El arte es efímero por naturaleza, puesto que el arte deviene de lo efímero; la vida es efímera. Cabe sospechar que en todo aquello que es habitado por el cosmos, en tanto que también habita en él (puesto que en todo hay consustanciación), se suceden fin y principio; pero no sabremos ni podremos comprobar jamás, desde el transitorio punto en el que estamos contemplando y respirando, si Kósmos y Ser habrán de ser infinitos. Todo cambia y se transforma, no sólo la vida, sino aquello que tenemos por inerte. Solemos despreciar o minusvalorar lo inanimado porque no se mueve, pero ¿quién puede asegurar que lo inanimado no esté habitado por el Ser?
El ser humano que se siente conectado con el entorno, sea éste inmediato o trascendente, es el que se siente llamado a intentar alguna creación. Aquel que siente las piedras como siente la conversación del viento entre las hojas de los árboles, está llamado a intentar la creación, así sea inaudible y soledosa o manifestada a lo exterior, tal como nace un canto. Aquel que escucha y observa el canto y vuelo del ave solitaria desde un ciprés, permeable está al canto y vuelo que le requiere el alma. Porque hay un arte implícito allí, en el más profundo ombligo de su ser, vibrando en lo que palpita o yace inerte. El arte sucede porque todo sucede y porque todo es suceder, así viaje hacia esa ilusión que hemos llamado nada.
Cabe sospechar que la especie humana tenga un fin y un principio, tal como la tiene cada individuo. Nació como especie y como especie perecerá. Cuando el prodigio infinito y, a su vez, perecedero de una vida individual contempla la grandeza de la creación que comporta el misterio de la vida, acaso no le quede otra opción que agradecer desde su desvalida razón, aunque tantos hayan levantado sus puños a los cielos para maldecirle.
Lo que el ser humano contempla en su paso por el cosmos, eso es acaso lo eterno, ese algo transgresor de su conciencia y por tanto inasible; acaso con arte histrión y lúdico pueda rozar el Enigma del ser y figurar o imaginarse, incluso, intuir aquello no efímero del ser, al ensayar una expresión y aventurarla enigmatica o poéticamente, como se la pide el alma. No hay que olvidar que alma y cosmos se miran al espejo.
lacl,
Anotaciones Android, 03 de Noviembre 2021.
Madredeus, guitarras
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