Escucho el roer
de un reloj de cuerda
tras el muro,
como enterrado
en la arena del tiempo
Se escucha el segundero
corriendo, pertinaz
Sus segundos marchan
a otro paso
A veces raudo,
como un agitado respiro
o el redoble incansable
de los cueros de la guerra
Otras noches puntúa lentamente
como el goteo de un nido
que preñado quedó de la lluvia
Es un rincón del orbe
signado por un mágico avatar
Aunque no atinemos a palpar
si es la esquina
de un sagrado fuego
o el crujir de una honda
destemplanza del sueño
¿Quién o quiénes serán
los encargados de dar
cuerda al minutero?
¿Acaso una red de cangrejos
confabulados
con el sigilo del verbo?
¿O una cofradía de duendes
fugados de celadas y acertijos
de una engañada esperanza?
Tus oídos se hacen
concha marina
recogiendo el callado furor
de inframundo, solfeando,
un paso más allá,
a centímetros del muro
Sabes que está allí,
auscultándote,
como tú a él
Casi podrías acariciarlo,
darle cuerda o cantar con él
Sabes que está allí,
pero no puedes tocarlo
ni fundirte plenamente con ello
No, en tanto no cruces el muro
Mientras vives,
respiras a contrapunto
lacl, antes del alba, 22 05 22
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