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Gracias a Carlos, pues finalmente ve la luz esta colecta de poetas de la Shoah, tras venticinco años de abnegada faena, de búsqueda y pesquisas de los cantos elevados por tantos seres avasallados y abatidos por la perversidad, venticinco años trabajando en la traducción de esos cantos.
La voz de los poetas que, como bien dijera Hermann Hesse, son nuestra mejor cara para representarnos el alma, se empina por encima de los descalabros de la humanidad.
El gesto mínimo de anotar un breve o largo canto en papeles arrugados con un trozo de crayón, junto a la peripecia milagrosa de que ese canto se haya salvado de las hogueras perversas a las que, en contraparte, es tan voluble la sombra psíquica de nuestra estirpe, adquiere una portentosa significación espiritual.
La especie humana se ha caracterizado por vivir siempre en una era de angustia. La presente viene signada por una potenciación apoteósica del secular avasallamiento tanto del individuo como de la multitud por parte de minorías gobernantes, en virtud del control absoluto de los medios tecnológicos y una estupidizada cultura de masas.
El poema esbozado en las circunstancias más denigrantes y adversas para un ser humano, se eleva a los aires por encima de las hogueras salvajes y ayunta el alma del humano ser con el alma del mundo.
Y nuestra humana misión, misión de cada ser que sienta o intuya que debe hacer algo para equilibrar la balanza será, como mínimo, pasar de mano en mano esa voz de los poetas que nos hablan del reverso de la hoja y su belleza, de las letanías que se cruzan los árboles con el viento, como de aquel amor que suscita de pronto en el contemplador la mera estampa del firmamento.
Cabe cuidar nuestro respiro, no sólo para cuidar de nuestras vidas, sino para que esas vidas tengan un cabal sentido.
Carlos cuenta con nosotros para apoyarle como sus afectos hermanos de la tribu.
Amén.
lacl.
John Heartfield (Helmut Herzfeld) fotogramas
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