"...pero una vez alcanzada la
forma, entonces la misma creación puede esperar una vida futura..."
Nunca más a tono y más a gusto con aquel que manifiesta su abnegación y culto por la poesía. Ante una pregunta del editor Vladimir Justl, Vladimir Holan suelta las amarras de una respuesta contundente, una respuesta que siempre me ha vibrado en el aire que envuelve nuestras silenciosas cavilaciones…
Dejamos
esa respuesta extractada a continuación y, más abajo, otro fragmento de esa
conversa…
Salud
lacl
Vladimir
Justl.-Tras quince años de silencio, hasta 1963, han aparecido ahora numerosos
libros suyos: Mozartiana, Guardia nocturna del corazón, Sin título, Historias, Avanzando,
y ahora Una noche con Hamlet, y después aparecerá Dolor, una suerte de diario poético
de los años 1949 a 55.
Vladimir
Holan.- !Qué pena, parece demasiado de golpe! Pero muchos de esos versos han
estado en la maleta de soldado durante un cuarto de siglo. Primero no los quise
dar, luego fueron prohibidos. Llegó el tiempo de callar…
Existe
la mordaza y existe también la cruel pregunta: ¿por qué escribir? Aunque la excitación
de escribir un poema es la fuerza más ardiente, pero una vez alcanzada la
forma, entonces la misma creación puede esperar una vida futura. Por supuesto,
hay momentos, y pueden durar años, en que al hombre no le queda sino hablar
solo consigo mismo… Esto es por supuesto siempre una cárcel, como se diría:
muro por muro…
…..
VJ.-Desde
1961, dice. Pero el último poema de Dolor, el libro anterior, está fechado el 4
de marzo de 1955. ¿Significa esto que durante casi 6 años se ha dedicado a escribir
solo Toscana?
VH.-Sí,
me parecía inútil, después de tantos años de hablar a los muros, escribir versos
como un muerto para los muertos. Tal vez por eso me obsesionaba el deseo
apasionado de despedirme de la vida en la tierra. Así nació Toscana.
Aunque
quería morir en Bohemia, trasladé (!ay de mí, sin alas!) la acción a Italia,
que había visitado hacía muchos anos. ¿Años? No, recuerdo bien, fue el año en
que murió Otokar Březina, es decir, en 1929.
VJ.-Así
que es su última obra de grandes dimensiones. ¿Se siente bien en ella, le gusta?
VH.-Como
mi muerte, que no me gusta.
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