En resumidas
cuentas, en la modernidad ha sido Nietzsche uno de los pioneros en resaltar que
la “dignidad del trabajo…es un sueño de esclavos”, pronosticando con una
centuria de antelación lo que tan donosa y patentemente nos ha legado el filósofo
Josef Pieper en sus pensamientos sobre un asunto que él mismo ha calificado
como “el mundo totalitario del trabajo”.
En nuestro
patio, uno de los pocos, si no el único, que ha rozado la cuestión con indudable
nobleza ha sido el maestro Cadenas. Y nos adelantamos a decir que si le
nominamos maestro no es en actitud de pulir vanaglorias, algo que al querido
profesor debe parecerle gesto fútil, sino por destacar esa abnegada labor pedagógica
que, aunada a su labor del intelecto -trabajo del espíritu-, ha transmitido tanto
en las aulas como en su obra ensayística, especialmente en el apreciado tomo “En
torno al lenguaje”, libro que inicialmente fuera editado en las prensas de la
Universidad Central de Venezuela y que, por fortuna, ha contado, con varias
reediciones.
A él debemos,
pues, la introducción del pensamiento de Pieper en nuestros corros. Claro que, poeta
al fin (aunque a él no le simpaticen títulos), se ha señoreado más en sutilezas
tales como lo que modernamente ha sido el descarado rechazo de un bien que antaño
llamáramos ocio (amén de su intrínseca relación con la contemplación espiritual),
que en las desfavorables implicaciones sociales que sobre la humanidad ha forjado
tal rechazo. Y uno agradece que haya ido a la sustancia -aunque sin olvidar el ramaje-,
pues intuimos que no hay posibilidades de un efectivo cambio, para mejor, en
las costumbres del ser humano, si no se comienza desde adentro hacia afuera, esto
es, desde lo pequeño a lo grande, desde el individuo a lo colectivo.
Dejemos en
este punto estas consideraciones para colar una breve anotación de Nietzsche
que es todo un tratado respecto a los asuntos que versan sobre trabajo y ocio y
lo que veladamente se debate en tales antinomias: la intrínseca necesidad
respiratoria que alienta en todo espíritu y el sostenido intento de los temporales
poderes humanos en rechazar bienes como éste, que no por ser intangibles, dejan
de ser connaturales a nuestro diario vivir.
“Los griegos piensan del trabajo
lo mismo que nosotros de la procreación. Ambas cosas son consideradas indignas,
aunque nadie declarará que el resultado de ellas sea deshonroso. La “dignidad
del trabajo” es una moderna representación ilusoria que pertenece a la clase de
los más idiotas. Es un sueño de esclavos. Todos se afanan mucho por continuar
vegetando miserablemente. Y ¿debe ser “absolutamente digna” la devoradora
necesidad de vivir que se llama trabajo? En ese caso, la misma existencia debe ser algo
digno.
Sólo el trabajo que es hecho por un sujeto
libre está colmado de dignidad. Por consiguiente, una existencia justificada y
libre de preocupaciones pertenece al verdadero trabajo cultural. Por el
contrario, la esclavitud pertenece a la esencia de una cultura.”
Lo ha legado Nietzsche en sus fragmentos póstumos, y ha sido recogido en los “Fragmentos póstumos sobre política”. Editorial Trotta, Madrid, 2004.
Dejo aquí señas
de otro enlace en el que divagamos, literalmente, sobre estos asuntos:
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