Para celebrar la música y a sus músicos…
Una vez nos tocó, hace muchos, muchos años, tomar
la carretera del parque Henry Pittier, rumbo a las arenas de Cata, en horas de
la noche y en medio de una soledad absoluta. Derrotero que tomamos escuchando, primero, la Pasión según San Juan y, luego, la pasión según San Mateo. A medida que avanzábamos por esa selva encantada, más
nos parecía que nos internábamos en una región insospechada de la noche... Como
si no hubiese asfalto bajo las ruedas, ni siquiera trazos de carretera a los
lados, ni mar al final de la jornada. Como si estuviésemos flotando en el aire
y el paradero de nuestro deambular fuese un lugar jamás hollado por humano
pie... Como era yo quien conducía, debía hacer todo lo dable por no dejar que
mis sentidos dejaran de mantener el gobierno del automóvil, en medio del
secuestro anímico de que éramos víctimas... Por fortuna ya era yo, para la
fecha, un abnegado devoto de estas Pasiones, condición que me permitiría conservar
algunos arrestos de temple, para seguir internándonos en el misterio que nos
proponía la oquedad...
(lacl)
Bach - La pasión según San Juan
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