Ha caído sobre nosotros la más profunda y mortal de las
sequías de los siglos: la del conocimiento íntimo de la vacuidad de todos los
esfuerzos y de la vanidad de todos los propósitos.
Único manuscrito del Barón de Teive
(Fernando Pessoa)
*******
El fin de los modernos, G. K. Chesterton.
Todas las escuelas del pensamiento, moderadas, revolucionarias o
reaccionarias, están de acuerdo en que el futuro está plagado de nuevas
posibilidades o peligros, en que las diferentes formas de rebelión en arte o en
pensamiento son el comienzo de los grandes cambios y, especialmente, en que
ciertos genios, creadores o destructivos, han abierto las puertas de un nuevo
mundo. Los comunistas podrán pensar que son las puertas del Paraíso; los
conservadores, que son las del Infierno. Pero sustancialmente, ambos creen que
marcan, no solamente el fin del mundo, sino también el comienzo de otro mundo.
Los escritores modernos que han sido aclamados alternadamente por dinámicos o
demoníacos, no son más que los precursores de otros todavía más dinámicos o
más demoníacos. Ambas partes se han puesto, en este aspecto, totalmente de
acuerdo; pero tengo la desgracia de disentir con ambas.
Creo que lo más importante de lo que, de una manera general, podemos
llamar futurismo, es que no tiene futuro. Aún tiene un presente muy airoso e
interesante. En verdad, tiene un pasado pintoresco y romántico. La vida de D.
H. Lawrence, por ejemplo, se ha convertido ya en una simple leyenda, que puede
tener cualquier antigüedad; y el encanto romántico y algo sentimental que ya
lo rodea está tan distante y es tan difuso como el que rodeó a Byron o a Burns.
En cuanto al presente, ningún período puede ser completamente opaco cuando en
él escribe Aldous Huxley; pero es conveniente destacar qué escribe. En Un mundo
feliz demuestra que, por más sombríamente que vea el presente, odia
definitivamente el futuro. Y sólo difiero con él en que no creo que haya futuro
para odiar.
Tomo estos dos nombres como típicos de lo que en la última década se
ha dado en llamar modernismo o rebelión; pero la tesis que yo sugeriría abarca
algo más grande y tal vez más sencillo. Los elementos revolucionarios en
nuestra época no marcan el comienzo sino el final de una época de revolución.
Vacilaría antes de calificar de rechazables a un montón de hombres de letras
distinguidos y a menudo sinceros; de lo contrario, le hubiera dado ese título
breve y conveniente a este artículo. Prefiero poner el mismo significado, o
quizás la misma metáfora, en las palabras de un poeta revolucionario (cuya
actual falta de popularidad basta para demostrar cuán inseguro es el futuro de la poesía
revolucionaria) y, mientras brindo a la memoria de Lawrence o a la salud de
Huxley, murmuro las palabras:
Todo tuyo, el último vino que
sirvo
es el último que derramo en el
cáliz.
Esto va a sugerir la misma idea pero con palabras menos agresivas.
Resumiendo, es cierto, sin duda, en las palabras de Jefferson Brick (el pionero
de la rebelión) que la Libación de la Libertad a veces es de sangre; pero, sea
sangre o vino, la copa está muy próxima a secarse.
El fin de los modernos, en El
hombre común, G. K. Chesterton. Son los párrafos iniciales.
*******
El mago King
No hay comentarios.:
Publicar un comentario