Martin Luther King nació un 15 de
enero, pero en su país natal se le conmemora a King el tercer lunes del mes de
Enero, fieles como son, sus clanes gobernantes, a la costumbre de cambiar de
fecha la conmemoración de algún evento que haya estado signado por algún acto
de barbarie, como lo fuera su asesinato, el 04 de Abril de 1968.
Otro caso digno de recordar es el homicidio
de Estado y las condenas a prisión perpetua, acometidos contra las humanidades
de algunos de los líderes huelguistas de Chicago, luego de las protestas de los
trabajadores que tuvieron inicio el 1ro de Mayo de 1886, quienes luchaban por
pasar de horarios de trabajo que iban de 10 a 14 horas diarias a las 8 horas
que luego se lograron. Como todos sabemos, tal fecha, 1ro de Mayo, es la que internacionalmente
se adopta para conmemorar el día del trabajador. Pero en la liberal y progresista
República del Tío Sam, donde se fraguó esa perversidad, tal fecha no es digna
de ser recordada ni asociada con las reivindicaciones logradas en contra de la explotación
del hombre por el hombre. Prefieren celebrarlo “el primer lunes” de cada mes de
Septiembre. Todo muy convenientemente movible. ¿O será movedizamente
conveniente?
Otros casos como, por ejemplo, el del
abolicionista John Brown, quien fuera ejecutado luego de su alzamiento en armas
para acabar con la esclavitud, no merece siquiera, a juicio del statu quo demócrata
y republicano, ser etiquetado con una fecha de recordación. Brown no ha sido
nunca digno de ser considerado ejemplo, por parte de los maquilladores de calendarios.
Pero, cuáles sean las razones para
cambiar la fecha de conmemoración del natalicio o muerte de una persona o del
suceso que sacudiera las bases de su sociedad, no lo sabemos a ciencia cierta,
acaso sea una cuestión de cábala o (¿por qué no?) una maquiavélica reiteración del
irrespeto hacia quienes, de alguna manera, han conmovido los cimientos de la pacatería
reaccionaria que, por tantos años, ha aherrojado al ciudadano común de la más
pujante de las economías del mundo durante los últimos 150 años.
Lo que fue escrito a mano reza: Primero ellos tomaron sus vidas. Ahora ellos explotan su memoria...
Albert Parsons y su esposa Lucia Parsons. Parsons fue llevado a la horca acusado de colocar la bomba por la que falleció un oficial de policía. Luego de ser ejecutado se comprobó que era inocente.
Julia Ward Howe, un ejemplo a seguir.
[… ¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas
las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o
lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos
por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca
de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos
para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad,
la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada
compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos
sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada,
una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del
asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni
la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad,
les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin
importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte
conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes
nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales. …]
Julia Ward Howe, Proclama del día de las madres.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario