domingo, 27 de marzo de 2022

LOS HEREJES, EL CIELO DE ESMALTE, JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE. / Estampas / Carl Gustav Jung, Fragmentarias.

 


Esta glosa que, si bien se intitula Los herejes y versa sobre los desatinos del hombre enfrentado con el hombre, acrisola su visión sobre la fuerza silente de lo femenino que busca atemperar toda exacerbación reñida con la templanza, signo característico del ancestral culto masculino por la fuerza bruta. 

Vaya fineza la de Ramos Sucre para pintar, en tan pocas frases, una silueta de la humanidad. Siempre he pensado que un director de cine como Andrei Tarkovski se hubiese deleitado en estas parábolas de JARS para armar, en su creadora imaginación, escenas filmicas como las que hilvanó en su maravillosa obra Andrei Rubliov. 

Salud, lacl

Post scriptum.  

Agrego acá un breve texto, redactado ante el comentario de un amigo sobre la esquiva argumentación de esta fábula, en la página de José Antonio Ramos Sucre.  

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Post scriptum.  

Agrego acá un breve texto, redactado ante el comentario de un amigo sobre la esquiva argumentación de esta fábula, en la página de José Antonio Ramos Sucre.  

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JARS es un fino cultor de la sugerencia. Y acaso no hay argumento sino sugerencia del mismo. No hay que olvidar el contexto de los tiempos en que escribió sus fábulas poéticas. La dictadura como statu quo, la burocracia y su silente funcionariado que él bien conoció. 

Esta apretada fábula, de apenas seis párrafos, me luce como una sutil alegoría. 

La doncella tiene una visión. 

En esa visión aparecen algunos de los males que debemos, única y exclusivamente, a la mano del hombre: una civilización que todo lo resuelve manu militari, con sus guerras y matanzas, con su política y sus arlequines dictadores de arbitrios.

Y cierra esa visión en la oscuridad y, acaso, en la impotencia, con ese párrafo en el que ella, el alma quiere guiar a la multitud hacia un derrotero, hacia el escape, pero infructuosamente. 

(lacl)


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LOS HEREJES, EL CIELO DE ESMALTE, JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE

La doncella se asoma a ver el campo, a interrogar una lontananza trémula.

Su mente padece la visión de los jinetes del exterminio, descrita en las páginas del Apocalipsis y en un comentario de estampas negras.

La voz popular decanta la lluvia de sangre y el eclipse y advierte la similitud con las maravillas de antaño, contemporáneas del rey Lear.

Un capitán, desabrido e insolente con su rey, fija la tienda de campaña, de seda carmesí, en medio de las ruinas. Los soldados, los diablos de la guerra, dejan ver el tizne del incendio o del infierno en la tez árida y su roja pelambre.

Un arbitrista, usurpador del traje de Arlequín, los persuade a la licencia y los abastece de monedas de similor y de papel.

La doncella aleja la muchedumbre de los enemigos, prodigando las noches de oración. Se retiran delante de una maleza indeleble, después de fatigarse vanamente en la apertura de un camino. El golpe de sus hierros no encontraba asiento y se perdía en el vacío.


El cielo de esmalte 1929 José Antonio Ramos Sucre. 










Carl Gustav Jung, Fragmentarias. 
Rosario de sus expresiones.

Nota Bene: Colocamos este enlace acá por el interés que suscita el pensamiento de Jung y el bien que puede generar a aquel que lo reciba. Y reconocemos que los derechos de autor pertenecen a los creadores del mismo.



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