miércoles, 30 de septiembre de 2020

Palabras, un conato lejano, lacl / La guerra del fuego, una breve anotación sobre el film de Jean Jacques Annaud.




  

Palabras


Dilapidar las mistéricas palabras,

   violación de la ley suprema

 

  Ellas son joyas con las que labramos

un lenguaje de sepulcros,

prendas con que engastar

la trama de epitafios que comprueba el teorema

   de una soberanía incontestable:

el sacrílego espectáculo del hombre

     pisoteando el arte de la memoria

 

  Pero ellas disponen de taller propio

y a nuestro pesar, labran,

a empujones, a golpes de fuelle y martillo,

su versión personalísima de la memoria de los hombres

 

(Su precio tiene hoy, para los hombres,

el representar verdades para ilustrar

fastuosas y redichas verdades,

espoleando las pesarosas fronteras

del fatum de los Misterios;

y el corolario es que todo termina siendo

una burda ficción de agónicos y ordenados Prometeos)

 

  Pero ellas siguen a nuestro lado,

van con nosotros al mercado,

arriesgan su piel por nuestra causa,

viven incluso nuestras vidas,

que de nada nos percatamos.

 

Mas, aquí y ahora, presenciamos

la sigilosa cópula del humus y la luz,

el auge de una materia hecha con piel de nubes

y su final unión con el misterio

 

(su más elevada creencia,

tal como Orfeo revive,

desde el Hades,

tiempos postreros:

como un espejo en escena)

 

Aunque al final prevalezcan las minucias

de las trágicas obras

  de la historia,

ese recuento de calamidades

que los hombres se regalan,

generación tras generación,

como un luctuoso legado,

arcano de la muerte

de todo consuelo o esperanza

 

Aquí y ahora, escuchamos cómo sus voces se elevan como

catedrales,

para luego difuminarse más vertiginosas que una flor al

marchitarse

 

Podemos ver la rogación en sus manos,

implorando por una razón

                   extremadamente pobre,

pretendiendo ataviar con señales y evocaciones

  sus elevadas y secretas añoranzas,

mientras un silencioso soplo roza

  la superficie, lo diferente, lo opuesto

 

  Y de ello obtienen, por toda recompensa,

su lengua cercenada,

más la inefabilidad de presentarse al alma

  en una sola intuición

           cual victoriosos soldados de Pirro

 

Pero, a sus espaldas,

ellas transportan las fronteras

  de lo infinito al reino de ser

Cifras inagotables de lo indecible

  son toda su esencia

Discurso mudo, quietud, blasfemia y duda,

  inmaduros frutos de sabiduría

 

En ellas viaja, inoculada,

la  misteriosa solemnidad

de toda contemplación

o todo asomo al mundo

 

Y por su gracia

en nosotros

reverberan

las imágenes,

acaecimientos de la primitiva luz

de un recuerdo lejano


lacl, un texto expurgado de una colecta de conatos poéticos escritos en la década de los noventa. Lo he revisado y rescatado del desvván.

 




 

 Galería de Orfeo


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En busca del fuego, Jean Jacques Annaud. 




La sutileza de este film de Annaud, me parece que poco suele ser anotada. Uno, la posibilidad del ser humano de trabajar en cooperación, como tanto lo señalara Bertrand Russell, una verdad de Perogrullo que suele ser desestimada. Dos, el peso de lo femenino, con su paciencia para el descubrimiento de nuevas soluciones para el cotidiano vivir, así como para la factura de las mismas. Evidentemente, homo faber no es un término que podría excluir lo femenino,. pues habla en bien de toda la especie. Lo que se han construido algunas culturas a lo largo del devenir de la humanidad, como tesis, es otra historia, muchas veces soslayada, amañada y/o distinta o distante de la realidad, tanto como de su génesis...






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