El comentario que ha dejado un caballero ante una glosa
compartida en un grupo cuyo fin es la divulgación de asuntos relacionados a los
Orígenes de la civilización y la mitología, me ha motivado a redactarle una más
detallada respuesta que no podía dejar pasar por debajo de la mesa. Me he
enterado un año después del comentario del Sr. FP al que hago alusión, pero lo
cortés no quita lo valiente, sobre todo cuando nos parece perentorio aclarar algunas
ideas y conceptos que, a nuestro juicio, parten del engaño de ver la viga en el
ojo del prójimo sin pararse a mirar la viga en el propio ojo.
Primero he de dejar la glosa en cuestión, luego el
comentario y al final mi respuesta, la cual le dedico a la hermandad venezolana
que anda en la búsqueda de una reunificación en la que priven el estado de
derechos, la ciudadanía y los valores humanos y, por supuesto, a la hermandad latinoamericana y mundial, que también son merecedoras de un mejor destino común.
lacl
Esta imagen es de Cartier-Bresson
13 de enero de 2019
(Eros)
"...Dice Pavese en su diario: "...sexo, alcohol y
muerte son tres momentos dionisíacos de la vida humana; no se excluyen, o uno u
otro..." Paradójicamente, la mayor parte de los ciudadanos vive hoy
saturada entre las precipitaciones de un sexo despojado de la más humilde
reverencia; seres ingiriendo bebidas escuálidas y sin presencia divina, cuya
única virtud es la de anular la memoria; gentes padeciendo una muerte
impersonal y sin misterio; en suma, tres momentos sin ninguna redención. La
epifanía dionisíaca ha sido prácticamente desterrada de los usos de la ciudad
moderna, entendiendo por ciudad no solamente las grandes urbes, sino todas las
colectividades que, grandes o pequeñas, rinden un culto monástico-maniático a
la informática, en todas sus manifestaciones; una sed de vacua información que
niega el momento de estar solos con nosotros mismos y con cualquier faceta o
fenómeno de la vida natural, bien sea en sus aspectos caóticos o felices, por
llamarlos de algún modo. Y ahora a los científicos de ego inflado les dio por
inventar la « realidad virtual ». Y así, la epifanía dionisíaca (como, muy
probablemente, toda otra epifanía) ha sido desterrada del bosque de la memoria,
puesto que el bosque de la memoria fue arrasado de nuestras vidas..."
contracorrientes (sentencias en
incertidumbre), lacl, bid&co editor, caracas, 2006 y 2013.
EL COMENTARIO
Sr. FP. Es la pura verdad, en mi país no se excluye esto
pero no era tan generalizado ni concluyente, los últimos dos años han llegado
una corriente migratoria de venezolanos incontrolable y mi ciudad creció en 1
año lo que debió crecer en 20, y en esta gente si he visto todos los
desórdenes que un humano puede enumerar, gente sin decencia, sin valores,
faltos de toda moral, sin escrúpulos, inmisericordes, y las mujeres se
comportan igual que los hombres y sólo les importa, la juerga, el embriagarse
hasta perder el juicio, pasar una noche de sexo con el que le pueda pagar todos
sus desórdenes, y si me preguntan por qué Venezuela está como está yo creo que
esta es la primera y más importante razón.
(Arequipa, Perú)
(Arequipa, Perú)
MI RESPUESTA
No leí su comentario de hace una año, Sr FP, y lo veo
ahora, gracias a la galería de los recuerdos que pone a nuestra disposición
esta red…. Le respondo en dos partes, dado que me ha puesto usted a
reflexionar.
1. Lo que expreso en
mi nota o glosa no es un “fenómeno venezolano” en exclusiva, sino una pulsión desbordada
en prácticamente todo rincón del orbe. Usted está mezclando dos fenómenos que, aun
cuando en su base puedan estar asociados al proceso de general deshumanización,
son causados por fuerzas motrices distintas. Lo que yo comento en mi nota
sucede en el seno del humano corazón. Y ello no respeta límites ni
nacionalidades. La deshumanización se da en todas las Américas, sin excepción, y
se da en todo el mundo, sin excepción. No es un lunar o mácula que mancilla la
esencia del venezolano, sino la del ser humano en general.
