El instante, la cosa, la presencia en la poesía. Eso es un albur o magia propios de su naturaleza. Hay poesía más allá de la lengua. Poesía que se manifiesta en el instante, en la entidad viva o inerte que de pronto contemplamos; en el resplandor que, súbitamente, airea nuestro pecho y con un viento indecible recorre nuestra porosidad, estremeciéndonos. Esa es la poesía que trasciende nuestro lenguaje, pues cuenta con su propia lengua, que nos habla plenamente y en cifrada dicción, una emisión que claramente podemos sentir, pero difícilmente descifrar en nuestras palabras.
Misión del poeta. Tomé el libro al azar, como al azar lo abrí con el Reloj de Sol. Y creo que lo dicho anteriormente se corrobora en este hermoso canto que pasa por el cernidor el poeta, desde el albur a la voz, y de allí a la hoja...
Salud, lacl.
P. S. Lo leímos en la versión de Bermúdez-Cañete, Poesía Hiperión. Agregamos más abajo la versión de Ferreiro Alemparte, menos afortunada.
RELOJ DE SOL
Alguna vez desde la sombra llega
un estremecimiento de humedad podredumbre
del jardín, dónde se oyen caer, la una a la otra,
las gotas, y se escucha a un ave migradora,
hasta la columna, que se levanta
entre coriandro y mejorana,
señalando las horas del verano;
sólo cuando la dama (a la que sigue un criado)
con su clara pamela , se inclina por encima
de su reborde, se ensombrece y calla ~.
O cuando un veraniego chaparrón
se alza desde el ondeante movimiento
de frondas elevadas. se permite un descanso;
pues no sabe expresar el tiempo que, después,
en los trozos de frutas y de flores, de pronto,
arde en el blanco invernadero.
Versión de Federico Bermúdez-Cañete,
Rainer María rilke
Nuevos poemas, Poesía
Hiperión.
Segunda edición 1999
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RELOJ DE SOL
Raras veces llega un hálito de húmeda
putrefacción desde el jardín en sombra,
en el que se oye el gotear del agua,
y un pájaro de paso, al pie de la columna,
por entre mayorana y coriandro,
alza su voz marcando las horas estivales:
sólo cuando la dama (seguida de un lacayo)
en su clara pamela florentina
se inclina sobre el borde,
ensombrece y se cierra en su mutismo;
O toma un descanso cuando una lluvia
de verano se acerca desde el oscilante
movimiento de las altas copas;
pues no sabe cómo expresar el tiempo
que luego, en trozos de rrutia y flores,
resplandece de súbito en la blanca glorieta del jardín.
París, comienzos del verano de 1908.
En versión de Jaime Ferreiro Alemparte. Ediciones Austral.
RILKE - BALTHUS
Guarida de los poetas -
Rilke, Herbstagg, en la voz de Oskar Werner...
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