Eli Galindo, gran poeta y mejor persona. A él le debo la lectura de unos cuantos y excelentes libros. Dejamos algunos de sus poemas, en su memoria. Yo conocí su poesía tempranamente, si se quiere, gracias al influjo de mi hermano y compadre Douglas Parra, hijo del poeta José Parra y no menos poeta que ese maravilloso y querido patriarca del alma de nuestras calles de la infancia. Luego me pondría, como un sabueso, a buscar mi propia edición de Los viajes del barco fantasma, hasta que la conseguí. Menos aún me imaginé que algún día sería su discípulo en las aulas de letras...
Salud, lacl.
San Baudelaire
San Baudelaire, patron mío
tú sabes que tengo en una lavativa
de lino, malva y almidón,
empapada el alma de Moliere
Si no eres un animal
sácame de esta tienda
y te nombro gran almirante
de mi flota del Atlántico
(Texto de un loco. Citado por Vicente Huidobro)
Afuera llueve Badelaire
y la lluvia entra en los vidrios de la noche
Me retiro al sitio donde vivo
cierro las ventanas
entro de pie al sueño
Dejo vagar mis rasgos sobre las yerbas cortas
Un perro negro lame mis cabellos
Me acerco a los ríos
donde los peces sacan las bocas del agua
y beben de la luna
Rozo las aguas con mi mano derecha
y la llevo a los ojos
desciende color a las siluetas que circundan dentro de mí
llenas de humedad
de tierra confusa
Regreso hondo
Caigo aún más en la noche
San Baudelaire extiende sus pardas alas
y me cubre el viento cargado de lluvia
y me veo cruzar las colinas
en su compañía
los dos cubiertos por capas negras
el hablando del infierno
y yo silencioso
tropezando con las rocas
Aqueronte
Oh yo tuve alguna vez ramajes sobre mis brazos un viento con aves cruzando mi cabeza
Soy un anciano que apenas puede mover sus aguas llevar la oscuridad del oleaje de una orilla a otra orilla
Me han lanzado bajo la sombra de las rocas en vez de sol hay sobre mis ojos un techo de tierra Ahora mi cuerpo es duro como la piel de una res vieja
Empujo con mis pocas fuerzas los muertos atascados en el lodo los envuelvo en mis cabellos cada día más grises soporto sus nados alocados y los llevo como una cinta de piedras puliendo las negras carnes
A veces cuando el viento de estas comarcas pasa rabioso apenas si levanto mis olas y me voy bajo las hojas amarillas cubierto de un vapor rojizo apagado por la bruma los ojos bajos puestos sobre mis piedras sobre las bocas abiertas
Sólo el viejo Carón navega en mis ojos rompe con sus remos mis cabellos hirvientes en aquellas partes donde soy profundo y tengo peces negros
Levanto la cabeza los párpados filtrados como un fantasma pongo las manos en mis escamas y lleno de locura me voy de bruces husmeando las grutas con el recuerdo de que una vez tuve vestiduras blancas y no este infierno.
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Y éste, que nos enviara la querida Mery Sananes...
Yo cambiaba el lugar de las colinas
Yo cambiaba el lugar de las colinas hacia el sur
y mi padre rodaba de sus brazos
las montañas azules para volverlas a su sitio
No tenía derecho a llevar estrellas fijas
Yo invocaba como un perro a mi madre
ella acudía dejándose caer por la lluvia menuda
sobre los árboles
ola que mueve de flores mi barca
mi barcaza rota
cubierta por las ropas del invierno
Mi madre canta como un sauce
como campana acaricia las heridas
mientras tomo licores perfumados
de lejanas y diferentes regiones
traídos por ella para hacerme conocer el mundo
Reman las ondas claras en la noche
la barca se acerca como un grano de arena
a la orilla
cruzo los remos en la noche
y escucho a mi padre perdido en los ramajes
en sus ojos
el correr de serpientes
El fuego de dos águilas rugen espejismos
y contemplan una espiral de polvo detrás de las colinas.
Elí Galindo
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La odisea de Orfeo
Se publica sólo porque se conozca esta hermosa música; no tengo ningún propósito pecuniario o comercial sobre la misma.
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