Ni un crimen más, ha escrito nuestra querida Mery
Sananes. Y nosotros la acompañamos de corazón en su pedido. Pues, como ella,
somos embestidos por estas horas aciagas. Las más terribles. Vivimos es un infierno.
La deshumanización no es ya palabra que valga para calificar lo insondable y
profundamente obscuro a que ha llegado la bajeza del espectro colectivo. A mi atención
han llegado los contenidos más horrendos, los actos más sucios y desalmados que
cabría imaginar, documentos que harían palidecer a un verdugo y que nos pican con
la única finalidad de que perdamos las esperanzas sobre el posible rescate del espíritu
como ente rector de nuestras vidas. Nos quieren derrotar es haciéndonos doblar
la cerviz, a punta del amedrentamiento de la crueldad y la violencia que pone a
correr la sangre por las calles. Vivimos, como decía tiempo atrás, en una
colectividad plagada de camusianos extranjeros. La vida no vale nada, ésa es la
prédica de quienes, cual Orcos extraídos de cualquier pasaje del Señor de os
anillos, sólo saben de aniquilación, de sadismo y de holocaustos. Claro que añoramos
contigo la búsqueda y, sobre todo, el encuentro de esa escuela de sabiduría superior.
Y creo, con Vallejo, que tendremos que intentar, por todos los medios posibles
y desde el humilde recoveco de nuestras individualidades en su entorno inmediato,
un rescate de la humana sensibilidad. El ser humano ha perdido, grosso modo, su
aptitud para el conmoverse. Aptitud que yo considero, más bien, como una virtud.
Solicito, desde ya, un cupo en esa escuela del mirar o del captar. Una escuela
que nos enseñe a ver con el corazón, a escuchar con el vibrante ombligo, a sentir nuevamente el golpe de la brisa sobre
los vellos de los brazos, a llevar al vientre el aroma vegetal, escuela del
tacto con el cosmos. En fin, creo que esa escuela tendrá que comenzar con un desaprendizaje,
el desaprendizaje de nuestra negación como seres en los que corre una savia; una
escuela en la que comparezcamos para desaprender todo lo que la humana miseria de
los infelices ha inculcado o tratado de imponer al resto de los mortales desde
la más temprana infancia. Dejamos aquí la invocación de Mery, previamente bendecida
por las hermosas y nobles palabras del Machado de Mairena o del Mairena de
Machado, como lo prefieran…
lacl
¡NI UN CRIMEN MÁS!
Estamos abocados a una
catástrofe moral de
proporciones
gigantescas, en la cual sólo queden en pie las virtudes cínicas. Los
políticos tendrán que aferrarse a ellas y gobernar con ellas.
Nuestra misión es adelantarnos por la
inteligencia a devolver su dignidad de hombre al animal
humano. He aquí el aspecto más profundamente didáctico de nuestra
Escuela Popular de Sabiduría Superior.
ANTONIO MACHADO
Juan de Mairena
Nada tan terrible como
eso de contabilizar los muertos, como si una vez caídos se convirtieran en un
simple número, que alguien sacará a relucir o negociar.
Se olvida que cada uno
de ellos es un hijo, un hermano, un padre, enfrentado a los masacradores con el
sólo sueño de reconstruir una vida que desapareció en la oscuridad de los
callejones, en las noches oscuras, en las emboscadas y el terror.
Me niego a hacer la
lista. Sólo quiero que no haya una sola madre más que tenga que llorar al hijo.
Que el GN que lanza la bomba o dispara el perdigón sepa que ese hombre que ha
asesinado, lleva inscrito en su alegría el rostro de su propio hijo.
Bastaría dejar de
cumplir las órdenes asesinas para que acabara esta masacre. Bastaría
simplemente dejar de disparar para que se detenga este horror.
Pero sabemos que eso no es posible. El que porta las armas ya forma parte del estado delicuencial y su misión es cumplir órdenes, que termina haciendo suyas. Forma parte del entramado del poder. Ha sido entrenado, domesticado y guiado para hacerlo. Está allí para eso.
¿Cuándo y cómo entonces enfrentaremos y detendremos esta historia de barbarie, muerte y desconsuelo?
Esto no es posible sino a través de la organización de una fuerza social consciente.
Pero sabemos que eso no es posible. El que porta las armas ya forma parte del estado delicuencial y su misión es cumplir órdenes, que termina haciendo suyas. Forma parte del entramado del poder. Ha sido entrenado, domesticado y guiado para hacerlo. Está allí para eso.
¿Cuándo y cómo entonces enfrentaremos y detendremos esta historia de barbarie, muerte y desconsuelo?
Esto no es posible sino a través de la organización de una fuerza social consciente.
Ni un muerto más para la
contabilidad de los masacradores. Ni un preso más para saciar la venganza de
los asesinos. Ni un lesionado más para la cuenta de quienes se sienten dueños
de este poder delincuencial que nos somete.
Fundemos de una vez por
todas nuestra propia Escuela Popular de Sabiduría Superior
Nuestro propio
Movimiento de Movimientos
Nuestra propia Escuela
de Idealidad Avanzada
¡NI UN CRIMEN MÁS!
texto y foto
/mery sananes
26 abril
2017
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