Gran pérdida es para la humanidad no contar ya con su
presencia física, pero grande es el legado que le deja. Eso sí, lo cede a una
humanidad exasperadamente deshumanizada, una humanidad empeñada en su propia
negación, una humanidad enfrascada en la consumación de su autodestrucción.
De una enttrevista para El País. Cito:
… “Es un horror envejecer sin dignidad. Antes, las familias
más o menos se podían hacer cargo de sus ancianos, pero ya no pueden. Quizás la
próxima crisis sea generacional". (Steiner)
Steiner estaba entonces prediciendo que un día la
conversación que entonces milimetraba, hasta hacerla perfecta en una hora,
dejará de existir algún día como síntoma final del fracaso que era al fin toda
existencia. Aunque fuera tan pletórica como la suya. (Juan Cruz) …
Para ir a la fuente:https://elpais.com/cultura/2020/02/03/actualidad/1580764391_075395.html?ssm=FB_CC
George Steiner, segmento de entrevista:
Don de gentes.
George Steiner sobre Hemingway:
“…and only a very great artist can
say everything without saying anything…”
...
...
Al final, su disertación sobre el "reino de la
memoria" (Kingdom of memories) es una maravilla. De sus palabras se
desprende que a la memoria hay que hacerke calistenia, todos los días.
GEORGE STEINER: “ME ASQUEA LA
EDUCACIÓN DE HOY, QUE ES UNA FÁBRICA DE INCULTOS”
FUENTES *
Julio 13, 2016 Entrevistas, Borja Hermoso.
La Nacion / CAMBRIDGE.-
Primero fue un fax. Nadie respondió a la arqueológica intentona. Luego, una
carta postal (sí, aquellas reliquias consistentes en un papel escrito y metido
en un sobre). “No les contestará, está enfermo”, previno alguien que le conoce
bien. A los pocos días llegó la respuesta. Carta por avión con el matasellos
del Royal Mail y el perfil de la Reina de Inglaterra. En el encabezado ponía:
Churchill College. Cambridge. El breve texto decía así: “Querido Señor, el año
88 y una salud incierta. Pero su visita sería un honor. Con mis mejores deseos.
George Steiner”. Dos meses después, el viejo profesor había dicho “sí”, poniendo
provisional coto a su proverbial aversión a las entrevistas.
El catedrático de literatura
comparada, el lector de latín y griego, la eminencia de Princeton, Stanford,
Ginebra y Cambridge; el hijo de judíos vieneses que huyeron del nazismo primero
a París y luego a Nueva York; el filósofo de las cosas del ayer, del hoy y del
mañana; el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001,
el polemista y mitólogo políglota y el autor de libros capitales del
pensamiento moderno, la historia y la semiótica como Nostalgia del absoluto o
La idea de Europa abría las puertas de su preciosa casita de Barrow Road. Es
una mañana de lluvia en la campiña de Cambridge. Zara, la encantadora esposa de
George Steiner (París, 1929), trae café y pastas. El profesor y sus 12.000
libros miran de frente al visitante.
-Profesor Steiner, la primera
pregunta es, ¿cómo está su salud?
-Oh, muy mal, por desgracia.
Tengo ya 88 años y la cosa no va bien, pero no pasa nada. He tenido y tengo
mucha suerte en la vida y ahora la cosa va mal, aunque todavía paso algunos
días buenos.
-Cuando uno se siente mal… ¿es
inevitable sentir nostalgia de los días felices? ¿Huye usted de la nostalgia o
puede ser un refugio?
-No, lo que uno tiene es la
impresión de haber dejado de hacer muchas cosas importantes en la vida. Y de no
haber comprendido del todo hasta qué punto la vejez es un problema, ese
debilitamiento progresivo. Lo que me perturba más es el miedo a la demencia. A
nuestro alrededor el Alzhéimer hace estragos. Así que yo, para luchar contra
eso, hago todos los días unos ejercicios de memoria y de atención.
-¿Y en qué consisten?
-Lo que le voy a contar lo va
a divertir. Me levanto, voy a mi estudio de trabajo y elijo un libro, no
importa cuál, al azar, y traduzco un pasaje a mis cuatro idiomas. Lo hago sobre
todo para mantener la seguridad de que conservo mi carácter políglota, que es
para mí lo más importante, lo que define mi trayectoria y mi trabajo. Trato de
hacerlo todos los días… y desde luego parece que ayuda.
-¿Sigue leyendo a Parménides
cada mañana?
-Parménides, claro… bueno, u
otro filósofo. O un poeta. La poesía me ayuda a concentrarme, porque ayuda a
aprender de memoria, y yo siempre, como profesor, he reivindicado el
aprendizaje de memoria. Lo adoro. Llevo dentro de mí mucha poesía; es, cómo
decirlo, las otras vidas de mi vida.
-La poesía vive… o mejor
dicho, en este mundo de hoy sobrevive. Algunos la consideran casi sospechosa.
-Estoy asqueado por la
educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la
memoria. Y que no hace nada para que los niños aprendan las cosas de memoria.
El poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros, y tiene
que ver con una función mucho más profunda que la del cerebro. Representa la
sensibilidad, la personalidad.
-¿Es optimista con respecto
del futuro de la poesía?
-Enormemente optimista.
