Por
defender a un amigo de lo que -no sé con qué altruistas intenciones- una dama afirmaba,
intentando soliviantar mi afecto por él, me he ganado una pasajera y efímera
fama de contar con malas pulgas. Por cierto que en otra ocasión fuimos testigos
de las muy malas pulgas y ofensivas palabras que esa dama fue capaz de proferir
hacia otra dama que quiso abordarla en el ágora.
Tiempo
después, por defender mi derecho a expresar libremente mi pensar pero, sobre
todo, por defender mi derecho a no permitir que se tergiversara ese sagrado
ejercicio, acaso, me he ganado el derecho de extender esa brevísima, efímera y circunscrita
mala fama, debido a que clausuré el trato con quienes tales artes permiten en
sus casas. Esa es su derecho, como lo es el mío el de cerrarles mis puertas en
la cara.
Si
por defender a equilibrio y ponderación, me llevan al estrado bajo el impulso de
lo que no es más que otro de los síntomas de la “sagrada enfermedad del opinar”,
(*) no tendré objeción alguna en declarar mi culpabilidad. Soy principista. Y
los principios no bajan la cerviz, no se arrodillan, ni besan enfangadas suelas.
No es una cuestión de egos encumbrados, sino de justeza de vivir. Los
principios no se amoldan a esa enfermedad del opinar, sino a la honra, aquella honra
que no viene del prurito o los prejuicios, sino del más alto gozo y culto de la
vida en el espíritu. No soporto bajezas. Y jamás he escrito ni escribiré libelos
o falsos panegíricos.
Apotegmas
contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935.
(*)
Heráclito.
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Apotegmas
contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turín, 1935.
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Para los que han
hecho de la vida en el espíritu un templo de piedra y argamasa yo soy y seré
¡agnóstico!
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Qué patéticos son los
artistas y escritores que no logran respirar a sosiego cuando no se les
masturba de continuo el ego. No quiero nada con sus lienzos ni sus letras,
pobres inadvertidos, pústulas a punto de reventar. Son tan ignaros y tan ajenos
al Eros, que terminan siendo incapaces de advertir que todo pujo por masturbar
el huero emplumamiento del yo es como intentar hacerle el amor a una careta.
Cuán lejos andan de la piel, filtro del alma.
Anselmo di Testarutto, Apotegmas
contra la peste, Turín, 1935.
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"...Acercarse a
la gente no es acercarse al poder.
Acercarse al poder no es acercarse a la gente..."
Acercarse al poder no es acercarse a la gente..."
Anselmo Di Testarutto, Apotegmas
contra la peste. Turín, 1935.
Nóirín Ní Riain and the Monks of Glenstal Abbey - The Beatitudes
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