domingo, 3 de noviembre de 2024
Guarda de los poetas: Donald Hall - Ezra Pound. La entrevista.
El destello de Helios , lacl
El destello de Helios
es tan intenso
que hasta el color
pierde la razón
y se doblega.
Pero mientras más se alza
el Dios que todo lo ilumina,
más color cobra el alma
de quien lo mira
en las aristas, perfiles
y rostros de lo creado.
Cerramos los ojos
para no cegarnos,
pero no olvidamos
que toda iluminación
viene de la oquedad
de lo invisible.
lacl, 3 de noviembre 2024
jueves, 31 de octubre de 2024
martes, 29 de octubre de 2024
GUARIDA DE LOS POETAS: RAMOS SUCRE, EL VEJAMEN. /
RAMOS SUCRE, EL VEJAMEN
Yo omití el nombre de la beldad florentina cuando referí el cuento de su perfidia a uno de los donceles del Decamerón. La mujer me había permitido, con tal reserva, celebrar su muestra de ingenio y yo pude contribuir un asunto a la retórica magistral de Bocaccio. Me proponía divulgar el desengaño de un galán presuntuoso.
El cuento se difundió velozmente y encontró auditorios
alegres y despertó esclarecimientos malignos. De donde nació el rencor del
escarnecido y su aspereza con mi reputación.
Se acercó a desafiarme en mi propia casa, al cerrar la
noche, y fue ahuyentado por el ademán fiero de un autómata apostado en la
escalera de entrada y destinado al oficio de pandorga en una fiesta campesina.
Esta ocurrencia me dejó libre y yo me vi en el caso de
trasmitirla a los fanfarrones y pedantes de la Comedia del Arte. El generoso
Bocaccio se había arrepentido de su hilaridad.
José Antonio Ramos Sucre, EL CIELO DE ESMALTE (1929)
sábado, 26 de octubre de 2024
Esther Meynell y Ana Magdalena Bach, más que una pequeña crónica, lacl /. Glenn Gould. J. S. Bach. El Clave Bien Temperado.
Esto escribí yo hace algunos años:
“…Es uno de los pasajes que más vivamente
conservo en el memorial de mis lecturas. Me refiero a aquel pasaje en que Ana
Magdalena hace recuerdo del milagro de la música perdida, aquella epifanía de
la creación que por las tardes Johann Sebastian, sentado ante el templo del
órgano, regalaba a los cuatro vientos, en fugas, contrapuntos, cadencias y
armonías. Milagro que nacía del matrimonio del alma con el redentor fuego del
firmamento que baja de los cielos. Una música maravillosa que sólo se
escucharía una vez en la vida y a la que servirían de cofres los aires y oídos
de unos cuantos escuchas, puesto que era el arte del improvisar. He allí, creo,
una de las claves de ese libro humilde y prodigioso. El arte regalado sin
afanes de registro, ni culto a la posteridad. Siempre he albergado la intuición
de que allí ha de haberse consumado una especie de misticismo dionisíaco, sin
contradicción aparente para con las creencias religiosas. Todo músico (acaso
todo poeta, todo artista) ha de contar con su Apolo y su Dionisio…”
Todo ello lo relata Esther Meynell en un
libro magnífico, escrito en forma de memorias, un género literario de ficción,
pero que no puede ser catalogado estrictamente como novela, sino como la ficción
de una memoria. La primera vez que leí estas “memorias”, lo confieso, quedé
arrobado y cuasi enamorado de esa mujer que narraba con tan atinada emoción sus
años de convivencia con ese ángel encarnado en la persona de un humilde músico
llamado Johann Sebastian. Años después, me tocó descubrir que lo que mucha
gente tomaba (yo entre ellos) y sigue tomando como las revelaciones y desahogos
de una esposa amorosa, no eran sino el fruto creativo de una escritora llamada
Esther Meynell. Siempre me llamó poderosamente la atención el tono juvenil de
estos amorosos recuerdos. Habla una mujer que, según el relato, sin haber
cumplido aún los sesenta años, se considera ya una anciana, pero habla o,
mejor, escribe con una lozanía que sólo hace pensar en una tensión amorosa
perpetua o eternamente renovada, como si el amor más profundo y entregado
pudiera contar con la virtud de reverdecer la vida en cuerpo y alma de quien lo
goza y hasta, pudiéramos decir, lo padece, algo que para nada nos luce desatinado.
