Vistas a la página totales

sábado, 31 de octubre de 2020

Alvaro de Campos (Fernando Pessoa) y su camino a Sintra / Nevoeiro, Fernando Pessoa (Gal Costa -Album: Mensagem)

 




Éste es un poema que he citado mucho, hasta el cansancio, cada vez que tengo que versar sobre el vivir. Lo he hecho en varias de las glosas publicadas en este blog, desde sus inicios. De alguna manera, este poema vino a mi vida para servir de puntal a mi alma. Es como un soterrado himno, vibrando cual inagotable llama, en algún recoveco entre el alma, la memoria y los pensamientos. Un recordatorio de nuestra endeblez. Un canto para agradecer. Cada vez que tienden a acrecentarse los oleajes del orgullo o de la soberbia, aparecen sus algas entre las aguas. Y el agua comienza a fluir al ras del viento, deja de ser pasto de absurdas asociaciones que nada tienen que ver con el vivir, como no sean todas las fruslerías que nos inventamos para usurpar su mero latido. No digo que sea un poema que resuelve cosas. Los poemas y los cantos acaso no tengan como misión el resolver ningún enigma, aunque nos puedan servir para arrostrarles. Si algo no es la poesía, intuye este servidor, es ser misionera. Tengo años intentando transcribirlo, de una bella traducción publicada por Editora Nacional en 1978, a cargo de José Antonio Llardent, una Antología de Álvaro de Campos, uno de los más sorprendentes heterónimos de Fernando Pessoa. Pero me he hecho una versión propia, que no difiere en mucho de la susodicha, sólo que he intentado mantenerla, en lo general, más apegada al léxico de la lengua madre, toda vez, que es una hermana tan cercana a nuestra lengua castiza.

Salud!

lacl

 

[AL VOLANTE DEL CHEVROLET POR LA CARRETERA DE SINTRA]

Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra,
a la luz de la luna y el sueño, por la carretera desierta,
solo guío, guío casi despacio, y un poco
me parece, o me esfuerzo un poco porque me parezca,
que sigo por otra estrada, por otro sueño, por otro mundo,
que sigo sin haber Lisboa dejado o Sintra a la que llegar,
que sigo, ¿y qué más habrá en seguir, sino no parar, mas seguir?

Voy a pasar la noche en Sintra por no poder pasarla en Lisboa,
mas, cuando llegue a Sintra, sentiré pena de no haberme quedado en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia,
siempre, siempre, siempre
esta angustia excesiva del espíritu por cosa ninguna
en la estrada de Sintra, o en la estrada del sueño, o en la carretera de la vida...

Maleable a mis movimientos subconscientes del volante
galopa por debajo de mí el automóvil que me prestaran.
Sonrío del símbolo, al pensar en él, y al virar a la derecha.
¡En cuántas cosas que me prestaran yo sigo por el mundo!
¡Cuántas cosas que me prestaron conduzco como mías!

¡Cuánto de lo prestado, ¡ay de mí!, yo mismo soy!

A la izquierda la casucha -sí, una casucha- al borde del camino.
A la derecha el campo abierto, con la luna a lo lejos.
El automóvil, que hasta hace poco parecía darme libertad,
es ahora una cosa en donde estoy aislado,
que sólo puedo conducir si en ella estoy encerrado,
que sólo domino si me incluyo en ella y ella me incluye a mí.

A la izquierda, quedó atrás, la casucha modesta, más que modesta.
Allí la vida debe ser feliz, sólo porque no es la mía.
Si alguien me vio por la ventana de la casucha soñará: ése sí que es feliz.
Tal vez para el niño que atisbaba detrás de los cristales de la ventana de arriba
haya yo quedado (con el automóvil prestado) como un sueño, como un hada real.
Tal vez para la muchacha que, al oír el motor, miró por la ventana de la cocina,
desde el piso de abajo,
sea yo algo del príncipe que hay en todo corazón de muchacha,
y de reojo pegada al cristal me siguiese hasta la curva en que me perdí.

¿Dejo sueños tras de mí, o es el automóvil el que los deja?
¿Yo, el conductor del automóvil prestado, o el automóvil prestado que conduzco?

