El silencio va elevándose,
por hilvanarse
al pan de la soledad,
en la noche enseñoreada,
buscando enlazarse con el cielo
hasta alcanzar a su amada.
Al fondo, en el horizonte,
brilla la comarca
dando esplendor al firmamento,
pero el amante caso omiso hace
de esplendores subrepticios
y brillos que en su seno
nada saben del amar,
luz que dona belleza
únicamente en lejanía.
Entre tanto,
hasta los grillos han callado
y la ladera silvestre
en monte sagrado se convierte,
por luna de luz bañado.
Y el corazón del contemplador
arrobado queda
ante la magia indescriptible,
envuelto en la silente desnudez
de la soledad iluminada.
lacl, 29 / 08 /2023, tras el gong de la primera campanada silenciosa, al cruzar la medianoche.
Deja que caiga la noche...
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