La diáspora venezolana obedece a razones muy específicas y algo distintas a las
que se refiere mi nota, aunque en la raíz de todo se encuentre la muerte espiritual en el seno del humano corazón. La diáspora ha sido causada por una expoliación económica de la
ciudadanía y un secuestro de sus derechos por parte de una minoría gobernante.
Y ha ocurrido en el país que tenía la mejor tasa de PIB (producto interno
bruto) de América Latina, en virtud de las grandes riquezas naturales con que
la providencia quiso regalar a nuestros suelos. Ello ha ocurrido en pocas
décadas, un proceso iniciado en los años 60. En las décadas de los 70 y 80,
especialmente, Venezuela se vio inundada, puedo decirlo así, de centenares de
miles de ciudadanos que, año tras año, llegaban de toda América Latina y del
Caribe, incluyendo a su país. A ello sume la significativa y pujante colonia
europea, liderada por una ciudadanía proveniente de España, Portugal e Italia,
pero sin excluir a muchísimos ciudadanos provenientes de los más insospechados
rincones del resto de Europa y sin excluir la creciente inmigración asiática y del Medio Oriente.
La democracia venezolana de aquellos días era imperfecta,
había muchas desigualdades aún pero, a pesar de ello y de que ya se venía desmoronando
por dentro, gracias a las nefastas malas
artes de los operarios de la política, en nuestro país se habían erradicado plagas
y enfermedades que en gran parte de América Latina, aún campeaban. El nivel de
vida, si bien no había llegado la nación al deseable estatus de país desarrollado,
era mucho más alto que en el resto de Latinoamérica, pues era un estado en vías
de un desarrollo sustentable. Ello incluía, por supuesto, una tasa educativa
muy superior a la de muchas de nuestras naciones hermanas, gracias a un buen
programa de becas de estudio y formación en las mejores instituciones
educativas de todo el mundo, razón por la cual tantos conciudadanos que fueron
preparados por aquellos años están hoy (por desgracia, debo acotar) trabajando
en muchísimas naciones del mundo (no sólo en América) y en empresas de primera
línea. En ese breve período al que me estoy
refiriendo, iniciado en los años 60 y cercenado por las apetencias de los
mercaderes de la política en los años 90, en nuestro país se recibió, reitero,
a millones de seres humanos provenientes de toda la América hispana, del Caribe
y de otras partes del mundo, con las manos abiertas. Huelga el comentario sobre
la pobre preparación ética y educativa que conformaba una gran parte de esa
oleada de seres humanos. Pues lo primero que privó en el espíritu nacional es
que eran seres humanos y no “escoria de otros pueblos”.
Los habitantes de Venezuela nunca fuimos, grosso modo
hablando, en el curso de nuestra historia constitucional, gracias a los hados,
pero también gracias a las características históricas de nuestra conformación
espiritual y ciudadana, ni chauvinistas, ni patrioteros, ni racistas. Acaso
impulsados por el hecho de haber sido una Capitanía General del Imperio Español
y no un asfixiante y atosigante virreinato, en los que el cruce de razas fue
mucho más perseguido que en nuestras latitudes. Si bien es cierto que entre los
“mantuanos” de la colonia durante el período de la Capitanía General de Venezuela,
esto es, entre los pertenecientes a las clases altas, se aplicaba la
segregación de clases, nuestra sociedad era mucho más relajada en el aspecto
que toca al cruce de razas, que otras sociedades de nuestra América. Ello
permitió la constitución de una sociedad de una naturaleza más relajada, alegre
y dicharachera que otras sociedades del continente. Acaso ello no sea una atributo positivo desde
algunas perspectivas o visiones de mundo, pero a este servidor le parece que
ése es, precisamente el principal atributo que el ciudadano venezolano podía exhibir
alegremente a cuanto ser que, proveniente de otras tierras, quisiera plantar su
morada acá. La de un ser humano siempre dispuesto a tender la mano al otro.
2. Por supuesto,
ello no quiere decir que haya sido una nación superior a otras, en ningún sentido.
Ninguna nación es superior a otra. Ese es un enfoque que parte de una visión
errada por aherrojada. En nuestra nación siempre ha habido, como en cualquiera otra
del mundo, una nutrida representación de aprovechadores y calculadores de la
política, cuyos únicos fines son los de ponerle las manos al tesoro nacional. Los
operarios de la política, de aquí y de allá, son gentes que -por regla general-
sólo están interesados en el dolo y la expoliación de la hacienda de su propio país.
