El destello de Helios
es tan intenso
que hasta el color
pierde la razón
y se doblega.
Pero mientras más se alza
el Dios que todo lo ilumina,
más color cobra el alma
de quien lo mira
en las aristas, perfiles
y rostros de lo creado.
Cerramos los ojos
para no cegarnos,
pero no olvidamos
que toda iluminación
viene de la oquedad
de lo invisible.
lacl, 3 de noviembre 2024
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