¿A ustedes no les pasa, amigos, que una cantilena,
algún fluir melódico, una sonora curva en el aire aspirando a en el aire quedarse
sembrada, se les queda como enroscada entre pecho y espalda? ¿No sienten, de
pronto, que ya no pueden bajarse de esa nube? ¿Y caminan con delicia de
puntillas entre sus rizos? ¿Bailan, incluso, sin mover un solo dedo? ¿Pues
quien baila está dentro de nosotros? ¿Y,
entonces, tienen que volver a refugiarse en el refugio? Esto es, ¿dan refugio a
esa cantilena o a ese fluir o a esa curva cadenciosa que ya no logra salir del
alma? No sé, no sé, es imposible describirlo. Sólo te sabes dichoso de ser el
destinatario de una entrega del aire. Y das las gracias mientras te arrellanas…
En llegando a casa…
la
P. S. Hoy he pensado tanto en la piedad (y, por ende,
en la impiedad). Mientras hablaba en la plaza callejera, éste era el pensamiento
que en mi corazón se desbordaba. Pensaba en el absurdo de tantas bellas vidas
sufriendo sin razón, bellas por mera aspiración del alma, bellas porque no
aspiran a hacerle daño a nadie y, sin embargo, tanto sufren, tanto daño se causan
o tanto daño padecen a manos de terceros, que de pronto, sin ser budista, a mi visión
posterior, ese mirar que está detrás del mirar, a ese mirar que escucha, vino a
aparecerse la imagen de un Gautama compadeciéndose de todos y de todo. Si tan sólo
estuviéramos al tanto de todo el perdón de que se hace acreedor cada corazón, quizás,
pudiéramos alzar la vista, una vez más, y descubrir el anónimo retoño que
palpita en un pulso tan arcaico y que de acreedores podemos dar el paso para transfigurarnos
en donadores…
….
Chet Baker, Paul Bley ~ Every Time We Say Goodbye
Por donde sea que pase el amigo Chet, siempre lo
hace con una particularidad, lo hace seduciendo. Y aquí lo hace a cuatro manos,
pues Paul Bley está magistral en el piano...
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