Otros "Pájaros perdidos," de Rabindranath Tagore. (lacl). / Zona documental.

 


Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro.

Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos, dejad la huella de vuestros pies en mis palabras.

Para quién lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno.

Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa.

Si de noche lloras por el sol, no verás las estrellas,

Tengo encendidas mis estrellas en el cielo, y ay de la lámpara apagada en mi casa !

Como se prenda en ti el polvo de las palabras muertas, lava tu alma en el silencio.


Traducción de Zenobia Camprubí de Jiménez, la esposa de Juan Ramón...
Editorial Lozada, Buenos Aires, 1948.

(Tan sólo he matizado un tanto la última de las anotaciones, lacl)








Todo fluye, Vasili Grossman, una novela incontestable, lacl. /



El leve movimiento de un brazo, acompasado con el gesto de la mano de un ser inopinado, al otro lado del mundo, puede generar resonancias y ecos en otras esquinas del orbe. Y viceversa. Para bien o para mal. Las nociones de espacio y tiempo poco cuentan en esta suerte de transmigración de sucesos de los que se compone el inmensurable coro de la creación. Pero los seres humanos, grosso modo hablando, no solemos reparar en tales experiencias, las cuales solemos considerar como menudencias sin importancia. Vivimos enfrascados, casi que podríamos decir imbuidos, en nuestros oficios y ocupaciones pero, sobre todo, en nuestras silentes obsesiones, las cuales hemos convertido en patrones de conducta que se repiten, jornada tras jornada, obstaculizando la armonía que, de suyo, viene inserta en nuestra sangre al abrir los ojos por primera vez al mundo. 

Son estas unas reflexiones solapadas, acaso meta literarias, que surgen a un margen de la vereda, luego de haber leído "Todo fluye", la novela de Vasili Grossman, la que de manera milagrosa se salvó de la quema y pudo ser publicada unos 25 años después de la muerte del censurado escritor, gracias a la (infelizmente momentánea) política de apertura que significó el Glassnot y la Perestroika. 

Reflexiones que, quizás, vengan al caso, cuando a lo largo y ancho del mundo conocido como civilización humana, trátese de la de tiempos pretéritos o de la de ahora, un simple y desprejuiciado observador puede notar que dicha civilización se ha caracterizado por aherrojar, subyugar, avasallar a la divina persona del ser humano que de ella forma parte, para cercenarle así todo derecho a su libertad como ser indiviso. 

El hecho de que una persona que plasma en unas hojas lo que ve, sea en forma de narración o de canto poético, y que tenga que confiarlas a un tercero que ha de enterrarlas en el subsuelo para, en algún momento del futuro, quizás puedan ser ventiladas al ojo del público, nos revela el milagroso poder que encarna en esa orquestación de la casuística que, como un ángel de la guarda, ampara y protege la verdad.

Y tal cosa ha sucedido con dos obras postreras de Grossman: VIDA Y DESTINO y TODO FLUYE. 

En lo que concierne a las vicisitudes y contingencias que tenemos que vivir como seres humanos a los que  se les pretende coartar la libertad y, de hecho, se les coarta, este año tuve la fortuna de poder iniciarlo con muchas lecturas y entre ellas destaco la de TODO FLUYE, una novela contundente y conmovedora al respecto. 

En su narración todo lo que fluye es definitivamente todo lo contrario a la propagación de la  libertad: la conculcación de los derechos humanos, las expropiaciones, la hambruna programada, las delaciones, los arrestos, las torturas, las ejecuciones sumarias, y sin embargo, el libro es un canto a la libertad y a nuestro derecho de permanecer en los parajes del candor, en lugar de los de la defenestración del prójimo, todo ello expresado en el vivo retrato de un ser humano, el protagonista Iván Grigórievich. 

Una de las sutilezas más susceptibles de destacar en esta elegía narrativa es la firmeza del candor, la pura inocencia que se planta ante el goce de vivir en libertad, el goce de vivir en sintonía con un entorno que va más allá de los humanos poderes temporales y sus seculares bajezas. Iván ha pasado tres décadas en Siberia por la delación de un señor que se mantuvo a flote a punta de ello: de delatar a inocentes para que se les imputase como enemigos de la revolución. Hay muchos capítulos conmovedores, entre ellos, ése en el que se encuentra con el señor que le delata, un burgués de izquierda y a quien Iván le considera como uno de sus amigos de juventud. Luego de su saludo en la calle cada quien sigue sus pasos, maravilla contemplar ese encuentro y lo que cada uno piensa para sí luego del encuentro... 

Los rasgos de Lenin y de Stalin son maravillosamente retratados en los silenciosos pensamientos de Iván, rasgos que casi pasan a ser parte de un tratado sobre política o, mejor, sobre el abuso de quienes ingresan a la fiesta para pelearse la torta de la política. 

