Vamos con los otros fragmentos prometidos, un par de
publicaciones atrás, cuando dejamos algunos segmentos recogidos por Don Alfonso
Reyes en el prólogo a las Reflexiones de Burckhardt. Como dijera en esa ocasión,
es un libro que no amerita de mayor presentación, gracias al memorable prólogo de
Reyes y porque Burckhardt se ha ganado, con la fuerza de su expresión humanista,
un lugar bien ganado, como pensador del devenir de la civilización humana. En
esta ocasión dejamos los memorables párrafos de Burckhardt sobre el valor de la
poesía para la vida humana, sobre cómo sirve ella de insustituible apunte para
la memoria del hombre.
Agregamos “La cuádruple Siracusa”, la muy amena charla de Antonio Alvar, del ciclo
“Ciudades de la antigüedad mediterránea”. Otro de los
maravillosos contenidos de la Fundación Juan March. En mis pesquisas sobre el
memorable Arquímedes he dado con esta maravillosa disertación.
Y luego agregamos un hermoso registro de música renacentista.
Y luego agregamos un hermoso registro de música renacentista.
Salud!
lacl
Reflexiones
Sobre La Historia Universal, de Jacob Burckhardt. Fondo de Cultura Económica,
México, 1948. Trad. Alfonso Reyes
4.
Sobre la poesía (Pág.
116 y siguientes)
El conflicto de prelación entre la
historia y la poesía ha sido definitivamente resuelto por Schopenhauer. (39) La poesía aporta más que la historia al conocimiento de lo
que es la humanidad. Ya Aristóteles lo había dicho: “la poesía es algo más
filosófico y más profundo que la historia”. La razón de esto está en que la
capacidad a que responde la poesía es de por sí mucho más alta que la del mejor
historiador, del mismo modo que la influencia que aquella está llamada a tener
supera también con mucho a la que está llamada a tener la historia.
Además, la historia tiene en la poesía una de sus fuentes
más importantes y una de las más puras y más hermosas.
La historia tiene que agradecerle a la poesía, en primer
lugar, el conocimiento de lo que es la humanidad en general y, en segundo
lugar, los ricos elementos que le da para poder comprender las épocas y las
naciones. La poesía es, para el historiador, la imagen de lo que en cada
momento hay de eterno en los pueblos, visto en todos sus aspectos; imagen que
es no pocas veces lo único que se conserva y lo que en mejor estado llega a
nosotros.
Examinemos en primer término la poesía fijándonos en la
posición exterior que ocupa en las distintas épocas, en los distintos pueblos y
en las distintas capas sociales, desde estos dos puntos de vista: ¿quién canta
o escribe y para quién? ¿Cuál es su materia y cuál es su espíritu?
La poesía como órgano de la religión.
La poesía reviste, en primer lugar, una importancia suma
como órgano de la religión. Los himnos no sólo glorifican a los dioses, sino
que indican un determinado grado del culto, un determinado nivel del
sacerdocio, lo mismo los himnos de los arios en el Indus que los salmos, los
himnos de los antiguos cristianos y de la Edad Media o los cánticos religiosos
de los protestantes, considerados principalmente como supremo testimonio
religioso del siglo xvii.
Una de las manifestaciones más libres y más importantes de
todo el Oriente antiguo es el profeta hebreo y su exhortación teocrático-política.
El teogónico griego (Hesíodo) representa el momento en que
la nación reclama y obtiene una síntesis de sus mitos inmensamente ricos.
La Voluspa (palabras de la vole, o sea revelación del
oráculo de la pitonisa) constituye un formidable testimonio del canto
mitológico de los escandinavos, que comprende, además de los otros mitos, el
del fin del mundo y el del nacimiento de una nueva tierra. También son
extraordinariamente ricos en mitos, en figuras y en una nomenclatura
interminable los cantos mitológicos posteriores. La imagen del mundo terrenal y
superterrenal, mezclado a su vez con elementos teogónicos, aparece reflejado en
la más peculiar de las fantasías; (40)
el tono es intencionadamente
enigmático, es el auténtico tono de tos visionarios.
