24 de diciembre.
Mis pensamientos de hoy en la tarde, ya al llegar a casa y en camino hacia la noche, fueron para el hilo conductor representado por mi padre (quien continúa en estos ámbitos, aunque tiempo ha ya que tomara su último vuelo); fibra que pasa su hilván por pecho, ombligo y plexo, continuando hasta mi hijo, quien en estos ámbitos mundiales vibra y respira el mismo aire que respira un servidor y, sin embargo, desde hace muchas lunas ya, no podemos inhalar bocanadas de cielo a un mismo tiempo y a menos de medio metro, cada uno del otro...
Les pienso y les siento a todos, a los que vinieron y partieron, a toda aquella gente amada representada en familia y hermanadas amistades que se esfumaron con el libro del tiempo; a los desaparecidos, aquellos que viven sumidos en sus propias soledades. Siempre surge un sentimiento amoroso hacia el mundo que me rodeó y que se fue, y que se aposenta en una agradecida memoria, mundo que sabe que en mi alma hay una habitación con cama y mesa para todos los seres y momentos vividos, pero sin olvidar que al abrir o cerrar los ojos mi agradecimiento se enciende con la regalada inflexión de la luz o se interna en la sombra del sueño.
Pero en este momento de mi día, el cual representa todo lo visto y sentido y lo que me resta por ver y sentir, es ese hilo de padre a hijo renovado el que aroma mi paso por esta experiencia que llamamos vida...
(lacl, pensamiento que revoloteara como mariposas sobre mi cabeza, desde la tarde hasta un poco antes de la medianoche, cuando esbocé las primeras líneas, y que luego se completara al abrir los ojos, un poco antes de agradecer las claridades de un nuevo día... Le deseo a todo transeúnte o visitante de este blog momentos felices y un pensamiento agradecido, ése que nace en el corazón, en estas navidades.)
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