Vivimos una gran época de poesía, sobre todo en los jóvenes. Y escuche una
cosa: muy lentamente, los medios electrónicos están empezando a retroceder. El
libro tradicional vuelve, la gente lo prefiere al Kindle… prefiere agarrar un
buen libro de poesía en papel, tocarlo, olerlo, leerlo. Pero hay algo que me
preocupa: los jóvenes ya no tienen tiempo… de tener tiempo. Nunca la
aceleración casi mecánica de las rutinas vitales ha sido tan fuerte como hoy. Y
hay que tener tiempo para buscar tiempo. Y otra cosa: no hay que tener miedo al
silencio. El miedo de los niños al silencio me da miedo. Solo el silencio nos
enseña a encontrar en nosotros lo esencial.
-El ruido y la prisa… ¿No cree
que vivimos demasiado deprisa? Como si la vida fuera una carrera de velocidad y
no una prueba de fondo? ¿No estamos educando a nuestros hijos demasiado
deprisa?
-Déjeme ensanchar esta
cuestión y decirle algo: estamos matando los sueños de nuestros niños. Cuando
yo era niño existía la posibilidad de cometer grandes errores. El ser humano
los cometió: fascismo, nazismo, comunismo… pero si uno no puede cometer errores
cuando es joven, nunca llegará a ser un ser humano completo y puro. Los errores
y las esperanzas rotas nos ayudan a completar el estado adulto.
-No se sabe bien por qué el
error tiene tan mala prensa, pero el caso es que en estas sociedades
exacerbadamente utilitarias y competitivas la tiene.
-El error es el punto de
partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos jamás podremos asumir
los grandes retos, los riesgos. ¿Es que el error volverá? Es posible, es
posible, hay algunos atisbos. Pero ser joven hoy no es fácil. ¿Qué les estamos
dejando? Nada. Incluida Europa, que ya no tiene nada que proponerles. El dinero
nunca ha gritado tan alto como ahora. El olor del dinero nos sofoca, y eso no
tiene nada que ver con el capitalismo o el marxismo. Cuando yo estudiaba la
gente quería ser miembro del Parlamento, funcionario público, profesor… hoy
incluso el niño huele el dinero, y el único objetivo ya parece que es ser rico.
Y a eso se suma el enorme desdén de los políticos hacia aquellos que no tienen
dinero. Para ellos, solo somos unos pobres idiotas. Y eso Karl Marx lo vio con
mucha anticipación. En cambio, ni Freud ni el psicoanálisis, con toda su
capacidad de análisis de los caracteres patológicos, supieron comprender nada
de todo esto.
-¿Establece diferencias entre
“alta” y “baja” cultura, como han hecho algunos intelectuales, visiblemente
incómodos ante formas de cultura popular como los cómics, el arte urbano, el
pop o el rock, a los que se llegó a poner la etiqueta de “civilización del
espectáculo”?
-Yo le digo una cosa:
Shakespeare habría adorado la televisión. Habría escrito para la televisión. Y
no, no hago esas distinciones. A mí lo que de verdad me entristece es que las
pequeñas librerías, los teatros de barrio y las tiendas de discos cierren. Eso
sí, los museos están cada día más llenos, la muchedumbre colapsa las grandes
exposiciones, las salas de conciertos están llenas… así que atención, porque
estos procesos son muy complejos y diversos como para establecer juicios
globales. Mohammed Ali era también un fenómeno estético. Era como un dios
griego. Homero habría entendido a la perfección a Mohammed Ali.
-El creciente desdén político
por las humanidades es desolador. Al menos en España. La filosofía, la
literatura o la historia son progresivamente ninguneadas en los planes
educativos.
-En Inglaterra también pasa,
aunque quedan algunas excepciones en escuelas privadas para elites. Pero el
sentido de la élite es ya inaceptable en la retórica de la democracia. Si usted
supiera cómo era la educación en las escuelas inglesas antes de 1914… pero es
que entre agosto de 1914 y abril de 1945 unos 72 millones de hombres, mujeres y
niños fueron masacrados en Europa y el oeste de Rusia. ¡Es un milagro que
todavía exista Europa! Y le diré algo respecto a eso: una civilización que
extermina a sus judíos no recuperará nunca lo que fue.
-Profesor Steiner, ¿qué es ser
judío?
-Un judío es un hombre que,
cuando lee un libro, lo hace con un lápiz en la mano porque está seguro de que
puede escribir otro mejor.
-¿Qué momentos o hechos cree
que forjaron más su forma de ser? Entiendo que tener que huir del nazismo junto
a sus padres y saltar de París a Nueva York es uno de los fundamentales
teniendo en cuenta que?
-Le diré algo que le
impactará: ¡Yo le debo todo a Hitler! Mis escuelas, mis idiomas, mis lecturas,
mis viajes… todo. En todos los lugares y situaciones hay cosas que aprender.
Ningún lugar es aburrido si me dan una mesa, buen café y unos libros. Eso es
una patria. “Nada humano me es ajeno”. ¿Por qué Heidegger es tan importante
para mí? Porque nos enseña que somos los invitados de la vida. Y tenemos que
aprender a ser buenos invitados. Y, como judío, tener siempre la maleta
preparada y si hay que partir, partir. Y no quejarse.
* FUENTES:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario