Se confirmaron mis temores. Se ha perdido toda la data del disco duro de mi laptop personal… Ya me lo temía. “Trabajos de amor perdidos” me provoca decir. Ha sido culpa mía, en los últimos tres años he andado mucho sobre ese pobre instrumento y ya. Ha dicho: “Hasta aquí”. El técnico me dice, “ese disco vino diseñado para laborar por 8 mil horas y usted lo ha exigido por más de 11 mil”. Lo extraño es que no me diera aviso, pues la pc nunca se quedaba colgada. Buen potro ha sido. En el fondo ya estaba resignado. A quien más voy a extrañar es a Don Anselmo Di Testarutto, de quien llevaba muchas cosas anotadas y de las que tampoco guardé respaldo, entre tantas y tantas horas de vuelo. No me hice un nuevo DD en parte por los costos actuales y aquí están las consecuencias… En fin, lo hecho, hecho está. He de volver la página. Pero, sobre todo, he de volver a mis cuadernos, a la hoja, al lápiz… Basta ya de cibernética. A ella volveré sólo para guardar por triplicado.
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