Este soneto ha marchado
junto a mí por todo el año. Fue el primero que leí en la cama y al amparo de
una luz tenue, de una colecta de versos del “dolce stil nuovo”, cuando ya
terciaba el silencioso discurso de la madrugada.
Fue tal el toque
sentido, por la belleza de los versos del Dante, que lo leí varias veces murmurándolo
silente e, incluso, nombrándolo con voz tan imperceptible que sirviera, tal
vez, de lejana serenata. Luego leí otros
poemas de la referida colecta, muchos muy bellos, pero siempre teniendo que volver
a cantar ese soneto. Hice un intento de versión principiando el año, pero los
excesos nunca han sido buena compañía de todo lo que pretende cantarse
decantando (mucho laborar y mucho
desvelar con los etcéteras) y, en uno de esos descuidos del cansancio, pues se
perdió lo que había esbozado.
Hoy vuelvo a intentar otra
versión, muy distinta, eso sí, de la perdida, porque en la presente hemos
tratado no sólo de ajustarnos a la semántica poética sino un poco, en lo posible,
a ritmo y rima. Ello arroja unos versos más apretados que los de una versión literal,
como la que intentara principiando el año y, tal como la recuerdo, muy distinta
y de versos más largos. Acá la dejo agregando mi sempiterna acotación: es una
versión perfectible y, por lo tanto, provisional.
Se la dedico a Maruja,
mi madre (María Luisa Loynaz Sucre, para quienes colectan genealogías), pues
hoy se cumplen 98 años de haber venido ella de visita a este mundo (partió de
regreso hace dos años) y porque fue siempre amante de la sutil belleza. Y, por
obra de una mampostería del corazón, a mi padre, Luis Amado, que bien estuvo siempre adosado al
amor suyo y a tales sutilezas.
Salud,
lacl
Tan gentil y tan honesta parece
mi dama cuando ella a
otro saluda,
que toda lengua se
estremece y muda,
y el ojo a mirar no se aparece.
Ella se va, sintiéndose
laudar,
benignamente de
humildad vestida,
y cosa parece del cielo
venida
a la tierra en un milagro
develar.
Se muestra tan graciosa
a quien la mira
que por ojos da dulzura
al corazón,
juzgar no puede quien
no lo ha probado;
enjuiciando en sus labios,
agitado,
un espíritu suave, plena
pasión,
que va diciendo al ánima:
Suspira.
*******
Tanto gentile e tanto
onesta pare
la donna mia, quand'ella altrui saluta,
ch'ogne lingua devèn, tremando, muta,
e li occhi no l'ardiscon di guardare.
ella si va, sentendosi laudare,
benignamente e d'umiltà vestuta,
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrasi sì piacente a chi la mira
che dà per li occhi una dolcezza al core,
che 'ntender no la può chi no la prova;
e par che de la sua labbia si mova
un spirto soave pien d'amore,
che va dicendo a l'anima: Sospira.»
la donna mia, quand'ella altrui saluta,
ch'ogne lingua devèn, tremando, muta,
e li occhi no l'ardiscon di guardare.
ella si va, sentendosi laudare,
benignamente e d'umiltà vestuta,
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrasi sì piacente a chi la mira
che dà per li occhi una dolcezza al core,
che 'ntender no la può chi no la prova;
e par che de la sua labbia si mova
un spirto soave pien d'amore,
che va dicendo a l'anima: Sospira.»
Maruja y mi padre, Luis Amado
(Luis Amado Contreras Quintero)
Recordando a mi abuela, María Luisa Sucre de Loynaz
Otra publicación relacionada:
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GALERÍA DE ORFEO
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