La jornada de ayer desde la tarde hasta la noche fue un suceso inenarrable, como inenarrable suele serlo la música.
Una insólita jornada para celebrar los 50 años del "sistema" creado por el maestro José Antonio Abreu, fueron casi 6 horas de hermosísima música que nos reconcilió con un país desconocido para muchos y que va más allá de los vaivenes de la política; un país que no han entendido ni les interesa entender a quienes meramente se debaten por detentar el poder (los unos porque lo tienen y los otros porque no lo tienen), sin tomar jamás en consideración el alma de su nación, el verdadero tejido de fondo que tiende la malla bajo nuestros pies.
Escuchamos una magnífica interpretación del dúo de soprano y contraalto de la Sinfonía Número 2, de Mahler, la conocida como Resurrección.
No podíamos creer que el cierre iba a ser con la amada novena de Beethoven, dirigida por un jovencísimo y maravilloso director (Ascanio). Conste que ya nos habían regalado el allegro con brío de la quinta sinfonía de Beethoven, uno de los movimientos más conmovedores de toda sinfonía. Perdimos la cuenta de los directores que pasaron por la palestra, y no digamos los músicos...
Pero eso no era todo, como colofón, entraron los niños de las violas y violines de la orquesta nacional infantil para acompañar a la orquesta de jóvenes y adultos con el Aleluya del Mesías de Handel, movimiento que fue dirigido por Juan, uno de los integrantes de la orquesta infantil. Previamente Felipe Iscaray había dirigido un par de hermosísimos movimientos del Mesías de Handel.
Una jornada que fue dividida en cinco secciones por cada década cumplida. Así como escuchamos otras interpretaciones maravillosas de músicos como Mozart, Vivaldi, Márquez, Buxtehude, Revueltas, escuchamos otras no menos maravillosas interpretaciones de algunos de nuestros compositores, Antonio Estévez con el maravilloso dueto entre Florentino y el Diablo, Inocente Carreño, Juan Bautista Plaza, Evencio Castellanos, Paul Desenne, José Antonio Abreu, no sé si Sojo; pues algunos créditos no los pude ver en pantalla y no sé si uno de los madrigales era de Abreu o de Sojo; y ya la memoria me falla.
No fueron pocas las veces que nuestros ojos se enjugaron, se secaron y se volvieron a enjugar... Yineska me decía tan apropiadamente, como suele hacerlo, que esta jornada nos ha reconciliado con el país. Y si lo ha hecho es porque, más allá de dislates y peroratas, más allá de luchas intestinas y prestadas, más allá cinismos, de apetencias de poder y de control de la colectividad de una nación, por parte de clanes que se visten de altruistas demócratas o de igualitarios socialistas, se empinan estos seres de carne, hueso, alma y espíritu; gentes que hacen sus vidas apegadas a artes non serviles. Un país desconocido, como decía más arriba, pero todavía (y ahora es cuando), todavía ciudadano...
Salud, lacl
P. S. Agoté casi toda la batería y probablemente casi toda la memoria grabando esa maravillosa música que tuvieron a bien regalarnos los músicos...
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