A los seres humanos nos hace falta creer en ciclos, eras, etapas. Nos place enfocar nuestra Visión desde un andén en el que podamos poner en marcha nuestros propósitos. Amoldarnos, con madre Natura, a las estaciones pues, en el sombreado fondo de nuestros pensamientos -o un tanto inconscientemente- somos cosechadores. Aunque, también inconscientemente, solemos trastornar la naturaleza inmanente de todo lo creado en derredor.
Así que para este nuevo ciclo y tratando de casar al señor propósito con la señora deseo, aspiro y espero a que Anima y Animus (o, si lo prefieren, ella y él) logren su empatía de dos en uno.Y que la bella y sabia Anima sea un tantito más condescendiente con el tosco Animus (pues media naranja sin la otra media naranja no conforma un redondo fruto), y que con mimos sepa hacerle doblar la cerviz sobre su regazo. Y que éste aprenda a ver un poquito más en profundidad a su entorno y deje de alzar la cabeza como si fuese un pavo real; que descubra el camino y, con ello, el amor al tránsito que le conduce al altar de la diosa...
Pues una vida sin ese culto entre él y ella es una vida qué ha perdido todo su sabor.
lacl, 01 de enero de 2022
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