Una brillante acotacion, que puede tomarse como parte de sus conclusiones, es aquella que señala la paradoja de querer instaurar una "Revolución en pro de la liberación del ser humano" en una nación o conglomerado de Naciones que ha vivido más de mil años en estado de servidumbre. La incontestable conclusión es que el pueblo ruso jamás ha sido libre; ha vivido siempre en estado de servidumbre. Y los hechos ocurridos con posterioridad a la muerte de Vasili Grossman parecen reconfirmar lo narrado. 

En fin, no es recomendable contar parte del anecdotario; es preciso tomar el libro y leerlo; una vez que se comienza considero que no se le puede soltar. La verdad es que me ha dado placer leerlo, a pesar de que el tema no sea un elogio de la belleza o de la humana fraternidad, ello sería cuesta arriba, si no imposible, dentro de un mundo que la niega.

Salud, lacl.



Grossman fue uno de los primeros en denunciar los campos de exterminio.

En brandenburgo.

Entrevistas a civiles en Alemania.







miércoles, 27 de marzo de 2024

Viento del este, lacl. /. Bach & Khayyam - Monk

 



Se marcha ya el día, 

cabizbajo y un tanto acongojado

al verse sumido en el ombligo 

de un despojado silencio.

No es que haya sido un día triste, 

sino ausente o, por mejor decir, 

colmado de ausencias.

Porque hay días que toman 

la faz de una ciudad deshabitada.

El desierto acuñado allí, 

en el aire de una ciudad fantasma.

Caminas entre sombras que se cruzan

vocablos intraducibles,

escarbando entre las sobras 

de una lengua muerta.

Nadie ríe ni sonríe,

sólo gesticulan y hablan sin parar,

en esa jerga incomprensible, 

interminable,

de oraciones sin escuchas.

La luz ha tomado un cariz

entre ceniciento y rojizo, 

como un inmenso fuego fatuo

incrustado en la sortija de las horas, 

cual el dedo de un Dios muerto.

Eres el extraviado caminante,

no porque hayas perdido tu sendero, 

sino porque deambulas entre avenidas y callejuelas 

que han perdido su lugar 

en el mapa del recuerdo.

La ciudad es ahora una maqueta;

de alma viva sólo le queda el trueque

y sus habitantes se atavían

con lienzos de sombra

para concurrir a mercados y mentideros

donde el saqueo y la usura 

tomaron la plaza del ars vivendi. 

Es inútil tu intento de insuflarle vida 

a una ciudad deshabitada. 

Lo único que obtienes de ella 

es lo que te ha dado a cambio 

de una moneda imaginaria,

porque hasta eso has perdido, 

el gusto de portar en el bolsillo 

una herrumbrosa moneda 

con la desleída fecha 

de un siglo ya extinguido.

Suspiras en tu camino de regreso 

al alma que es la casa,

ese último reducto 

que defiendes con la tuya propia,

tu alma que busca, sigilosa, 

su lugar en el mundo;

pues ella sabe que allí y sólo allí, 

en el recoveco del mirar 

que has construido 

en el seno de tu madriguera

vibra una llama silenciosa, 

como el discreto fuego 

de una vela ante un altar,

candor que no añora ser descubierto, 

nada necesita, titilar es su existencia.

Una vez allí, 

sientes la furia del frío vendaval del este,

azotando las enramadas del monte 

y convirtiendo las camisas del tendero 

en alborotados papagayos.

Quieres salir a contemplar 

y dar cara al golpe de la brisa, 

pero una voz te dice que no hay nada que contemplar afuera, 

que es Wotan el que sopla, el dios del martillo, 

y que tras el frío de los vientos primaverales

él intenta alentar el fuego que todo lo arrasa. 

Acaso esa sea la razón, 

te dices en silencio, 

de que los pájaros hicieran mutis al atardecer

y se ocultaran entre las enramadas y recovecos de la montaña, 

como si estuvieran de duelo 

ante la pérdida de una vida ignota,

sin tiempo ni lugar para el adiós.


lacl, 26 de marzo 2024 atardecer / 27 de marzo 2024, 3 a.m.


GALERÍA DE ORFEO

Bach & Khayyam


Monk






martes, 19 de marzo de 2024

EXISTENCIAS VIRTUALES, Ramón Ordaz. / Galería de Orfeo: A usted

 



Glosar no es una palabra de muy corriente uso. La utilizamos mayormente de manera literaria. Sin embargo, no nos resulta extraño toparnos con altísima frecuencia con la palabra glosario. Por lo tanto, glosar es casi como rezar un rosario o versar sobre el glosario. Vaya está innecesaria aclaratoria para divulgar una excelente glosa del poeta Ramón Ordaz.

