Uno se bebe el tiempo,
tal como se bebe
las horas del día,
que pasa maniatado
por un clon de la respiración
o por un titán
que a rastras se lo lleva,
indefenso.
En el sendero
se alzaba una revuelta,
en vano intento de trasegar
el hilo de lo vivido,
pero la sal se desprende
de los segundos
y el agua huye de los horarios.
Y al diluirse el diurno destello
de un secuestro
se avienen las sombras,
como una ola tras otra,
aparejando el sueño con la oscuridad,
La luz se viste
de honduras abisales
bajo el reverso de los párpados.
Y el día viene a tejerse
con puntos de oro y plata
sobre el lienzo de la noche
que, entre las olas,
murmura tu nombre.
Esa voz es la mano
del firmamento,
rozándote la tez.
lacl, Cantos a la noche, 13 de noviembre, 2021.
Galería: Selene y sus Luceros.
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