Luego vienen la epopeya y sus cantores.
La epopeya suple a toda la historia y a una buena parte de la revelación como
manifestación de vida nacional y testimonio de primer rango de la necesidad y
capacidad de un pueblo para contemplarse y expresarse a sí mismo típicamente.
Los cantores en quienes vive en el más alto grado esta capacidad, son grandes
hombres.
El valor de la epopeya cambia
radicalmente a partir del momento en que la época empieza a ser literaria, en
que la poesía se convierte en un género literario y en que lo que antes era
recitación popular se toma lección de cátedra. Y, sobre todo, cuando se levanta
el muro divisionario entre las gentes de alta cultura y los incultos. Hay que
asombrarse extraordinariamente de que, con todo esto, Virgilio pudiese llegar a
alcanzar un rango tan elevado, a dominar toda la posteridad y a convertirse en
una figura mítica.
La línea de sucesión que va desde la
vida del rapsoda épico hasta el novelista de nuestros días, es algo
verdaderamente formidable.
La lírica
La Urica antigua se nos presenta en las
más diversas actitudes ante el mundo: como lírica colectiva al servicio de las
religiones, como arte sociable al servicio del simposio, luego (en Píndaro)
como cantora de las victorias agonales y, coexistiendo con ésta, como lírica
subjetiva (en los cólicos), hasta que al llegar a los alejandrinos la lírica se
trueca en un género literario, nota que predomina también en la lírica y la
elegía romanas.
En la Edad Media la lírica se convierte
en una manifestación esencial de vida de la gran nobleza cosmopolita; los
franceses del mediodía, los franceses del norte, los alemanes y los italianos,
la manejan de manera semejante, y el modo como la lírica recorre los palacios
constituye ya de por sí un hecho importantísimo en la historia de la cultura.
En los maestros cantores se acusa más
tarde la tendencia a cultivar la poesía durante todo el tiempo que sea posible
de un modo escolar y objetivo. Hasta que, por último, se opera — al lado de una
poesía popular que sigue existiendo siempre y en la que lo objetivo se hace
pasar en apariencia por lo subjetivo— la emancipación total de la lírica
subjetiva en el sentido moderno, unida a la libertad diletantística de la forma
y guardan- do una relación nueva con la música; entre los italianos esta
modalidad se cultiva además artificiosamente bajo el cuidado de las academias.
Del drama es mejor que tratemos más
adelante. El destino de la moderna poesía en general es su consciente relación
histórico-literaria con la poesía de todos los tiempos y de todos los pueblos,
frente a la cual aparece como una imitación o como un eco. Por lo que se
refiere a los poetas, merecería la pena indudablemente estudiar la personalidad
del poeta en el mundo y su enorme y distinta importancia desde Homero hasta
nuestros días.
Materia y espíritu de la poesía: la
épica.
Fijándonos ahora en la poesía con
arreglo a su materia y a su espíritu, nos encontramos en primer término con el
siguiente resultado: la poesía es, no pocas veces, la única forma de
comunicación, razón por la cual puede hablarse incluso de una poesía no libre;
es de por sí la historia más antigua, y los mitos de los pueblos llegan a
nosotros casi siempre, todos ellos, en forma poética y como poesía; bajo su
forma de poesía gnómica, didáctica, es asimismo el vehículo más antiguo de la
ética, y en los himnos glorifica directamente la religión; finalmente, como
lírica expresa directamente lo que los hombres de los distintos tiempos
consideraron grande, digno, magnífico, espantoso.
Y ahora sobreviene la gran crisis
dentro de la poesía: en los periodos primitivos la materia y la rigurosa forma
necesaria aparecen estrechamente enlazadas; toda la poesía forma entonces una
sola revelación religiosa-nacional; el espíritu de los pueblos parece hablamos
directa y objetivamente, razón por la cual Herder ha podido caracterizar
exactamente la posición de las canciones y las baladas populares con la frase
de "voces de los pueblos en canciones"; el estilo aparece como algo
dado, en que se mezclan inseparablemente el contenido y la forma.
