Noticias de muerte, en cascada y de
continuo. Séptimo sello pareciera ser la cifra. No hemos sido nunca prosélitos
ni glorificadores de los maléficos designios. Pero esto es lo que hay, como
suele orar en las calles nuestro verbo coloquial. Pasan las horas y los días, y
la muerte sigue fluyendo como un miasma de caudal incontenible. A todos
arrastra, marca todas las puertas de las casas, hiere, acicatea, da empellones
a cuanto descaminado ser se asome al día.
Y nos preguntamos, ¿es que hoy no es
más que ayer? ¿Por qué las horas se ennegrecen cuando ya no alcanzábamos a
imaginar que el cielo pudiera cargar más nubarrones? ¿Es que nos ha llegado a
todos la hora de la revelación? Pero, de ser así, ¿por qué tanta desolación?
¿Por qué no logramos solazarnos con el fin? ¿Qué hemos dejado sin hilar, que no
acabamos de callar en la oquedad acogedora del silencio? ¿Cuál es la razón de tanto
desatino, tanta miseria, tanta inclemencia, tanto dislate y altisonancias? ¿Qué
materia estamos dejando pendiente en el libro de los rezos que encarna en cada
suspiro, en cada ensoñación? ¿Qué palabra de revelación hemos de inquirir para
que venga darle vida a este signo de interrogación incontestada?
Pensaba escribir una glosa llana para
retrotraer a un par de esos raros textos del pasado, acaso ya no tan inmediato,
que se sumaran al redactar de Cuadernario *, pero no ha surgido otra cosa que la
antedicha e incontinente preguntadera. En suma, pido excusas por tal introito y
dejo a continuación aquel par de textos inscritos en la letra V de Cuadernario,
compendio de imágenes que se fuera armando como corpus durante el primer lustro
de milenio. Me refiero a la letra V de la agenda telefónica en la que se
escribiera Cuadernario…
V
I.
Vacilo sobre la hora del filo del algodón,
en el momento exacto de la crisis de la
vigilia
que sabe que sueña que sueña que sabe
que está equivocada.
II.
Viuda Negra.
Ánima sin rostro.
Rostro sin ánima.
Deambulando por calles
y senderos del mundo,
encelándose con nuestras cuitas,
prendiendo el canto y llanto
de los niños.
Escóndese en la aurora
y en el crepúsculo.
Sus harapos disimula
entre los pliegues
de todo lo creado:
en las caras de la vida
y en los planos y recodos
de lo que juzgamos inerte.
Es ánima negra,
sus harapos se transfiguran
y nunca acaban de derruirse,
mientras ella vaga por el mundo
imponiendo fraudes tutelares,
auspiciando sombras
en el centro de la vida,
esparciendo un ahogo
en el cálido aliento
que insiste en habitarnos.
Es viuda negra,
sombra estéril e indefensa
por etérea,
mas inmune al dolor y a las heridas,
llevando hacia sus feudos,
noche tras noche,
día tras día,
el fruto de su abnegada faena:
ligeras carrozas cargadas
de cofres y baúles
en los que plácidamente
duermen, confinadas,
millares de almas vencidas
por el envilecimiento.
* Forma parte de Cuadernario. Agrego la ficha
técnica del libro:
Cuadernario
2001-2005
Contreras, Luis Alejandro
Cuadernario / Luis Alejandro Contreras. —
Bogotá : Común Presencia Editores, 2007.
76 p. ; 21 cm. — (Los conjurados ; 27)
ISBN 978-958-98023-1-1
1. Poesía venezolana I. Tít. II. Serie.
V861.6 cd 21 ed.
A1103766
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango.
Sobre la génesis de Cuadernario, dejo este otro enlace:
https://letrascontraletras.blogspot.com/2011/03/inminencia-de-abril.html
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango.
Sobre la génesis de Cuadernario, dejo este otro enlace:
https://letrascontraletras.blogspot.com/2011/03/inminencia-de-abril.html
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