La señora Meynell era inglesa y escribió
esta Pequeña crónica de Ana Magdalena Bach en su lengua madre. La confusión
con respecto a la autoría de este hermoso libro corresponde por entero al
editor de la novela, quien al lograr su traducción al alemán y su posterior publicación
en la republica germana, le propuso a la autora “omitir” su nombre y publicar el
libro simplemente como “La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”, propuesta
con la que estuvo de acuerdo la señora Meynell; ello ha de haberlo planteado el
editor con el objeto de lograr una mejor colocación del texto, pues mucha
gente, como efectivamente ocurrió, tomaría estas memorias como las verdaderas
confesiones de Ana Magdalena y sus años al lado del maestro Turingia.
Por mi parte debo decir que, más allá de la
crítica que ha calificado a estas memorias como un desafío romántico, a este
libro lo he tomado siempre como un intento de permitir que sea la propia música,
el arte y milagro creador de un hombre llamado Johann Sebastian, los que gobernaran
las peripecias de lo narrado.
Cuando, por poner un ejemplo, uno se detiene
en alguno de los filmes de Tarkovski, en los que la música de Bach pasa a ser
parte principalísima de un acontecimiento que no se puede narrar si no es desde
el sentir, percibe acaso que hay un personaje más en el aire, en la memoria, en
el alma y, de pronto, se haya sumido en un cuasi indescriptible acto de anagnórisis
(reconocimiento).
Es el arte del sentir profundo, no sólo el
arte de la mera técnica, el que toma la palabra y cobra cuerpo en el alma. La técnica
es otro instrumento. Sin técnica, dedicación y trabajo continuo no se puede
aspirar a una elevación que ande en busca de la perfección, ello, si se
entiende que en toda vida la búsqueda de perfección será siempre una continua e
inconclusa aspiración. Por mi parte, puedo decir que, con Esther Meynell, yo no
dudo que cualquier escucha, no sólo Ana Magdalena, que haya podido contar con
la fortuna de estar en los alrededores del templo en el que Johan Sebastian improvisara
sus fugas, contrapuntos y corales en el órgano, haya sentido el ingobernable anhelo
de volar entre las nubes, aún con la visión nublada por las lágrimas.
Salud, lacl
viernes, 25 de octubre de 2024
ASALTO, lacl
ASALTO
El sol se asoma
por una rendija
de la ventana;
se incrusta
en la franja blanca
de la sábana,
y de allí sube y perfora,
como un escalpelo,
mi retina;
incendia,
pinta de blanco
mi pensamiento.
lacl, amanecer, 25 de octubre, 2024
jueves, 24 de octubre de 2024
BASAVANNA - Poetas Vacana, nueva selección, lacl. / Devi prayer
Sumé día a día
un dígito de luz
como la luna.
El mundo-pitón
el omnívoro Rahu,
me ha devorado.
Hoy mi cuerpo está en eclipse.
¿Cuándo es la liberación,
oh Señor de los ríos encontrados?
*******
Mira el mundo, en un henchirse
de olas se bate contra mi rostro.
¿Por qué habría de alzarse a mi corazón, dime.
Oh, dime, ¿por qué ahora
se alza a mi garganta?
Señor,
¿'cómo puedo decirte nada
cuando ya se ha alzado muy alto sobre mi cabeza?
Señor, señor,
escucha mi llanto
Oh Señor de los ríos encontrados
escucha.
*******
El amo de la casa, ¿está o no está?
Hierbajos en el umbral,
polvo en la casa:
El amo de la casa, ¿está o no está?
Mentiras en el cuerpo,
lujuria en el corazón,
no, el dueño de la casa no está,
nuestro Señor de los Ríos Encontrados.
*******
No importa durante cuánto tiempo
se sumerja una roca en el agua:
¿Se ablandará alguna vez?
¿Importa cuánto tiempo
he dedicado al rezo,
si mi corazón es inconstante?
Fútil como un espectro,
hago guardia junto al oro invisible
Oh Señor de los Ríos Encontrados
BASAVANNA.
Poeta Vacana, India. (Siglo XII)
Devi prayer
Para disfrutar de esta belleza de música y meditación, copiar y pegar en el ordenador.
https://youtu.be/uOuIgTSyVIk?si=xZ0JVAJdVhtijqtQ