Arte y poesía: vigencia de toda expresión lúdica, gesto o acto non servil en tiempos tan obscuros como los actuales. Disertaciones sobre el culto añejo de ciertos antagonismos: individuo vs estado, ocio y contemplación vs labor de androides, dinero vs riqueza. Ensayos de libre tema, sección sobre ars poética, un muestrario de literatura universal y una selección poética del editor. Luis Alejandro Contreras Loynaz.
Si en Venezuela estilamos ser toderos, ese envite de torear la vida en cuanta empresa se nos plante ante la vista, yo debo decir que he sido -y acaso aún soy- un fervoroso nadero, suerte de lance para nadar en las enaguas de la susodicha. Pues en lugar de ser un profesional en todo, he sido un amateur en nadas; en el más feliz de los casos, un entendedor, siempre a la chista callando. Las naderías suelen causar gran fascinación sobre las almas distraídas, entre las que me incluyo, y no sé que hado les haya legado su encanto a las primeras. Y, aunque cursé más de cien créditos en la Escuela de Letras de la UCV, nunca me mortificó el comprobar que ese sistema de jerarquías con que el hombre gusta de mortificarse la carne, también hubiese ganado espacios en ese querido recinto y que, en virtud de ello, hubiese materias que disfrutaban de cierta prelación sobre otras. Iba por puro gusto. Nada hay como explayarse. El resto es aburrido y desmesuradamente empalagoso. Por otra parte, ¿quién no tuvo, alguna vez, que pasar por el trance de mancillarse las manos al hacer algún oficio? Pocos, muy pocos.
Cuadernillo - Las dádivas desmedidas, Jorge Manrique. / Jorge Manrique Coplas a la muerte de su padre. Una lectura.
Yo siempre me he preciado de portar pequeños cuadernos
en mis bolsillos, generalmente, en el bolsillo que se cobija bajo el ala
izquierda de mi chaqueta. En cierta oportunidad me encontraba yo versando y
conversando con algunos amigos, amantes todos de la palabra. Salió a la mesa el
asunto de nuestros amores con esos cuadernillos y aquel lejano cuadernillo, entonces
joven y de hojas color verde eucalipto. Comenzamos a leer las citas allí guardadas.
Esta copla de don Jorge Manrique escrita con motivo de la muerte de su padre,
que toda la vida me ha parecido síntesis de la transparente poesía, tomó por
sorpresa a todos los contertulios y les dejó enmudecidos. Lo que siguió fue
releer esa acrisolada brevedad varias veces y dejar que su palabra a todos nos
arrullara, muy por encima del bullicio de un bar de la esquina de El Conde. Recuerdo
que leímos igualmente, aquel texto, para mi legendario, de Walt Whitman, el
intitulado “Un millón de muertos”, colectado en sus cuadernos para el libro “Días
ejemplares de América”. Pero dejemos ahora este portento, crisol, como digo, de
la palabra que en breves trazos nos acuna en una ascendencia y un trascender que da nuevos y,
acaso, más certeros visos al efímero soplo de la vida.
XIX
Las dádivas desmedidas,
los edificios reales
llenos de oro,
las vajillas tan fabridas,
los enriques y reales
del tesoro;
los jaeces, los caballos
de sus gentes y atavíos
tan sobrados,
¿dónde iremos a buscallos?
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
De las Coplas de Jorge
Manrique a la muerte de su padre.
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