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martes, 25 de agosto de 2020

GUARIDA DE LOS POETAS: Jorge Luis Borges: Dos poemas de Los Conjurados. / Jorge Luis Borges - Poemas recitados / BORGES ENTREVISTA EL OTRO EL MISMO PROGRAMA 28



Dos textos de Los Conjurados, Jorge Luis Borges.

Los conjurados es un libro que atrapa. Al menos tal cosa me sucedió a mí, en cuanto cayera en mis manos, hace ya una buena vuelta de años. Un libro que, más allá de la poesía, traía una conjugación de la experiencia de vivir, sumada al amoroso tributo a la memoria que se persigna en el canto y culto de la palabra. Hay en él mucho de testimonio, ética y apunte. Que un escritor admirado, pero que siempre se ha desmarcado de la poesía como un buen cultor de la misma, cumpla con este bello compendio de tributo a la palabra, es como para alegrar al lector moroso. Por cierto que nunca he creído en una falsa modestia de su parte. Borges siempre la tuvo muy presente y nunca se quiso ubicar al lado de los grandes cultores del poema. Pero jamás dejó de ejercitarlo, de cantarlo, de memorarlo o de cifrarlo en la memoria, para luego esculpirlo, dictarlo, perfeccionarlo, si ello fuera posible. En ello se acercó al decir de Hesse, quien aseguraba que "hacer versos malos es algo que depara mucha más felicidad que leer los más bellos". Inferimos de ello que lo que quiso decir Hesse es que nada otorga mayor felicidad como cultivar los propios jardines del alma... Digno de anotarlo, dos cultores de la poesía que nos han dejado un hermoso legado en ese campo, pero sin jamás dejarse engañar por los fuegos fatuos de la vanidad. Sofrosine siempre en el timón de sus embarcaciones.

Lo cierto es que se bastan por sí solas este par de aquilatadas fugacidades que acá compartimos, la primera de ellas de tono ético y testimonial, no obstante la "ceniza" que le sigue, no deja de serlo también, aunque en un tono intimista. Dejamos estos y el resto de los contenidos para celebrar a Don Jorge Luis Borges con su palabra. No hay mayor homenaje que escucharle o leerle…

Salud!
lacl





JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.


Ceniza

Una pieza de hotel, igual a todas.
La hora sin metáfora, la siesta
que nos disgrega y pierde. La frescura
del agua elemental en la garganta.
La niebla tenuemente luminosa
que circunda a los ciegos, noche y día.
La dirección de quien acaso ha muerto.
La dispersión del sueño y de los sueños.
A nuestros pies un vago Rhin o Ródano.
Un malestar que ya se fue. Esas cosas
demasiado inconspicuas para el verso.

Jorge Luis Borges, Los Conjurados. 1985


Jorge Luis Borges - Poemas recitados








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EL OTRO EL MISMO 
PROGRAMA 28




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