La lucha por la existencia espiritual versus una Filosofía del Resentimiento, lacl
“…La actividad artística comienza en el momento en que el
hombre se encuentra frente a frente con el mundo visible como con algo
terriblemente enigmático… En la creación de una obra de arte el hombre se
entrega a una lucha con la naturaleza no por su existencia física, sino por su
existencia espiritual…” (*)
Konrad Fiedler
Konrad Fiedler
Con esta sucinta y contundente cita abre su libro “Imagen e
idea” Herbert Read. Ese acrisolado planteamiento lo he llevado desde mis años
mozos inscrito en el reverso de mis pensamientos, que es como decir que lo
llevo estampado en la frente de mi sentir. Read confiesa que es a partir de
Fiedler que él desarrolla su teoría de que el arte ha sido, es y será una
herramienta fundamental del asentamiento de la conciencia humana. Nunca pude
conseguir los textos de Fiedler. Ahora, pasados los años, quizás pueda lograrlo
apoyado en los recursos de la digitalización.
Hoy, cuando reviso mi pasado, me veo cruzando aquella misma
esquina, emocionado de saber que hubo, hay y habrá algunas gentes con sentido
común.
Por aquellos días -entre los 70 y 80- rebatía yo,
reiteradamente, a algunos compañeros que creían, a pie juntillas, que
caballeros como Marx y Engels y su clan de gorreros -ese séquito ataviado de
ideólogos con gríngolas- eran (y, lamento confesarlo, al día de hoy algunos aún
enarbolan esa prédica) los seres llamados a transformar al hombre y su legado, en
un paraíso en la tierra, gracias a fórmulas traídas de los cabellos y por medio
de las cuales se diseña la creación de un nuevo súper hombre, modelando a la
masa como se amasa la plastilina, para forjar muñecos dúctiles a los manejos de quienes les
quieren siempre sumisos y sumidos en el papel de pasivos actores de la escena.
Con el paso de los días aprendí que esa “Filosofía del Resentimiento”
que les anima (no puedo denominarla de otro modo) es el único móvil de una
secta de pseudo revolucionarios de una no sé si bien o mal llamada izquierda.
Le acomoda bien a los holgazanes del espíritu y de la obra esa tal “filosofía”.
Jamás en sus vidas se leyeron unas tres líneas de Marx ni de Proudhon. Lenin
les pareció siempre un ladrillo. Trotsky, un marciano equivocado. Tampoco es
que haga mucha falta, pero (¡cojones!) que los mismos defensores de las tesis
del socialismo totalitario no se lean a sus príncipes y adalides es como para mandarlos
al carajo sin mediar otra palabra. Les basta apuntalarse con aires de sapiencia
en su “Filosofía del Resentimiento” para imponer la promesa de un Paraíso que
no existe ni en la más abandonada y soledosa confesión en alguno de esos súbitos
y fortuitos encuentros ante el rostro que les devuelve el espejo del baño, ese
rostro que les acusa como una patada en el ombligo de su miseria. Pero ellos han
aprendido a no contemplarse en ningún espejo, y pueden justificarlo alegando
que no hay tiempo para las petulancias del ego. Son unos relamidos sinvergüenzas.
Esa “Filosofía del Resentimiento” no es más que un burdo
falsete, un ejercicio neo-positivista del confort ataviado con ornatos de
temple igualitario. Y no hay cultor de tal escuela (aunque es una escuela que
no se ha incluido de manera correcta en la carga académica de las universidades)
que no sea, en realidad, otra cosa que un vivián, un holgazán o un embaucador cuyo
verdadero catecismo se levanta de un sucinto manual de slogans y consignas de ocasión.
Jamás se les ha cruzado por la cabeza que el trabajo creativo es el único resorte
que logra mover almas y montañas.
Cuando decimos que es por el camino del arte que el hombre puede
realmente transformar, para bien, su humana realidad, es porque el hacer y el quehacer
estéticos forman parte esencial de toda vida, son componentes vitales de la
intimidad que se asoma a contemporizar con el entorno, con ese enigma que
encarna en madre natura.
He de volver sobre mis pasos, pues me ataca la sensación de
que no he seguido insistiendo, como debiera -al menos, para mi propio sendero y
beneficio-, sobre la importancia que
cobra, al día de hoy y en este preciso instante, nuestro abocamiento a una educación
por y para lo bello. Porque hemos lanzado al “almacén de inservibles” todo
trabajo, actividad u obra que nazca del culto del espíritu, de la sensibilidad,
de nuestra facultad de conmovernos, de esa soberanía interior a la que se le eriza
la piel con los cantos del viento en las florestas, es que hemos perdido la
ruta. Es un trabajo y tiene mil veces mayor carga de valor para nuestra
subsistencia que cualquiera otra actividad servil.
Lo que acentúa Read del pensamiento de Fiedler es, por una parte,
la visión del arte como una necesidad, en el sentido de un espíritu necesitado
de expresión, en contraste con la burguesa noción del arte como un pasatiempo,
y –a no dudarlo– la existencia de una imaginación espiritual. Ello me llevaría
luego a enlazar estos planteamientos con aquella idea de una poesía y un arte necesarios
que Rainer Maria Rilke le esboza a Frank Kappus en las denominadas “Cartas a un
joven poeta”. Se escribe por necesidad, le dice Rilke a Kappus. Si luce como
una perogrullada, es una perogrullada olvidada: nuestro fuero interior necesita
de algo más que pan y vestido. Borges lo expresa como una misión del vivir: “Revelar
belleza”, expresó. A lo que luego agregaría: “Y sólo se puede revelar belleza
que uno ha sentido”.
Volvamos con Read:
“…Lejos de ser un juego, un gasto de energía sobrante, como
pretendieron antiguos teóricos, el arte en el albor de la cultura humana fue la
clave de la supervivencia, fue un aguzamiento de las facultades esenciales para
la lucha por la existencia…” (*)
Tal parece que muchos de los “modernos teóricos” piensan de
manera similar a esos "antiguos" que nos refiere Read en ese libro
que hoy debemos rescatar. Yo estoy cada día más convencido de que el ser humano
no saldrá jamás del atolladero que él mismo se ha creado, si no es cabalgando
sobre una educación por y para el arte. Y que todo aquello que se asemeje
a una filosofía del resentimiento no es más que un cascarón vacío.
Salud!
lacl, 11 de Febrero, 2019.
lacl, 11 de Febrero, 2019.
(*) Herbert Read, Imagen e idea, FCE, de la edición de
1975.
To Hell with Culture (2014) - a film about Herbert Read, art and anarchism / Britten: War Requiem / John McLaughlin - Stella by Starlight & My Favorite Things - Live at Berklee Valencia Campus
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