No pretendo hacer culto de animismo entre cuaderno y persona, pero la verdad es que todas las cosas, por inertes que nos parezcan tienen su vida propia. Por algo las llamamos enseres, porque son cosas en estado de ser. Ese fue un pensamiento que acompañó obsesivamente mis presunciones de infante. Todo lo silente que circundaba mi vida cobraba voz y acento para tender un pensamiento de vuelta a mis incertidumbres. Acaso tales claves y señales venían cargadas de mayores cuotas de incertidumbre, pero eso no era óbice para que la charla se tendiera en el silencio de la solitaria y desarropada noche.
Al
abrir el cuaderno y al hacer repaso de nuestra relación, me encuentro que acaso
no haya sido mucho lo que habíamos conversado, pero me sorprende encontrar olvidos,
amén de los esperados recuerdos. De allí recojo este olvido, que no exalto,
pero me sorprende.
Y
entre sus páginas me encuentro con un dibujo de mi hijo Sebastián, acompañado
de un par de citas de Ezra Pound.
Salud!
P. D. Dejamos debajo una hermosa melodía de Pat Metheny, propia para caminantes...
(madrugada del 08 de septiembre de
2007)
El
hombre es esperma del tiempo
Gota
de cera aguardando
por
su final crepitación
Flama,
candor y pulso
bullen,
como roca ígnea,
en
los lechos cavernosos
de
su alma.
Pues
lo telúrico
toma
su parte en el alma,
como
lo celeste
toma
su parte en el cuerpo.
Pero
el hombre se empeña,
se
esfuerza, se empecina,
y
labra cetros y tronos,
erige
templos a un esquivo
dios
de la fuerza
y
manda a otros a que pasen
sus
vidas bruñendo un fulgor
de
caudales que no pueden
más
que brindar opacidad.
El
látigo al cinto,
el
sudor en la frente,
en
los brazos y axilas,
así
como en ulceradas espaldas,
acompañan
al sol de cada jornada.
El
celador y el esclavo,
el
desprevenido cortesano,
el
poeta panegirista,
el
sátrapa y el ministro,
el
bufón y el lisonjero,
el
tahúr y el demagogo,
el
lacayo y el mendicante,
el
predicador y el prestamista,
el
proxeneta y su circo,
el
honorable pater famili
que
martiriza a mujer e hijos,
¿ante
cual santo notario
fueron
a legitimar sus títulos?
¿qué
misterioso poder
les
incita a perpetuar su legado?
¿Es
que jamás advirtieron que ese sol
que
doraba la savia en las hojas
y
marchitaba los solitarios pétalos
es
el mismo que ahora curte
la
piel de los niños esclavos?
.
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