Yo padecí el agónico ritual
de la abeja
En el arpegio evanescente de su piel
me sumergí
Y en el profundo torrente
de sus últimos espasmos
interpreté la danza
de una fugaz consagración
Nota: Este efímero boceto pertenece a una vivencia real que data de la juventud.
Me hallaba sentado en un pupitre, en la Escuela de Letras de la UCV, hora del
paso de la penumbra que todo lo torna lánguido y ceniciento, en la despedida de
la diurna luz y el anuncio de las sombras de la noche. Yo me sentía un perfecto
extranjero sentado en esa sala. De pronto cayó una abeja sobre la mesa de mi
pupitre y comenzó a aletear en círculos, en una danza frenética, dionisíaca, vibrátil,
revelación de vida rebosada. Estaba muriendo. La razón de ello no podía yo
saberla, pues las abejas no buscan luces de artificio, como las polillas que
mueren abrasadas en el desengaño. Sólo me dediqué a contemplarla, a sabiendas
de que bailaba para mí… Nadie más reparó en esta extraña despedida.
Forma parte de un añejísimo cuaderno de brevedades que, justamente, lleva
por título, Poemas a mano alzada.
Dejo debajo una traza de tales esbozos. No los considero textos de algún
valor en particular, a no ser por cierta pesquisa en zonas de la ironía, cierta
urgencia de encontrar vestigios en lo exiguo. Una imberbe curiosidad.
Paraíso
Hemos impregnado de ideas nuestras carnes
Pero la idea se adormece en cofres olvidados
Y, panes perdidos,
divagamos bajo la lluvia de los cementerios
Cuestión de apariencia
Mi nombre es lobo,
Soy un sentimiento.
Con mi piel se cubren los hombres
y soy tan imprescindible como la cartera,
cuando alguno no me lleva encima,
es desollado por los otros
Perro
Resuelves edificar
toda una vida
a punta de mordiscos.
Pero resulta que la vida
es un hueso muy duro de roer.
Arbitrio
Y que morir,
después de tanto,
no sea sino entrar
a un gran salón
donde se adora
a Miguel Ángel.
Cuestión de realidad
Si manifiesto
que una hoja cayendo
ante mis pasos es,
en su esplendor,
tres veces más poderosa
que los dioses de la lluvia,
la gente puede,
perfectamente,
quedar desconcertada.
Si manifiesto
que una hoja cayendo
ante mis pasos,
es tan impresionante
o auspiciosa
como el aquelarre
nocturno de las ranas,
la gente estará en su derecho
de creer que ya estoy loco.
Pero si manifiesto
que la singular extrañeza
de una hoja cayendo
ante mis pasos
es tan trascendente
como todo acto humano,
sencillamente,
seré menospreciado.
Contemplación
En el fondo del mirar,
la calma,
largamente esperada,
yace como una hoja
sobre un charco:
indiferente y presta
a las fluctuaciones del agua.
.
Estas semblanzas tienen la particularidad de haber sido
escritas en las inmediaciones de la UCV, en las calles de Sabana Grande o en
las de mi recordado y querido Paraíso.
Bach Cantatas
Bach Cantatas
Todas son bellas, pero pedimos especial atención a la Cantata 180, tal como abre...
3 comentarios:
Qué bueno es vovler sobre las notas añejas de cuadernos ya sepias...
Gracias por compartirlas
Desde Medellín, un abrazo
Qué bueno es vovler sobre las notas añejas de cuadernos ya sepias...
Gracias por compartirlas
Desde Medellín, un abrazo
Gracias, Francisco. Un abrazo en la distancia.
Luis Alejandro
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