Un momento de soledad...
(Una memoria. Sábado, 19 de septiembre de 2015)
Ayer teníamos la grata visita de mis cuñados. En
un momento hice un alto y subí una vieja y adorada estrofa de Vinicius de Moraes,
mientras conversaba con mi mamá por teléfono. Ella me preguntaba: cuántos
años sin Nella? - Parece mentira, mamá, hoy son cuarenta y cuatro...
Muy pocos años después de su partida estuve en la casa en que Marianella viviera sus últimos días en la tierra, a orillas del mar, con mis amados amigos -todos, de alguna manera, viudos suyos-. Eran años de bohemia y extravío. Años de incompresible e interminable búsqueda, años de incertidumbre, de -acaso- un “no saber sabiendo”, en los que la única certeza era la de llevar a todo lugar la voz y el corazón atados, pero con ganas, muchas ganas y con mucha hambre de aullar.
En un momento de soledad, me fui a la orilla y le escribí estas líneas sobre el arrugado papel de un periódico, a falta de cualquier otro pliego donde pudiera expresar mi sentir… Nunca me satisfizo porque no logra expresar el hondo sentir de aquellas horas, acaso tan sólo logre dar fe de lo vivido.
a Marianella
Sol Sol Sol
Sol vívido
(dame tu luz)
Sol ya caído
Aún desde el ocaso,
tú te devoras las luces del avión
que va flotando por el cielo
como un nenúfar sobre un río
Te engulles las temblorosas luminarias
de aquella barca distante en el horizonte
y las de esta fogata que encendí
a orillas del mar
Sol Sol Sol
Incluso en el ocaso,
¿por qué no te devoras las sombras,
por qué no te comes la luna
y el arrojo de las olas?
¿por qué no me abrazas?
¿por qué no me quemas?
¿por qué no me llevas?
.
Muy pocos años después de su partida estuve en la casa en que Marianella viviera sus últimos días en la tierra, a orillas del mar, con mis amados amigos -todos, de alguna manera, viudos suyos-. Eran años de bohemia y extravío. Años de incompresible e interminable búsqueda, años de incertidumbre, de -acaso- un “no saber sabiendo”, en los que la única certeza era la de llevar a todo lugar la voz y el corazón atados, pero con ganas, muchas ganas y con mucha hambre de aullar.
En un momento de soledad, me fui a la orilla y le escribí estas líneas sobre el arrugado papel de un periódico, a falta de cualquier otro pliego donde pudiera expresar mi sentir… Nunca me satisfizo porque no logra expresar el hondo sentir de aquellas horas, acaso tan sólo logre dar fe de lo vivido.
a Marianella
Sol Sol Sol
Sol vívido
(dame tu luz)
Sol ya caído
Aún desde el ocaso,
tú te devoras las luces del avión
que va flotando por el cielo
como un nenúfar sobre un río
Te engulles las temblorosas luminarias
de aquella barca distante en el horizonte
y las de esta fogata que encendí
a orillas del mar
Sol Sol Sol
Incluso en el ocaso,
¿por qué no te devoras las sombras,
por qué no te comes la luna
y el arrojo de las olas?
¿por qué no me abrazas?
¿por qué no me quemas?
¿por qué no me llevas?
.
Dejamos aquí unos aguinaldos que bordaron nuestras vidas, pues no toda nostalgia es tristeza.
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