[.. Si la belleza es inherente al alma, entonces ha de estar presente en todas sus manifestaciones. Esa revelación de la esencia del alma -la auténtica aparición de Afrodita en la psique (su sonrisa)- recibe, en la lengua de los mortales, el nombre de belleza. Todas las cosas, cuando despliegan su naturaleza innata, presentan el esplendor de Afrodita; su brillo las hace estéticas. Aquí me limito a repetir lo que Adolf Portmann ha estado elaborando en Eranos durante 40 años: la idea de la Selbsdarstellumg (autorepresentación) como revelación a los sentidos de la Innerlichkeit (interioridad) esencial. La forma visible es una muestra del alma. El ser de una cosa se revela en la manifestación de su Bild (imagen).
La belleza no es un atributo como pudiera serlo el velo que envuelve a una virtud, o sea el mero aspecto estético de la apariencia. Es la propia apariencia. Si no existiera la belleza, ni lo bueno, lo verdadero y lo uno, no podríamos sentirlos, no podríamos conocerlos. La belleza es una necesidad epistemológica; es la manera que tienen los dioses de conmover nuestros sentidos, alcanzar nuestros corazones y acercarnos a la vida.
La belleza es también una necesidad ontológica que sirve de base a la particularidad sensible del mundo. Sin Afrodita, el mundo de los detalles particulares se convierte en una serie de partículas atómicas. La diversidad pormenorizada de la vida recibe el nombre de caos, multiplicidad, materia amorfa, datos estadísticos. Así es el mundo de los sentidos sin Afrodita. Entonces hay que crear los sentidos a partir de la apariencia por medio de procedimientos filosóficos abstractos, lo que equivale a distorsionar la filosofía separándola de su verdadera base.
Si bien, como dijimos en la primera parte, la filosofía surge del philos, también hace referencia a Afrodita en otro sentido. Pues Sophía era originalmente la habilidad del artesano, del carpintero (Ilíada, XV-412), del marino (Hesíodo, Trabajos y días, 651), del escultor (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1141a). Sophía se origina en las manos estéticas de Dédalo y de Hefesto, vinculado a Afrodita e inherente, por tanto, a su naturaleza. Cuando Afrodita informa nuestra filosofía, cada suceso tiene una sonrisa dibujada en su rostro y se presenta de una manera particular. Afrodita confiere un trasfondo arquetípico a la filosofía de la "individualidad" y a la capacidad del corazón para hallar la "intimidad" en cada suceso concreto de un cosmos pluralista (W. James). ...]
HASTA AQUÍ EL INCISO
10/05/2025
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[... Lo que queda cuando todo perece es el rostro de las cosas tal como son. Cuando no tengamos adónde acudir, volvámonos hacia el rostro que hay ante nosotros, encaremos el mundo. He aquí una diosa que da al mundo un sentido que no es ni mito ni significado, sino esa cosa inmediata que es imagen: su sonrisa es una alegría, una alegría <<eterna>>. ...]
Último párrafo de EL CORAZÓN DE LA BELLEZA, 2da Parte del libro EL PENSAMIENTO DEL CORAZÓN, de James Hillman.
Siruela, Biblioteca de ensayo, 1981.
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