(lacl)

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EXISTENCIAS VIRTUALES   (*)                                     

De la existencia se derivan problemas filosóficos y, junto con estos, las múltiples cosmovisiones que hacen valer esa otra distinción de lo humano: la conciencia, la que fue posible, según María Zambrano, gracias a la aparición de la pregunta en el hombre. Si la primera existencia es Dios, razón única y suficiente que explica el cosmos conocido, todo lo demás queda sujeto al precepto bíblico. La existencia explicada desde las moradas metafísicas, por lo general, nos cierran el paso; cuando no son los dogmas, son los sofismas que el hatajo de predicadores posee para “alumbrarle” el camino de salvación a pecadores y sumisos, a quienes, en estéril errancia, se les quiere rescatar para que, llegados al final de sus días, puedan disfrutar, garantías incluidas, de la trascendencia en el supramundo: el resort más completo y de larga vida en el reino de los justos. Después de haber hecho suyas toda Síbaris y toda Jauja, cualquier arrepentido en su letanía final tiene derecho todavía a un salvoconducto para arribar puro y angelical a los pies de la eternidad. Ninguna diferencia con quienes pagan desde ya un prometido viaje a la luna y a Marte en los próximos vuelos charter espaciales. Lo cierto es que cada ser humano se fabrica un paraguas virtual para estar más tranquilo con su conciencia, con el no quiero equivocarme después de la desajustada vida terrena, muy a tono con lo que solicitaba el poeta Robert Desnos: “Que sobre mi tumba pongan un paracaídas/ porque uno nunca sabe”. La virtualidad de esos modos de la existencia la vemos como normal, como un viaje inevitable a las esferas de purgación y absolución que el mismo hombre creó para no hacer tan insípido el último adiós.

Las lujosas casas de juegos, los bingos, amparan con sus noches y sus días a muchas existencias virtuales. Allí franquean sus vidas los reñidos con el peso de la cotidianidad; en esa cárcel en penumbras los ludópatas tiran a la suerte una imposible liberación. Gastan la vida allí porque se han divorciado del tiempo. Pero “El tiempo/ le hace la vida dura/ a los que quieren matarlo”, sentencia Jacques Prévert.

¿Qué decir de Internet, de las redes sociales en la que hacen vida también noche y día ensamblados varones y féminas cogitantes, qué decir de esos retratos de familia que en Facebook son la más patética expresión del kitsch de nuestro tiempo? Allí se cuece la mentira, la hipérbole y la grandilocuencia en forma desvergonzada. Allí pululan genios, sabihondos, caballeros de toda estofa, mujeres castas y puras, todos ellos, en un flirteo sin límites, con respuestas profundas e insustituibles como “Me gusta”. Otro techo virtual donde la ilusión consagra, donde la realidad de los vulgares seres de la calle es un estorbo. Objeto como somos de una existencia virtual, sin complejo ninguno, yo soy rata en el horóscopo chino. Me gusta.

(*) Ramón Ordaz.




jueves, 14 de marzo de 2024

Conversando con Jaladdin Rumi. lacl / El poema de los átomos... / Estampas.

 


No sé dónde estar, 

tal parece que he perdido mi sitio.


¿Será que se tiene un sitio?

¿No será, más bien, todo ilusión?

Nos forjamos un paso en la vida y nos asentamos sobre la idea de nuestro propio peso, algo tan pasajero como eso. Nuestras huellas de este lado del espejo serán siempre temporales y breves.

Hace algunos días mis pensamientos rumorosos esto me decían.

Y esta mañana al abrir un tomo de Rumi, al desgaire, esto me respondió:


"...No estamos delante ni detrás, 

no estamos arriba ni abajo...


Como el pincel en las manos del pintor, 

no tenemos idea alguna de quienes somos..."


Jaladdin Rumi.

(lacl)




EL POEMA DE LOS ÁTOMOS








miércoles, 13 de marzo de 2024

Rememorando a Luis Amado / Contigo en la distancia. - La inconclusa.



Cierta vez, mi papá nos dio un susto con un quebranto de salud. Y, la verdad, todos llegamos a pensar que estaba por despedirse, inminentemente, de nosotros; lo que dio motivo a las palabras que debajo adjunto, mientras lo acompañaba por las noches, durante la hospitalización. Aunque se recuperó y nos acompañó un tanto más en nuestro transitar, hasta que se cansó y dijo: ya basta! Quiero salir de esta cárcel que es el cuerpo (me lo dijo textualmente antes de irse: "el cuerpo es una cárcel")... Y se fue entre sueños...  

Hoy, 13 de marzo, se conmemora un día más de su advenimiento al mundo. 

lacl


g


(Acompañando a  mi padre en su lecho de enfermo)

 

I.


Guarda la noche contigo


Ella es una y la misma

cada una de las noches de nuestras vidas


Y cuán frágil es

-a nuestros ojos-

la permanencia de su dúctil parsimonia

entre nosotros.