Ello ocurrió aquí. A la par de que la nación buscaba establecerse,
de una manera organizada, en un estado desarrollado y democrático, el propio
sistema se venía carcomiendo por dentro. La corrupción era el río subterráneo
que, por debajo de la mesa, venía realmente conspirando contra los intereses de
la nación. Y al romper el hilo constitucional de nuestra imperfecta democracia,
lo cual sucedió en los años 90, se abrió la caja de Pandora, con todos sus
males.
En el curso de las décadas iniciadas con este milenio se
estableció una usurpación de los poderes públicos, quebrando su razón de ser:
la autonomía. Donde no hay división de poderes en que prive la base de la
autonomía de unos con respecto a otros, no hay equilibrio, al no haber
equilibrio no hay democracia, al no haber democracia lo que hay es tiranía, por
mucho maquillaje al que se apele. En
fin, a la par, y por la vía de un machacador y embrutecedor conductismo, se
instituyó un sistema de “formación” ciudadana que en realidad es una “deformación”
apoyada en una desinformación y una des-educación, si pudiera valer el término,
en lugar de una reeducación. En tan sólo dos décadas se conformó este “gran
viraje” de una república que, para muchos de sus esperanzados ciudadanos, apuntaba a un promisorio porvenir (ciudadanía que estaría dispuesta, no
lo dudo, a colaborar con los países hermanos de la región), para convertirlo en
un aceitado virreinato que ha sabido repartir el hambre, la miseria, la inopia y
la ignorancia de manera programada. Ello es la razón por la que en tan sólo 20
años se ha logrado desmontar el trazado a que aspiraba el colectivo de llegar a
conformarse como una nación en la que priven los derechos y la igualdad.
Me he tomado el tiempo de responderle detalladamente (pido
disculpas al no poder evitar el extenderme) porque ello me sirve para aclarar
mis propias ideas y porque, ciudadano al fin, interesado en lograr un cambio de
rumbo en lo que atañe a los fines ecuménicos del humanismo, no puedo sino ver
con preocupación que todavía no se comprenda lo que realmente ha sucedido en
Venezuela (y que, por desgracia va a suceder y ya está sucediendo en otros países
de la región y del mundo) y sobre todo, observar la postura de que se siga creyendo
que el mal opera es en la acera de enfrente y que en la acera nuestra no ha
tocado. Cuando yo escribí esa nota de arriba que usted ha comentado, corrían
los años 90 y lo que ahora le comento estaba en pleno desarrollo. Pero la nota
de arriba se refería más a la preocupación ante el incierto panorama de una humanidad
tecnificada, desacralizada y des-espiritualizada en grado sumo. Es cierto que,
en parte, ello es lo que priva en el seno de la sociedad venezolana, pues es un
mal global, pero ello no es lo que lo ha acelerado la deformación de nuestra institucionalidad.
El incremento de la barbarie, con todas sus secuelas, se debe a una
programación calculada: la de desmontar el articulado vital de una nación y de una
colectividad para instituir un régimen esclavista y embrutecedor, tan sencillo
como eso. Convertir al ser humano en bestias de carga u ovejas para el matadero.
En los años 90 ya sabíamos que vendrían tiempos turbios para nuestro país (como
para el mundo en general), pero no había modo de evitarlo.
GALERÍA DE LA POBREZA
Tomada de la red, de hace varios años, las largas filas en Venezuela para comprar comida.
Argentina
Chile
Colombia
Perú
Brasil
Ecuador
Venezuela
Sebastião Salgado
Jorge Luis Borges
Impecable. Gracias.
ResponderBorrarAmigo Alejandro, no me queda más que felicitarte por tan pulcra y cristalina respuesta dada al Sr. FP. Estamos, sin duda, frente a una persona totalmente desinformada en lo social, político e histórico no solo respecto de Venezuela sino de Latinoamérica; pero asimismo mundial pues la globalización, aunada a la tecnología imperante, ha llevado a todo los países a una interdependencia obligada y necesaria. El Sr. FP solo demuestra una ignorancia supina y una xenofobia sin fundamento ya que desconoce el origen propio de su nacionalidad e idiosincrasia. Excelente por ti, amigo, y por nuestra maltratada Nación venezolana.
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