, a reação imediata
A cada sensação de abatimento
Rebento, o coração dizendo: Bata!
A cada bofetão do sofrimento
Rebento, esse trovão dentro da mata
E a imensidão do som nesse momento
Rebento
Substantivo
abstracto
El acto, la creación, su momento
Como una estrella nueva y su barato
Que sólo Dios sabe, allá en el firmamento
Rebento (brota, revienta)
Todo lo que nace es brote
Todo lo que brota, que venga, que medra
Rebento (revienta, brota) raro como flor en la piedra,
Rebento (revienta, brota) harto como trigo al viento
Otras veces reviento simplemente
En el presente del indicativo
Como el correr de un can furioso,
Como las manos de un labrador activo
A veces incluso peligrosamente
Como accidente en el horno radioactivo
A veces, sólo porque me pongo nervioso, reviento (broto)
¡A veces, sólo porque estoy vivo!
Reviento, la reacción inmediata
A cada sensación de abatimiento
Reviento, el corazón diciendo: ¡Bata!
A cada bofetón del sufrimiento
Reviento, ese trueno dentro de la maleza
Y la inmensidad del sonido en ese momento.
Fue hace varias noches. Oscurantina y lecturas a la luz de
las llamas de un par de velas; luego, en noches subsiguientes, con la
asistencia de una rescatada linternita. Había dado, unos días antes, con un
hallazgo fabuloso, dentro de esa mínima epopeya que encarna en toda historia
personal. Andaba buscando un libro desde, hace ya, demasiados años dolorosamente
perdido (el bellísimo e iluminador tratado sobre el apotegma del amado Erasmo).
Pero cuál no sería mi sorpresa cuando, al remover unos
muebles un tanto amontonados debido a algunos reacomodos familiares, aparecieron
como por arte de magia, varios libros igualmente extraviados y extrañados.
Entre ellos, aquel viejo tomito de poesía ante el que un imberbe desconocedor
de poesía no pudo ocultar su curiosidad, dado el título: Una noche con Hamlet y
otros poemas. Fue el mismo año, si mal no recuerdo, enque un servidor se hizo con un “Animal de
costumbre”, para internarse venturosa y amorosamente
en las aguas de la varia poesía venezolana.
Fueron Juan Sánchez Peláez y Vladimir Holan, dos de los
primeros poetas que leyera ese muchacho con embelesada curiosidad. Creo que
hubo algo de protector azar en la caída de esos libros en mis manos. Me sentí tocado
aquellos días. Nunca más me abandonó aquella frase con pregunta del querido Sánchez
Peláez: …el círculo se abre, ¿ves? Y aquella sombra de una desconocida,
atosigada y zarandeada Europa en las dolorosas páginas de Holan, la que no imaginábamos
acaso tan cercana en los dolores.
Lo cierto es que lo primero que leí de ese rescate fue lo
que el azar me propuso, el poema Europa, que casi al final del tomo se
despliega doloroso. Y en las noches subsiguientes me estuvieron atacando mil y
una imágenes indecibles. Hasta que hace dos noches el impulso me ha dicho, ¡basta!
Toma el lápiz y escribe. Lo que hice de seguidas. Pero fue un rasguño en
reposo. Pues el sueño vino, como hiciera en otras ocasiones, en mi auxilio, a
dictarme aquello que yo no sabía cómo decir. La voz me dijo: “el gran ausente”
y allí estuvo la clave de un suspenso de dos noches. Acá dejo, por supuesto, en
primer término, el acrisolado y punzante poema de Holan. Y, de seguidas, la
glosa escrita en tributo de Holan y su amada causa.
Salud!
lacl
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EUROPA
Todas las prisiones del mundo están construidas con las piedras
que cayeron sobre Jesucristo.
Y las manos de los ricos continúan haciéndolo,
así que no pueden dar ni la menor limosna.
Crece, pues, una cárcel tras otra
y casi todos estamos presos en ellas
y perecemos en ellas como si Dios mismo deseara
estar en nosotros tan sólo sin nosotros...
(Traduccion
de Josef Forbelsky)
Barral Editores, Ediciones de Bolsillo. Barcelona, 1970.