La irreverencia de los pájaros, 

ante la hazaña del hombre, 

es poco apreciada

por nuestros lentes de aumento,

pero es sabido que 

los pájaros hacen silencio

cada noche,

no ante los logros del hombre,

sino ante la cúpula del cielo,

gran madre de todas las cosas

 

II.


Guarda la noche contigo


Ella es un bello manto que podemos rasgar, 

hacer jirones


Podemos, luego, sentir remordimiento,

quedar, quizás, estupefactos

ante una prestada noción de vacío


O acaso al final resulte que todo

nos importe un bledo.


Pero un paso más allá de todo este acomodo nuestro,

adverbial, de circunstancia 

y un paso más acá de este vivir complementario,

entre podas de flores axiomáticas,

a nuestro pesar o sin él,

sus hebras de ébano y oro, 

en amoroso contrapunto 

y siempre en silente dicción

que nunca acaban de empezar,

su tela de azar nos restablecen 


La noche vive a contrapunto.


Llévala contigo, 

déjate llevar por ella.

 

III.

 

Guarda la noche contigo


Más allá de todo logro 

subyace una acechanza,

más allá de toda hazaña

palpita una obra humilde


Guárdala en tu pecho


.......

(Estas rasgaduras forman parte de Cuadernario, libro de imágenes publicado en Colombia en el 2007)



Pocas cosas le fascinaron tanto como la música; le encantaba sentarse a escuchar música de todo tipo: boleros, madrigales, aguinaldos y villancicos clásicos y populares, conciertos y sinfonías. Y al final de su vida, muy especialmente, algunas de esas melodiosas y reflexivas composiciones de Mahler, sobre todo, el Adagieto de la Quinta sinfonía y ese movimiento de Adaggio de la última de sus composiciones orquestales, conocida como la inconclusa. 

Pero dejemos hoy un clásico latinoamericano interpretado por Olga Guillot y ese.largo Adagio que es su Décima sinfonía, La Inconclusa. 

Contigo en la distancia



La inconclusa


viernes, 1 de marzo de 2024

Despunte con desengaño que apunta a un nuevo despunte... lacl. / Pra dizer adeus

 




DESPUNTE


Abres los ojos en el tímpano de la oscuridad 

dispuesto, acaso, a discurrir en la jornada 

sobre el porqué de la insistencia 

de tanta melodía cansada. 

Pero no te afanas en ese sentimiento 

que no puedes evadir y no parece tener remedio, 

las cansadas melodías que nos exceden

y nos arropan a la fuerza son eso: 

algo exterior que no podemos cambiar, 

cuadros que nos exceden, sí, 

pero que nada tienen que ver con nuestra esencia.


Antes de que asome la luz 

vuelves a aquella fuerza interior, 

la que siempre te dice

(y que a veces no escuchas) 

que no te esmeres en lo que no te atañe, 

ni tiene fin, ni insufla tus pulmones, 

ni roza tus sueños.

Rememoras algún verso de un viejo poeta, 

aquel que se quedó incrustado 

como una astilla en tu alma,

y sabes que en el aire está ese verso, 

oreando tu respiro, 

tu infatigable asombro 

ante el enigma de ser y respirar.


Con sigilo levantas una pierna 

y en paso de minuet besas el frío suelo 

por no despertar a tu amor, 

luego pespunteas, entre sombras,

el atisbo que da sendero 

hacia la primera bocanada de luz,

la que como una ola vendrá a sanar tu alma 

y vendrá a decirte que tú no tienes nombre 

que tú te llamas ojo que me mira 

y que tú te llamas ojo que es mirado 

y sentirás mi calor entrando, 

tenue al principio, en tu faz,

para luego recorrer toda tu piel, 

toda tu osamenta, toda tu vibración 

que en el seno del frío busca calor. 

Y tu aura irradia conmigo en el ahora, 

en este frente a frente 

que persigna tu alma y te colma de gracia.


lacl, 1ro de marzo 2024, amanecer.


Post Data: 

Con el discurrir de la jornada

no cejarán en su insistencia 

las melodías cansadas.

Y una aureola de tristeza

se instalará en el alma, 

induciéndonos a pensar

con el verdadero motor 

de los pensamientos,

como lo es la noria del corazón, 

que todo está perdido, 

que la tristeza es insalvable, 

que todo luce inútil,

y que la nostalgia tendrá 

que silenciar sus cantilenas,

aunque aúlle por dentro 

y con nosotros ceda el paso. 

Y volver a la noche, 

dejar caer la cervíz

sobre el plumaje del sueño 

para que se hile con el despertar 

a un nuevo despunte,

pero éste ya más desengañado.


lacl, 1ro de marzo 2024, 8 p.m.

Despunte





Sueño...




Pra dizer adeus