Lo que señalan seres tan dispares al común denominador, seres como Kraus, Thoreau, Gurdjieff, Cioran, Pessoa, Kafka, Lawrence o Cage, entre muchos otros, es el absurdo organizacional que ha erigido el ser humano como institución.
Las formas, que absurdamente prevalecen ante el
sentido común que dicta la vida sin más, y esa organización creada para
administrar nuestra propia asfixia es lo que hemos establecido como norma.
Si siguiéramos las normas de la naturaleza y no
las de esta farsa que hemos elevado a tabla de mandamientos, el mundo quizás no
se encontraría al borde del abismo, ni tantas gentes sumidas en la angustia.
Vivimos aherrojados a una ficción. Y la pergeña una
minoría gobernante en nuestras narices. Y si no la pergeña, le viene muy bien, en todo caso. Si la sociedad anónima que suspira a la
sombra de los poderosos desahuciados no aplaudiera los sainetes de mal gusto y
peores artes que componen estos últimos, tengo la impresión de que otros gallos
cantarían.
Para
mi cuaderno Inscripciones en el dolmen… 04 de Marzo, 2017
© lacl, 04/03/2017
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“…Si quieres conocer a una persona, no le
preguntes lo que piensa sino lo que ama...”
San Agustín de Hipona.
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Un comentario:
A nuestro modo de ver, San Agustín se estaría
refiriendo a lo que podríamos llamar una pregunta silenciosa.
Pues el asunto es si una persona a la que se le
interrogue al respecto, ha de responder con sinceridad.
Si le preguntamos a un autócrata, por ejemplo,
sobre lo que ama, probablemente responda que, en primer lugar, ama a su pueblo.
Pero si en lugar de preguntarle, nos fijamos en su proceder, podríamos terminar
concluyendo que su verdadero y único amor ha sido el poder.
(sin fecha, por
lo momentos, hasta que encuentre el papel donde se escribiera esta brevedad…)
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El mensaje sólo puede ser recibido por el
destinatario que vibra en la misma frecuencia del "mensaje". El
mensajero no entrega nada. Cuando el mensajero cae en la celada de “creer” que
entrega algo es porque ha caído en el engaño de su invidente yo. Mas cuando la
entrega es francamente desprendida no hay que preocuparse de si a uno lo
escuchan o no. Pues la misión es enunciar la palabra y lanzarla a la deriva,
como la hoja que se han llevado los vientos.
Alguien la escuchará, alguien la contemplará. Sólo
hay entrega de aquello a lo que amorosamente hemos renunciado.
18 de marzo de
2016
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(Adenda del 19 de marzo de 2017)
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(Adenda del 19 de marzo de 2017)
Recuerdo que esta anotación surgió espontáneamente
como respuesta a un artículo que versaba sobre ese asunto de un modo, si se quiere,
más científico. Lamentablemente, he perdido la dirección web del mismo. En esa
glosa se aseveraba que lo que postula la primera frase, “El mensaje sólo puede
ser recibido por el destinatario que vibra en la misma frecuencia del mensaje”,
es un axioma comprobable científicamente al día de hoy. Es decir, que una
palabra, una emoción, un contenido sólo puede ser recibido por una persona que
vibre en la misma frecuencia de tal palabra, emoción o contenido.
Inmediatamente me quedé pensando en si la vibración del emisor del mensaje no debería
de ser, por ende, también similar a la del mensaje en sí. Acaso esto luzca a
primera vista como una reflexión baladí, pero no podría serlo, toda vez que no
puede haber un mensaje sin un emisor. Y el mensaje es llevado por un emisario.
Pero, ¿es el emisario el emisor? Ello me llevó a pensar, de seguidas, que no todo
lo que expresamos puede o debe llevar una etiqueta de copyright, pues los
contenidos, emociones y enunciaciones que ofrendamos a los demás son, a su vez,
donaciones recibidas del cosmos del que formamos parte y somos espejo. Se
entrega lo que humildemente es nuestro sólo por el hecho de habernos sido dado.
Aunque el emisario sea, en cierta forma, una de las caras del emisor.
19 de marzo,
2017, hora del pulmón.
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No aguanto el sueño, que dobla mi cerviz y la hace
parecer caña de pescar hundiendo sus anzuelos en el lago de los discursos
encriptados... Me entrego a los duendes de la noche...
18 de marzo de
2016
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https://www.youtube.com/watch?v=NSYEOLwVfU8
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© lacl
La Magia de Mahler
Mahler: Symphony No. 8 /
Bernstein · Vienna Philharmonic Orchestra
Reproduzco una nota de Febrero 29 de 2012: La
magia de Mahler trasciende las fronteras del pensamiento y del sentimiento. Y
la Sinfonía # 8 es muestra fehaciente de ello.
Quien goce hoy de la fortuna de poder abandonarse a la escucha, acaso forme parte de una privilegiada minoría pues, el hombre moderno ha ido perdiendo, paulatinamente, los sencillos goces de antaño.
Sólo se le rinde pleitesía al perorar, al discurso vacuo que ha venido a parar en moneda de cambio. Se pisotea el tiempo y nos perdemos lo más sagrado de su atemperado paso creador.
Y si en alguna creación podemos constatar las cadencias conmovedoras de su ralentizado paso es en la música de Mahler. Una música que realmente logra arrancar las almas de su seno para elevarlas al cielo, en una suerte de matrimonio místico.
Quien goce hoy de la fortuna de poder abandonarse a la escucha, acaso forme parte de una privilegiada minoría pues, el hombre moderno ha ido perdiendo, paulatinamente, los sencillos goces de antaño.
Sólo se le rinde pleitesía al perorar, al discurso vacuo que ha venido a parar en moneda de cambio. Se pisotea el tiempo y nos perdemos lo más sagrado de su atemperado paso creador.
Y si en alguna creación podemos constatar las cadencias conmovedoras de su ralentizado paso es en la música de Mahler. Una música que realmente logra arrancar las almas de su seno para elevarlas al cielo, en una suerte de matrimonio místico.
© lacl, 29/02/2012
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