Limpiando el email para evitar que el administrador, que se comporta como un Gran Hermano, me siga importunando con sus inmejorables ofertas, me consigo esta nota del querido Sael Ibáñez:
[ ...Venía hoy por Sabana Grande y veo a alguien y no me lo creía, era el poeta Acevedo. Yo había estado pensando en él hacía apenas unos días y la mente (esa mentirosa) me lo ofrecía como acabado y en las últimas, y resulta que el tipo está precioso y hasta más entero que la última vez que lo vi hace unos 7 años. Bueno, sabes que algo típico le ocurrió: tenía el teléfono de Cadenas y lo perdió (de eso tú tienes varios postgrados). Y yo le aseguré que se lo conseguía pues sin duda tú debías de tenerlo. Si lo tienes puedes pasármelo para dárselo. Y me dijo que después de hablar con Rafael podíamos salir un rato por ahí para hablar, algo que puede ser muy grato, y te invito para que lo hagamos donde sea, cuando sea y gloria a los dioses porque a este gobierno ellos lo castigarán! ¿Sabías que a Nietzche lo botaron de la Universidad por decir que el corazón de la tragedia griega radicaba en el coro, vale decir en la voz colectiva? ...]
(Sael 18 de mayo 2017)
...
Mi respuesta para Sael fue cómo sigue:
Mi querido Sael. Estoy por responder tu correo, pero entre una ocupación y otra, siempre uno termina haciendo otra cosa. Lo que me cuentas es extraordinario, maravilloso. Que bueno que el poeta Acevedo se encuentre bien. El asunto es que no consigo el número de Cadenas. No sé dónde he puesto un libro en el que lo tengo anotado en la contratapa, vaya agenda telefónica. (*) Y con la pérdida del celular que tenía con Movistar perdí los contactos. Hoy mismo lo consigo. Yo me sumo a esa iniciativa, por supuesto, de sentarnos con ellos a conversar. Puede ser en la casa o en donde ellos quieran ... Todo dependerá de ellos, ¿no? Estuvimos en Enero en su casa, pues Luis Perozo quería hacerle una entrevista y la hicimos en el parque, cerca de su casa. Voy a escribirle a Perozo para que me pase su número, pues yo se lo di a él. Si no, tengo a varias personas que me lo van a dar con seguridad, entre ellas a las Maggi. Te llamo más tarde. Mi nro, recuerda, porfa, es el XXXXX
UN ABRAZO MUNDIAL!!!
(*) El libro en cuestión es el extraordinario estudio de Dodds, PAGANOS Y CRISTIANOS EN UNA ÉPOCA DE ANGUSTIA.
(lacl, 22 de mayo de 2017)
(*) En esta imagen Sael introduciendo a nuestro maestro Rafael Cadenas para la presentación de unos títulos de Mario amengual y de este servidor en la librería EL BUSCÓN.
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Sael. In memoriam.
Sael ha sido un hombre extraordinario. No había cosa mínima o grande que no exaltara la efusividad de su ánimo. Todo en su expresión era un acto de maravillarse. Y era una irrupción del alma cargada de entusiasmo en el sentido etimológico del término: endiosamiento. Entregado amante de la lectura y la escritura y un sincero y afectivo exponente de admiración, allí donde hay que reconocer una obra de otro creador. Nunca pudimos entender el que algunas personas quisieran ningunear a poetas nuestros como, por ejemplo, Rafael Cadenas. Siempre detestamos, al unísono, las envidias literarias y las miserias de los cuchicheos de otros escritores hacia sus congéneres de la palabra creadora.
Una de las más bellas experiencias y de la que me hablaba con frecuencia era la de su peña literaria, SINENOMINE, con un grupo heterogéneo de personas interesadas en la literatura y la amorosa disciplina con que se reunían, una o dos veces a la semana, en algunas ocasiones en un bar o tasca caraqueña o en algún otro local cedido para la ocasión, hasta que consiguieron un punto formal en la Casa Croata de Chacao. Sinceramente debo reconocer la admiración que sentí la primera vez que me senté a escuchar a ese grupo de amigos que se reunían en torno a la creación literaria, todos con un gran afecto por ese amante de la efusividad. Sael, por cierto, me recuerda un poco a Katsimbalis, aquel creador del minuto a minuto, un poeta del paso a paso, ese hombre que referencia Henry Miller en El coloso de Marussi y que tan bellamente describe Lawrence Durrell en la carta de epílogo a ese libro.
Sael ha sido un señor y yo siempre honro su memoria. Amigo de mis amigos, honro siempre también la memoria de los amigos que me lo presentaron, Alberto Amengual y Mario Amengual, un par de queridos hermanos.
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Estampas
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