Frieda en bata escarlata, inclinándose en el balcón sobre un fondo de montañas azules y nevadas, dice: "Soy tan feliz que ni necesito besarte". Observe pues, el amor es una cosa mucho más grande que una pasión, y una mujer mucho más que sexo.
Es la posdata de una carta de D. H. Lawrence a Edward Garnett, del 2 de junio de 1912.
*** * ***
CONOCETE A TI MISMO Y COMPRENDE
QUE ERES MORTAL
D. H. Lawrence *
Si quieres conocerte a ti mismo
tienes que marchar a tu paso.
Tu yo se adelanta, y no es hoy lo que era ayer;
y debes correr para mantenerte a su lado.
Pero a veces nos adelantamos mucho
corriendo tras uno de nuestros fantasmas.
y eso es lo que hemos hecho hoy.
Nos creemos tan inteligentes Fulanitos
con nuestros agudos ojillos y nuestras máquinas de alto
poder
que nos hacen andar más rápido de lo que nuestros
pies pueden llevarnos.
Cuando ¡ay! es sólo parte de nuestro pequeño yo lo que se adelanta.
Algo es dejado atrás, perdido y aullando, y nosotros
lo sabemos.
Ah, ingenioso Odiseo que le ganaste en astucia al
cíclope
y le cegaste su único gran ojo,
apagaste una luz de consciencia y dejaste un ciego bruto.
Ingeniosas hormiguitas con anteojos, eso somos,
representando nuestras bufonadas.
Pero también somos, y necesitamos saberlo,
enormes brutos con nuestro ojo ciclópeo apagado.
Y todavía sangramos, y andamos a tientas y rugimos;
pues anteojos y ojos de hormiga protuberantes e
ingeniosos no le sirven al cíclope,
él quiere su enorme ojo maravillado, el ojo de la
caverna y el portento.
Como hormiguitas sociales quizá funcionamos muy bien.
Pero, nuestras vidas humanas, los ciegos cíclopes que
somos, embistiendo,
golpeándonos contra rocas que no vemos destrozándonos la cabeza contra el techo
de la antigua caverna, despedazándonos los unos a
los otros,
desgarrando mutuamente nuestros sentimientos,
pisoteando y enlodando nuestras
más delicadas emociones,
y sin saber nunca lo que hacemos, rugiendo ciegos de
pena y consternación.
Ah, cíclopes, los hombrecitos-hormiga no pueden
iluminarlos
con sus ojillos protuberantes como linterna de policía.
Necesitan su gran ojo atónito que fulgura lleno de
instinto en la caverna
y destella sobre el mundo con la visión cálida y oscura
de la intuición.
Aun nuestros brillantes jóvenes intelectuales
son también pobres cíclopes ciegos que gimen
heridos en su ser instintivo y emocional
y lloran como cachorros ciegos, por la pérdida
de su mutilado ojo ciclópeo.
* Del libro Pensamientos, D. H. Lawrence, Traducción: Rafael Cadenas, Editorial FUNDARTE, Col. Cuadernos de Difusión, Caracas, 1977
Vivaldi: Discurso amoroso
Sol da te, mio dolce amore (Vivaldi) Kristina
Hammarström
A. VIVALDI: Viola d'amore Concerto in A minor RV
397, Accademia Bizantina
No hay comentarios.:
Publicar un comentario