Atiborrado estoy de contenidos.
Añoro en algo el vacío.
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El obsesivo pensamiento se convierte en detritus...
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El discurrir que no cesa.
Fardo enmarañado.
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¿Qué agota nuestra testa?
Su perenne ebullición.
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Las obsesiones llegan a pesar tanto que se extravían del llano pensamiento. Se solidifican, doblan toda cerviz.
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Y el alma pide una tregua, que el discurrir sea sólo el de un afluente o el de unas aves cantando.
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lacl, Adagios del amanecer. 22 de abril, 2022
Luvina, en La Voz de Juan Rulfo
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