Los dibujos son de Kafka
Kafka, el aforismo como mediación.
Hay una gran virtud en ese gentilhombre que
llevara por nombre Franz Kafka, a quien no le hicieran caso en sus tentativas
de querer pasar desapercibido por el mundo; un caballero al que, por lo demás,
hemos terminado queriendo (superando su antojo por una mundana abstinencia), virtud
que únicamente podemos inferir de lo que de él conocemos, como lo es el legado de
su palabra escrita, un decir que nunca se estaciona en la mera fantasía, pues la
suya es una fantasía colmada de realidad, o una red de fantasías colmada de
realidades… Pero lo mismo aplica en el caso de que nos hable de la mera realidad,
pues siempre termina demostrando que la realidad, la humana realidad, es una entidad
inconcebible, irrealizable, imposible.
Esa condición vale tanto para lo que pudiera catalogarse
como su “obra literaria”, como para aquello que, no sin algo de capricho, pudiera
ser catalogado como su palabra íntima, personal, entre las que podemos incluir sus cartas, fragmentos, anotaciones y los adagios o aforismos. Pues, en el caso de Kafka, hay
que tener coraje para atreverse a separar de manera concluyente la ficción literaria
de la ficción vital. A sus ojos “todo es apariencia”, como reza una estampa que incluyera en uno de sus libros de relatos.
Cuando uno lee cualquier párrafo o frase de Franz Kafka (y al decir que uno “lee”, quiero significar y realzar con ello que uno “escucha”, dado que Kafka es un maestro en ponernos a escuchar) dase cuenta de que es prácticamente imposible cernir hacia un lado el refulgente artificio y hacia otro la deslustrada realidad.
Cuando uno lee cualquier párrafo o frase de Franz Kafka (y al decir que uno “lee”, quiero significar y realzar con ello que uno “escucha”, dado que Kafka es un maestro en ponernos a escuchar) dase cuenta de que es prácticamente imposible cernir hacia un lado el refulgente artificio y hacia otro la deslustrada realidad.
Desde el primer día en que mis ojos fueran
secuestrados por las espigas de su alfabeto y, con ello, fueran igualmente secuestrados
mis oídos por la música que de esas espigas se levanta en vuelo, tanto el oído inmediato
(aquel que repite gustoso toda sonorización) como el oído interno (el que, de algún
modo, anda enlazado al corazón de la palabra), supe y tuve la certeza de que en
el mundo hay almas afines.
Siempre he sentido una honda consonancia con las imágenes
de Kafka sobre la inutilidad (o, mejor, la imposibilidad) de lograr algo, sea
lo que sea que se intente. Kafka nos pone a ver el mundo desde la desilusión,
lo delusorio, aquello que ante nuestros ojos se diluye.
Razón por la cual uno comienza, si no a comprender,
al menos a aceptar la sinrazón de nuestra supeditada lógica. Desarraigo. Hay un
desarraigo en el ver cuando el que mira, mira hondo aunque no quiera, cuando el
que mira, mira hondo a su pesar; cuando el que mira, ve un tanto más allá de la
fachada de las cosas y a pesar de sí mismo. Se termina siendo un extranjero del
mundo, pero del mundo humano. Y comienza a hablarle a aquello que le trasciende
y que trasciende la humana farsa. De allí el peso que adquiere una mera frase o
sentencia dicha al calor de ese mirar. Un aforismo o adagio tienen un
componente que jamás se obtiene con recetas, sino con magia, la magia del ver. Como aquel que reza desde la intemperie y que
fuera tensado por el caballero que nos ocupa: No han emigrado ellos, sino tú…
Dejamos una nueva colecta de adagios o aforismos
de la pluma de Franz…
Salud!
lacl
* Qué ridículamente te has enjaezado para este
mundo.
*
A partir de cierto punto ya no hay vuelta atrás.
Hay que llegar a ese punto.
*
Su respuesta a la afirmación de que quizás tenía, pero no era, fue solo temblor
y palpitaciones.
*
Las luces del mundo apagándose, y haciéndose cada vez menos.
*
No todo el mundo puede ver la verdad, pero sí serla.
*
La queja: Cuando sea eterno, ¿cómo seré al día siguiente?
*
El camino que lleva al prójimo es demasiado largo para mí.
*
Las religiones se pierden como las personas.
*
Escribir como una forma de orar.
*
Lejos, lejos discurre la historia universal, la historia universal de tu alma.
Fuente: Franz Kafka, Aforismos. Random House Mondadori, De Bolsillo, España, 2006
Fuente: Franz Kafka, Aforismos. Random House Mondadori, De Bolsillo, España, 2006
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