... los párpados caen vencidos por el peso del insomnio ... la mano se alza en el último instante para, en el postrer esfuerzo de un guerrero, sumir la vela en el misterio, sombra del sueño ... la otra mano adrede ha dejado un dedo anclado entre las páginas del libro ... es porcelana (tersa, afable al tiento) del pocillo dónde has bebido café ... se siente a gusto el dedo allí ... anclado en un remolino del aire ... no alcanzas a ver el fondo de la taza ... pues no quieres ver abriendo los ojos, sino seguir viendo en la oscuridad del párpado cerrado, que es como se puede ver ... si hay llanto o borra de café es algo que se borra en la selva en que incursionas ... vibra un rumor de sombras salvajes allí donde estás ... has estado allí hace dos milenios ... es noche ... los trirremes de las tropas invasoras descansan a la orilla del río, luego de haber vadeado y azotado las costas durante toda una jornada agraciada por el sol ... no eres parte de la tropa ... tampoco eres el salvaje que se oculta en la espesura ... eres el ojo que todo lo ve ... el ojo del milagro y del espanto ...
lacl, 20 08 2022, hora del pulmón
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