Luego viene, en todos los pueblos de
alta cultura cuya literatura ha llegado a nosotros con cierta integridad, al
llegar a una cierta fase de evolución — entre los griegos podríamos decir que
es Píndaro el que señala la línea divisoria—, el viraje de la poesía de lo
necesario a lo caprichoso, de lo popular general a lo individual, de la escasez
de tipos a lo infinitamente múltiple.
A partir de este momento los poetas son
testimonios de su nación y de su tiempo en un sentido completamente distinto
que antes; ya no revelan el espíritu objetivo de su época y de su pueblo, sino
su propia subjetividad, la cual se presenta no pocas veces en la oposición; no
obstante, constituyen testimonios de la historia de la cultura tan valiosos
como los anteriores, aunque desde otro punto de vista.
Esto que decimos se revela
principalmente en la libre opción y también, a veces, en la libre creación de
la materia. Antes era más bien la materia la que elegía al poeta, el hierro
atraía en cierto modo al hombre; ahora es a la inversa.
La infiltración de la leyenda de Arturo
en toda la épica de la nobleza poética occidental tiene desde este punto de
vista una gran importancia histórica, pues a su lado pasa relativamente a
segundo plano y se sume en la oscuridad toda la antigua leyenda popular de los
alemanes y la leyenda carolingia de los galos. Quedó el estilo, pero huyó del
tema la distinta nacionalidad. Entre estas poesías del ciclo de Arturo surge el
Parsifal alemán.
En adelante será uno de los testimonios
más importantes de cada siglo, de cada nación, lo que los pueblos pidan que se
lea, se recite o se cante.
El ciclo de las antiguas leyendas
germánicas, el ciclo carolingio y el ciclo de Arturo pasaron por múltiples
vicisitudes en la poesía y en la novela en prosa de franceses, alemanes e
italianos; hasta cierto punto se mantuvo también, al lado de ellas, la leyenda
y al mismo tiempo hay que registrar la aparición y a ratos el predominio de los
fablianx, tales, chanzas y relatos, la difusión de las fábulas de animales,
etc. El cuento adquiere una especial importancia para la historia de la cultura
en el Oriente moderno. Finalmente, el ciclo carolingio presenta una elaboración
estilística completamente nueva en los grandes italianos (Boyardo, Ariosto);
aquí nos encontramos con la tendencia a seguir urdiendo la materia de un modo
casi totalmente libre y bajo una forma clásica.
Luego la épica desemboca en la novela,
lo que nos ayuda a caracterizar toda una época según el grado de su predominio,
según su contenido y según el carácter del círculo de lectores. La novela es,
esencialmente, la poesía destinada a la lectura individual. Es el único género
con que se acumula el hambre cuantitativa de temas constantemente nuevos. Es
tal vez la única forma en que la poesía puede acercarse a la gran masa de
lectores a la que aspira, por ser la imagen más extensa de la vida con un
enlace constante con la realidad, que es lo que hoy llamamos realismo. Con
estas cualidades la novela encuentra incluso un público internacional de
lectores; un país solo no basta para abastecer a lectores sobreexcitados. De
aquí el intercambio (muy desigual ciertamente) de novelas que existe entre
Francia, Alemania, Inglaterra y Norteamérica.
(39). El mundo como voluntad y como representación, t. i,
pp, 288 ss.; t. ii, p. 499.
(40) Recuérdese el
Grimnismal y el Vafthrudnismal. En el segundo, Odin, que se hace pasar por
Gangradr, y el gigante Vafthrudnir, se examinan mutuamente acerca de los
misterios mitológicos y teogónicos. Por último, el gigante sabe que Odin le
matará.
La cuádruple Siracusa
“La cuádruple Siracusa”, charla de Antonio Alvar, del ciclo
“Ciudades de la antigüedad mediterránea”. 6 de febrero de 2018. Otro de los
maravillosos contenidos de la Fundación Juan March. En mis pesquisas sobre el memorable Arquímedes
he dado con esta maravillosa disertación.
Renaissance Lute - John Dowland
Burckhardt
Reyes, traductor de Jacob Burckhardt
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