miércoles, 10 de julio de 2024

Hay una fragancia de funéreos crisantemos, lacl





a Maruja ( María Luisa Loynaz Sucre ), porque hay mucho, demasiado (o casi todo) de su presencia en este hilar de la memoria...

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Hay una fragancia de funéreos crisantemos, 

de vida añeja y desgastada 

de mi infancia, lo sé, 

que no ha de volver.

 

En días tempranos fue dulce y almizclada huella 

y, a un tiempo mismo, repelente y seductor perfume, 

como si se tratara de un criptograma de sentidos

apostado en el centro de un silencio

o acallada heredad tatuada en la médula 

de una pregunta no abierta al mundo en pleno.

 

Interrogante fue,

enunciada por un alma predecesora,

quizás humilde mano del pasado,

cuyo único anhelo hubiere sido el heredarnos 

una secreta interpelación

en las arcanas emanaciones 

que brotaban de los armarios y las cómodas,

de las enmohecidas bisagras 

o de cualquier insospechado recoveco al reverso de las puertas

-reverso del mirar-

o de la más impensada esquina de una cama.

 

Absurdo efluvio fue floreando 

en las peinetas de la abuela,

en las cartillas y estampas de rezos de la madre,

en espejos de mano en plata tan desgastada 

como la ya vaga dicción 

que nos devolvían sus precarias imágenes


Y extracto de presunciones fue,

vapor de almas, 

tuétano de visionarias manifestaciones,

resplandor de sobrecogimientos,

todo ello despuntando en el idilio clandestino de las agujas amorosas 

que se refocilaban en sus ovillos de hilos,  

al íntimo solaz de indolentes gavetas o baúles adormecidos

 

Cada rincón de ese cosmos que daba hálito a la casa, 

cada una de las incontestables formas que le habitaban,

pulsaba una consumación,

símil de ese ayuntamiento de aromas y brillos florecientes 

que fluía como un manantial en los estuches de fieltro o piel 

que, alguna vez, sirvieron de matriz a una infidencia

o, acaso, a un no declarado amor…

 

Y deslumbre de atisbos fue

en cada una de las exiguas apariencias

que hacían vida en el misterio arrobador 

de los bálsamos predicadores de un cielo sin costados.

 

Hay una esencia de funéreos crisantemos, 

a cosa preterida e incuestionablemente deslustrada

de mi infancia que, lo sé, 

no ha de volver.


lacl, Cuadernario, Comun Presencia Editores, Colección Los Conjurados, Bogotá, Colombia, 2007.











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