A lo largo de mi vida son muchas las personas que he visto o conocido a las que poco o nada les interesa la memoria, sus ancestros, el pasado. Supongo que no les preocupa mucho el porvenir. Supongo también que muchas de estas personas han vivido sus vidas bajo la ilusión de estar conectados a algo que llaman su presente.
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Hay razones que sin razón razonan.
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Sociedad perfecta, la de hoy. Entre ciudadanos sintéticos o automáticos.
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Una estupidez que se repite es una perversa estupidez.
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Las bajezas no se limitan a ser vil lance rastrero, son además epíteto de la estupidez.
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Contempladores de ombligo. Así podrá ser definida nuestra humana especie.
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¿Será utópico soñar con una prensa que no trate cada Enigma de la vida con su tufillo de farándula?
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Reza el refrán popular que fines justifican medios.
Cuando la regla general es que ni a medios ni a fines les encontremos justificación.
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Por defender a un amigo de lo que -no sé con qué altruistas intenciones- una dama afirmaba, intentando soliviantar mi afecto por él, me he ganado una pasajera y efímera fama de contar con malas pulgas. Por cierto que en otra ocasión fuimos testigos de las muy malas pulgas y ofensivas palabras que esa dama fue capaz de proferir hacia otra dama que quiso abordarla en el ágora.
Tiempo después, por defender mi derecho a expresar libremente mi pensar pero, sobre todo, por defender mi derecho a no permitir que se tergiversara ese sagrado ejercicio, acaso, me he ganado el derecho de extender esa brevísima, efímera y circunscrita mala fama, debido a que clausuré el trato con quienes tales artes permiten en sus casas. Ese es su derecho, como lo es el mío el de cerrarles mis puertas en la cara.
Si por defender a equilibrio y ponderación, me llevan al estrado bajo el impulso de lo que no es más que otro de los síntomas de la “sagrada enfermedad del opinar”, (*) no tendré objeción alguna en declarar mi culpabilidad. Soy principista. Y los principios no bajan la cerviz, no se arrodillan, ni besan enfangadas suelas. No es una cuestión de egos encumbrados, sino de justeza de vivir. Los principios no se amoldan a esa enfermedad del opinar, sino a la honra, aquella honra que no viene del prurito o los prejuicios, sino del más alto gozo y culto de la vida en el espíritu. No soporto bajezas. Y jamás he escrito ni escribiré libelos o falsos panegíricos.
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No hay un fiel más creyente que el ateo.
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Apotegmas contra la peste, Anselmo di Testarutto, Turin, 1935.
(*) Así la calificó Heráclito.
PAN Y CIRCO
Y para compensar ló anterior veamos Aquí está hermoso tributo a Giulietta y Federico...
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