miércoles, 30 de abril de 2025

Guarida de los poetas: DE LA VERDAD POÉTICA, Wallace Stevens. Wallace Stevens: Academic Discourse at Havana / Galería de Orfeo: Gustav Mahler Sinfonía Número Ocho (Sinfonía de los Mil)




Continuamos con nuestro homenaje a la estupenda revista Poesía, editada en Valencia, Venezuela bajo los auspicios de la Universidad de Carabobo. Divulgamos un ensayo de un estupendo poeta norteamericano, acaso no tan leído como otros de sus conterráneos. De Wallace Stevens se ha dicho que es un poeta para poetas. Y creo que es sumamente importante retirarle esa etiqueta y acercarle, en lo posible, a todo lector que fidedignamente se interesa por el culto y escritura de la poesía. Poesía y realidad parece ser el río subyacente que recorre estas palabras de Stevens.

Salud, lacl

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DE LA VERDAD POÉTICA, Wallace Stevens. 


La poesía tiene que ver con la realidad en su aspecto más particular. Un hecho aislado, desgajado del universo, no tiene significación para un poeta. Deriva su significación de la realidad a la que pertenece. Para ver las cosas en su justa perspectiva precisamos, por ejemplo, calar extensamente en experiencias anteriores. Todo lo que vemos y oímos recibe así su sentido. La función de la ciencia es completar esa interpretación. El científico puede instruirnos mucho sobre cosas que no podemos aprehender por medio de la observación cotidiana. Pero dejando de lado cuan exhaustivo ese tipo de información pueda ser, hay algo que no abarca y ese algo es la particularidad del aquí y del ahora. Existe en la realidad, ya bien lo percibamos como animado o inanimado, como humano o sub-humano, un componente de individualidad ante el cual muchas de las formas de explicación racional se quedan cortas.

La única realidad que le importaba a Platón como mejor podríamos ilustrarla es con los principios de las matemáticas. El propósito de nuestras vidas debería ser —según él— alejarnos lo más posible de los hechos insustanciales y fluctuantes del mundo que nos rodea y estar en comunión con los objetos que pueden aprehenderse, no por medio de las sensaciones, sino a través del pensamiento. Esta es la fuente del ascetismo de Platón. Nos bastaría aquí notar su rechazo de los hechos particulares e individuales de la experiencia como carentes de importancia en cuanto tales. Platón se describiría a sí mismo como realista en tanto es nuestra ruptura con el mundo de los hechos lo que nos permite establecer contacto con la realidad.

¿Qué se desprende de esto? Sencillamente lo siguiente; la poesía tiene que ver con la realidad en el aspecto concreto e individual de la misma que la mente no puede abordar del todo bajo sus propios términos, con asuntos extraños y ajenos del modo que los sistemas abstractos, ideas en las que detectamos un diseño inherente, una estructura que pertenece a las ideas mismas, jamás podrían serlo. Nunca nos es familiar de la manera en que Platón deseaba que los logros de la mente nos fueran familiares. Por el contrario, su función, la carencia que subsana y que de algún modo debe subsanar en toda época que no quiera tornarse barbárica y decadente, es precisamente ese contacto con la realidad en tanto ésta nos toca desde el exterior, la sensación de que podemos palpar y sentir una realidad maciza que no se disuelve del todo en nuestras concepciones mentales. Es lo individual y lo particular lo que hace esto posible. Y la maravilla y misterio del arte, como los de la religión en última instancia, son la revelación de algo totalmente ajeno en virtud de lo cual la inexpresable soledad del pensar se rompe y se enriquece. En efecto, conocer hechos en sí mismos, de la manera normal y rutinaria no tiene ni vigor ni importancia en particular. Pero aguzar nuestra conciencia de la irrevocabilidad mediante la cual algo es lo que es, tiene tal vigor y, a juicio mío, constituye la esencia misma del arte, pero ningún hecho es meramente un hecho, ningún individuo es un universo en sí mismo. El artista exhibe afinidades en la estructura real de los objetos mediante los cuales su significado se profundiza y se ensancha. Lo que deseo subrayar es que hay una unidad que tiene raíz en la individualidad de los objetos y que se descubre de una manera distinta de la que empleamos para aprehender los enlaces racionales.

La extracción del sentido de un poema y su valoración utilizando criterios racionales fieles a la verdad se han producido mayormente gracias al entusiasmo que genera una verdad moral o religiosa. Pero éste no es el caso hoy día. La política es la responsable. Resultaría caprichoso sugerir que el sentido patente, lo que el poema parece decir, contribuye muy poco al mérito y a la importancia artística del mismo. Sencillamente nos oponemos a que se abstraiga ese contenido de su totalidad y a que se lo valore utilizando criterios que no sean de orden estético. El mensaje es importante, pero su importancia atañe al poema en tanto y en cuanto lo que se dice de un modo particular es una revelación de la realidad. La forma deriva su significación del todo. No es significativa excepto en relación a la realidad que a través de ella se revela.