En la carretera de Sintra a la luz de la luna, en la tristeza ante los campos y la noche,
conduzco el Chevrolet prestado, desconsoladamente,
me pierdo en la carretera futura, me sumo en la distancia que alcanzo,
y en un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible,
acelero...
Mas, mi corazón quedó en el montón de piedras del que me desvié al verlo sin verlo,
en la puerta de la casucha,
mi corazón vacío,
mi corazón insatisfecho,
mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida.

En la carretera de Sintra, al filo de la medianoche, luz de luna, al volante,
en la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación,
en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra,
en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí...

Álvaro de Campos, Heterónimo de Fernando Pessoa

*******

 

[Ao volante do Chevrolet pela estrada de Sintra]

Ao volante do Chevrolet pela estrada de Sintra, 
Ao luar e ao sonho, na estrada deserta, 
Sozinho guio, guio quase devagar, e um pouco 
Me parece, ou me forço um pouco para que me pareça, 
Que sigo por outra estrada, por outro sonho, por outro mundo, 
Que sigo sem haver Lisboa deixada ou Sintra a que ir ter, 
Que sigo, e que mais haverá em seguir senão não parar mas seguir? 

Vou passar a noite a Sintra por não poder passá-la em Lisboa, 
Mas, quando chegar a Sintra, terei pena de não ter ficado em Lisboa. 
Sempre esta inquietação sem propósito, sem nexo, sem conseqüência, 
Sempre, sempre, sempre, 
Esta angústia excessiva do espírito por coisa nenhuma, 
Na estrada de Sintra, ou na estrada do sonho, ou na estrada da vida... 

Maieável aos meus movimentos subconscientes do volante, 
Galga sob mim comigo o automóvel que me emprestaram. 
Sorrio do símbolo, ao pensar nele, e ao virar à direita. 
Em quantas coisas que me emprestaram eu sigo no mundo 
Quantas coisas que me emprestaram guio como minhas! 
Quanto me emprestaram, ai de mim!, eu próprio sou! 

À esquerda o casebre — sim, o casebre — à beira da estrada 
À direita o campo aberto, com a lua ao longe. 
O automóvel, que parecia há pouco dar-me liberdade, 
É agora uma coisa onde estou fechado 
Que só posso conduzir se nele estiver fechado, 
Que só domino se me incluir nele, se ele me incluir a mim. 

À esquerda lá para trás o casebre modesto, mais que modesto. 
A vida ali deve ser feliz, só porque não é a minha. 
Se alguém me viu da janela do casebre, sonhará: Aquele é que é feliz. 
Talvez à criança espreitando pelos vidros da janela do andar que está em cima 
Fiquei (com o automóvel emprestado) como um sonho, uma fada real. 
Talvez à rapariga que olhou, ouvindo o motor, pela janela da cozinha 
No pavimento térreo, 
Sou qualquer coisa do príncipe de todo o coração de rapariga, 
E ela me olhará de esguelha, pelos vidros, até à curva em que me perdi. 
Deixarei sonhos atrás de mim, ou é o automóvel que os deixa? 

Eu, guiador do automóvel emprestado, ou o automóvel emprestado que eu guio? 

Na estrada de Sintra ao luar, na tristeza, ante os campos e a noite, 
Guiando o Chevrolet emprestado desconsoladamente, 
Perco-me na estrada futura, sumo-me na distância que alcanço, 
E, num desejo terrível, súbido, violento, inconcebível, 
Acelero... 
Mas o meu coração ficou no monte de pedras, de que me desviei ao vê-lo sem vê-lo, 

À porta do casebre, 
O meu coração vazio, 
O meu coração insatisfeito, 
O meu coração mais humano do que eu, mais exato que a vida. 

Na estrada de Sintra, perto da meia-noite, ao luar, ao votante, 
Na estrada de Sintra, que cansaço da própria imaginação, 
Na estrada de Sintra, cada vez mais perto de Sintra, 
Na estrada de Sintra, cada vez menos perto de mim... 

Álvaro de Campos, Heterónimo de Fernando Pessoa 




Nevoeiro, Fernando Pessoa  (Album: Mensagem)








No hay comentarios.: