Hace dos tardes, cuando ya la luz diurna nos daba su adiós, me senté por un momento en el patio a contemplar el cielo, dados los juegos de luces y colores que se extendían nubes, pájaros e infinito. De pronto nos dimos cuenta de que un rostro sonriente nos contemplaba entre las resecas enramadas... Ya la rotación celeste nos jugaba la treta de lo efímero y era imposible captar con una rudimentaria cámara de celular el rostro que nos miraba, mientras se mecía con la brisa. Al día siguiente no volví a pensar conscientemente en ese rostro. Pero antes de salir a reunirnos con unos amigos, y antes de que volviera a escabullirse la luz solar, pudimos levantar estos bocetos que acompañamos de otro par de bocetos que se refieren a rostro: uno de nuestro muy apreciado poeta vacana Devara Desimayya y, el otro, de un servidor, lejano boceto intentado para recobrar el plácido talante de la vida.
(lacl)
* * * * *
En el vientre de su madre
el niño no conoce el rostro de su madre
ni tampoco su madre el rostro de él.
El hombre, en el mundo ilusorio,
no conoce al señor ni el señor a él,
Ramanatha.
(Devara Dasymaya)
Poeta Vacana, India (Circa S. X)
Cantos a Siva (o Shiva)
ADIAX S.A., Barcelona, 1981
* * * * *
. A Yineska
Tus ojos,
son dos flores
en el viento danzando
sobre el rostro ondulante
de la vida
porque en tus ojos
nace un arroyo
cuyas aguas saben,
ancestralmente,
que todas las cosas
en la vida están vivas
y ese arroyo del mirar
lleva en sus aguas
un sabor a roca antigua,
abrazada por el verde
de los musgos
un sabor a piedra vieja
que no olvida su destino
de ser trozo de cielo
cantando en el silencio,
entre nosotros
(De un cuaderno inédito que lleva por nombre Toma luz, toda la noche)
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