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martes, 31 de mayo de 2022

Concurrir, concursar, competir, lacl /



Nunca me ha causado beneplácito la palabra concurso, por la sencilla razón de haber yo nacido en el ombligo de una época en la que el con-curso ha sido conceptuado y difundido como una desaforada carrera por llegar a una meta antes - y a como dé lugar- que cualquier otro par, condición que ha desvirtuado totalmente la nobleza que radica en la concurrencia de personas que han dedicado sus vidas a, por ejemplo, los estudios humanísticos o, al menos, a algunos asuntos específicos dentro del amplísimo temario que comprende el humanismo. 

Supongo que malas artes o mala praxis no son inventos de la modernidad. Supongo, además, que la palabra filtro ha de haber sido usada o manipulada desde la era antigua de un modo intencionalmente subliminal. Supongo, por poner un ejemplo, que los intereses personales han tenido siempre un importante peso en la toma de decisiones de las instituciones que llaman públicamente a un concurso de credenciales.

Pero no me imagino a un coro de jueces diciéndole a Eurípides que no puede participar en la contienda teatral del año en curso, por medio de una carta en la que abunda una vacancia de bien sustentadas razones. 

Sin embargo, ¿qué duda cabe? es más que probable ( por no decir seguro ) que la humanidad se haya perdido algunas cuantas obras maravillosas o que una universidad se haya privado de los servicios de un calificado y abnegado académico por vía de una praxis sustentada sobre unos modales intencionalmente subliminales. 






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