El verdadero artista jamás es fiel a la vida. Ve lo real, pero no de la misma manera que estamos normalmente conscientes de ello. No nos abalanzamos por el transcurso de una vida como actores en un drama. El arte nunca es igual a la vida. El poeta ve con una agudeza y una profundidad que son enteramente únicas. Lo que importa es que sea fiel a su arte y no fiel a la vida, ya bien su producción artística sea simple o complicada, violenta o apacible. Se piensa que lo emotivo es central a la experiencia artística. Sin embargo, no comparto esa opinión. Si no me equivoco, la esencia del arte constituye un tipo muy particular de profundización sobre la realidad. Pero esa profundización seguramente estará acompañada de emociones extraordinarias. Un poema no sería nada sin ningún tipo de significado. Lo cierto es que el significado es una suerte de conciencia y una suerte de comunicación. Pero no una conciencia ni una comunicación común y corriente.

Lo nuevo debe ser inspirado. Pero debe haber novedad en ello. Esta crisis es más evidente en lo tocante a la religión. Los Teólogos, cuyo pensamiento es en la actualidad el más dinámico, articulan una suprema necesidad, y una necesidad que además ahora se ha tornado imperativa, como demuestra su urgencia, la necesidad de infundir a las épocas del entendimiento una conciencia de la realidad adecuada a los logros de aquéllas, y de tal modo que esa conciencia no sea atenuada por las mismas. Ha habido un hito muy auténtico y que acogemos con regocijo; es la insistencia en una realidad que se impone sobre nuestras conciencias y que rehusa ser dominada y manipulada. Es aquí donde la afinidad entre la religión y el arte se muestra más evidente en nuestros días. Ambos tienen que intervenir en pro nuestro con una realidad que no es nosotros mismos. Esa es la labor del poeta. En ese sentido, la virtud suprema es la humildad, pues los humildes son los que van por el mundo con la inclinación por lo verdadero en sus corazones.

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El ensayo de Wallace Stevens (Opus Posthumus) DE LA VERDAD POÉTICA fue publicado en el número 42 de la revista POESIA, en la edición de mayo-junio de 1978; edición que tengo el gusto de contar entre los anaqueles de mi pequeña Babel. La traducción de este ensayo fue realizada por Orlando José Hernández.


WALLACE STEVENS - ACADEMIC DISCOURSES AT HAVANA
http://www.youtube.com/watch?v=TrbvYD0-phE

Wallace Stevens:
Academic Discourse at Havana

Canaries in the morning, orchestras
in the afternoon, balloons at night. That is
a difference, at least, from nightingales,
Jehovah and the great sea-worm. The air
is not so elemental nor the earth
so near. But the sustenance of the wilderness
does not sustain us in the metropoles.

Life is an old casino in a park.
The bills of the swans are flat upon the ground.
A most desolate wind has chilled Rouge-Fatima
and a grand decadence settles down like cold.

The swans...Before the bills of the swans fell flat
upon the ground, and before the chronicle
of affected homage foxed so many books,
they warded the blank waters of the lakes
and island canopies which were entailed
to that casino. Long before the rain
swept through its boarded windows and the leaves
filled its encrusted fountains, they arrayed
the twilights of the mythy goober khan.
The centuries of excellence to be
rose out of promise and became the sooth
of trombones floating in the trees. The toil
of thought evoked a peace eccentric to
the eye and tinkling to the ear. Gruff drums
could beat, yet not alarm the populace.
The indolent progressions of the swans
made earth come right; a peanut parody
for peanut people. And serener myth
conceiving from its perfect plenitude,
lusty as June, more fruitful than the weeks
of ripest summer, always lingering
to touch again the hottest bloom, to strike
once more the longest resonance, to cap
the clearest woman with apt weed, to mount
the thickest man on thickest stallion-back,
this urgent, competent, serener myth
passed like a circus. Politic man ordained
imagination as the fateful sin.
Grandmother and her basketful of pears
must be the crux for our compendia.
That's world enough, and more, if one includes
her daughters to the peached and ivory wench
for whom the towers are built. The burgher's breast,
and not a delicate ether star-impaled,
must be the place for prodigy, unless
prodigious things are tricks. The world is not
the bauble of the sleepless nor a word
that should import a universal pith
to Cuba. Jot these milky matters down.
They nourish Jupiters. Their casual pap
will drop like sweetness in the empty nights
when too great rhapsody is left annulled
and liquorish prayer provokes new sweats: so, so:
life is an old casino in a wood.

Is the function of the poet here mere sound,
subtler than the ornatest prophecy,
to stuff the ear? It causes him to make
his infinite repetition and alloys
of pick of ebon, pick of halcyon.
It weights him with nice logic for the prim.
As part of nature he is part of us.
His rarities are ours: may they be fit
and reconcile us to ourselves in those
true reconcilings, dark, pacific words,
and the adroiter harmonies of their fall.
Close the cantina. Hood the chandelier.
The moonlight is not yellow but a white
that silences the ever-faithful town.
How pale and how possessed a night it is,
how full of exhalations of the sea...
All this is older than its oldest hymn,
has no more meaning than tomorrow's bread.
But let the poet on his balcony
speak and the sleepers in their sleep shall move,
waken, and watch the moonlight on their floors.
This may be benediction, sepulcher,
and epitaph. It may, however, be
an incantation that the moon defines
by mere example opulently clear.
And the old casino likewise may define
an infinite incantation of our selves
in the grand decadence of the perished swans.


GALERÍA DE ORFEO

Una de las grandes creaciones de la humanidad, de una arrobadora belleza es esta Sinfonía. Mahler nos ha legado un milagro con su obra...








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