A Amparo Osorio
Por fin
llueve.
Mayo se
anuncia.
He de caminar
con atemperado
y, si posible,
decantado
paso.
Mayo trae
siempre,
con sus aguas,
una ola de
cambios.
Abatimientos,
desgarrones,
permutaciones
sobre
la faz del
mundo.
Derribos,
furores, jirones;
enajenamiento
de lo que,
de algún modo
siendo, fui.
Trae, también,
renacimientos
y olvido de
todo
lo huido,
pues mayo se
lleva
lo mustio y
trae
lo verde;
pero lo verde
tempranamente
transita el
tono
virtual de la
vida,
siendo
implícito
matiz de la muerte.
A mí me duele
el mundo
a cada mayo,
me duele
en los huesos,
me duele en su
savia
derramada que,
al rebasarse,
nos arrastra
en su crecida.
Me duelen
la vida y la
muerte,
pero me duelen
sin dolor.
Cada mayo
se lleva lo
sembrado,
cediéndonos
nuevos retoños.
Yo busco
las tierras
altas
cuando mayo se
avecina.
Y aunque de
poco me sirva,
me apertrecho,
mientras
aguardo los
embates
de su
inminente regreso.
Busco refugio
en la luna
que, a ratos,
se torna mezquina
y, por mi
bien,
me instiga a
volver
sobre mis
pasos.
Busco
resguardo
en la noche,
que nada puede
hacer
para tomar las
manos
de una
humanidad
pidiendo
salvamento,
mientras brega
contra la
corriente.
El hombre
no quiere
morir
y no se
permite el vivir.
Y es allí, en
la
auto-infligida
negación,
donde nace
su claro
rechazo
por la
metamorfosis;
es su propia
privación
la que le
hostiga
e incita su
repulsa
por la más
nimia
transformación;
es esa
implorada
condena,
servida
en espléndida
mesa,
la que espolea
su obstinada
resistencia
ante las
cíclicas
conversiones
que todo mayo,
inapelable,
cincela
en nuestra faz
y en
cada punto
cardinal.
Mayo nos pide
que
demos paso a
la vida.
Mayo nos pide
que
demos paso a
la muerte.
Me duele mayo
en cada parte
del cuerpo,
mas es un
dolerme sin dolor.
Tomado
de:
Días de bruma
(Memorial del aura
(Memorial del aura
en días de bruma)
Apuntes
y fragmentos de vida, amor y muerte
de
un amanuense griego al servicio del Imperio
Simónides Románico - Roma - Circa 248 DC
Hermes Alejandrino
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